Capítulo 9. El surgimiento de un extraño sentimiento

1384 Words
Poco tiempo después, el rey Zuberi y el capitán Aries regresaron al palacio. Consiguieron capturar a un grupo significante de piratas y estaban listos para que los sentenciara la reina. La monarca, al saber que su esposo estaba de vuelta, fue corriendo directo hacia él para recibirlo. Pero grande fue su sorpresa al verlo junto a otra mujer, quien estaba entre la comitiva. Era una joven que no rondaría los veinte años. Tenía los cabellos castaños y lacios y los labios de rojo intenso. Su vestido n***o de mangas abultadas denotaba que era una dama o doncella adinerada, pero las faldas rotas y los moretones que tenía en los brazos y cara mostraban que fue cruelmente atacada por gente sin escrúpulos y que la hicieron vivir un verdadero infierno. Brida se acercó al rey Zuberi y éste, al verla, le señaló a su acompañante y le explicó: - Esposa querida, ella es la señorita Rubí. Ha sido atacada por los piratas, quienes diezmaron su hogar y capturaron a su familia. La traje aquí en calidad de testigo, pero solicito que permanezca en el palacio como indemnización por los daños materiales y morales que le causaron esos bandidos. - Autorización concedida – respondió Brida, aunque sintió una extraña sensación en su pecho que la hizo lanzar una voz ronca – la llevaremos a la habitación de huéspedes para que pueda descansar y tomarse un baño. Le diré a mis sirvientes que le provean de ropa y comida, seguro que tendrá hambre. Cuando esté lista, podrá asistir a la sala de testigos. - Muchas gracias por la hospitalidad, su alteza – le dijo Rubí, haciendo una leve reverencia. Mientras Rubí era conducida a la habitación, Zuberi se acercó a Brida y le dio un beso en la mejilla. Pero ella lo sintió bastante mecánico, como si se le esfumara toda clase de emoción y sentimientos tras esos largos meses de ausencia. Luego del saludo, su esposo le dijo: - Conseguiremos hacer retroceder a los piratas hacia el mar, pero sospecho que pronto regresarán. Hemos conseguido interrogar a uno de ellos y, así, sabemos que la duquesa Sonia cuenta con recursos proveídos por los habitantes de los viejos continentes. - ¿Cómo es eso posible? – dijo una aterrada Brida - ¿Acaso será que resurgió otra sociedad fuera de este continente? El rey Zuberi se mantuvo en silencio por un largo rato. Luego, suspiró y dijo: - Tal parece que sí. Y temo que, a futuro, los piratas serán la menor de nuestras preocupaciones si no capturamos a la duquesa Sonia de inmediato. ………………………………………………………………………………………………………………………………………………….. - La residencia de mis padres fue saqueada. Vivimos en las costas, ya que somos comerciantes marítimos y se nos facilita hacer negocios con los del reino del Norte por esa vía. Pero los problemas surgieron cuando decidimos incursionar en el mercado de diamantes. Y así… La señorita Rubí dio su testimonio delante de los jueves y la reina. Ella era hija de burgueses y siempre vivió una vida acomodada, pero modesta. A lo largo de su testificación, intentó mantenerse serena cuando, de pronto, rompió en llanto. Al final, tuvieron que interrumpir la reunión y regresarla a su dormitorio para que se tranquilizara. El rey Zuberi y lord Aries se reunieron en la oficina del monarca. Aunque lucían muy agotados por el largo viaje, tenían que recopilar sus informes y establecer los puntos claves para ver los aciertos y errores en su operación anti piratas. - Hasta ahora, logramos mejorar las defensas de las costas en gran parte del país – dijo lord Aries, señalando el mapa – la zona Sur están las cordilleras que conseguimos intervenir y usar el terreno a nuestro favor. Así es que, ahora, los piratas no podrán traspasarlas con facilidad si es que de verdad aprecian sus vidas. - Recuerda que también aumentamos la defensa en la zona de las playas, situadas más hacia el norte – dijo el rey Zuberi – todo fue gracias al aporte que la señorita Rubí nos dio en este caso. - Siento pena por ella. Perdió su casa y su familia en una sola noche. Por suerte logró escapar, pero estoy seguro que querrá recuperar a sus padres. - Hay muchas otras personas capturadas. Será un proceso largo y difícil, debido a que esas islas están bien lejos de nuestras costas. Podríamos usar botes de espionaje o avionetas anti radares, pero… Zuberi enmudeció. Y es que, si bien hubo casos de personas de los otros continentes que consiguieron llegar a Tellus, eran considerados de baja amenaza ya que, en su mayoría, eran náufragos que buscaban huir de alguna tribu inhóspita y querían explorar el mundo, en busca de un mejor futuro en la “tierra prometida”. Y en cuanto a los pocos exploradores que se animaban a navegar, muy pocos regresaban. Y los que lo hacían, explicaban que en los continentes del “Viejo mundo” solo había tribus salvajes, que se enfrentaban entre sí, donde solo el más fuerte sobrevivía y nunca llegaban a un consenso para aliarse y poder avanzar para la transformación de una nueva civilización. Pero si personas como la duquesa Sonia lograron llegar hasta esos continentes, era seguro que les habría enseñado algunas cosas a esas tribus para hacer que sus jefes, poco a poco comenzaran a fomentar el cambio de hábitos y trabajar en el desarrollo de nuevas tecnologías que le ayudasen a conformar sus primeros reinados. - Si son personas de fuera, posiblemente quieran vender a esos rehenes de esclavos en las tribus de los viejos continentes – murmuró Zuberi, con una voz gruesa – aquí, se prohibió la esclavitud en los cuatro reinos desde hace eras. Pero allá afuera… - No creo que la duquesa Sonia llegue hasta el punto de esclavizar a sus propios compatriotas – dijo lord Aries, con una expresión pálida – será perversa, pero no llegará tan lejos… creo. Así es que todavía queda esperanzas de rescatarlos con vida. - Esto si será muy largo. El rey y el capitán siguieron discutiendo por largas horas, hasta llegada la noche. Pronto, el lord se quedó dormido en su escritorio y Zuberi decidió dejarlo descansar. Así es que se puso su capa y salió de su oficina, dispuesto a dirigirse hacia el patio para tomar aire fresco y despejar la mente. Y en el patio vio a Rubí. Ella miraba fijamente a la luna, con las manos juntadas y ojos de súplica, como si estuviese rezándola. Se acercó a ella y, a modo de cortesía, la cubrió con su capa diciéndole: - Hace fresco, señorita. Podría resfriarse. La dama quedó sorprendida ante el gesto del rey. Pero sonrió y respondió: - Gracias, majestad. Solo estaba rezándole a la Diosa para que mis padres estén bien y regresen pronto. Si bien Zuberi actuó de forma fría y tajante con lord Aries ante la situación de Rubí, en esos momentos sintió mucha lástima por ella. Quería ayudarla, armar ahí mismo su comitiva para ir directo a esas islas y rescatar a esos comerciantes. Pero su lado racional le advertía que sería riesgoso, ya que no sabía qué tan bien preparada estaba la duquesa Sonia ni con cuántos recursos contaba para hacerle frente a todo un reino. Al final, solo suspiró y atinó a decir: - Tus padres estarán bien. Mientras tengas fe, todo será posible. - Por favor, mi señor – Rubí lo tomó de los brazos y le suplicó con la mirada – detén a esos piratas, salva a mis padres. Si ellos mueren, yo… Rubí comenzó a llorar. Zuberi la abrazó y le dio algunas palmaditas en su espalda, a modo de consolarla. Lo que no sabía era que, a lo lejos, la reina Brida los estaba observando. Ella, al ver que Zuberi y Rubí parecían ser muy cercanos, sintió un malestar en su pecho que la hizo hiperventilar. No podía entender lo que le sucedía. Se suponía que se casó con Zuberi solo por conveniencia, así es que se decía que nunca se molestaría si él, a futuro, tuviese una amante. Y sin embargo, con el solo hecho de verlo abrazando a otra mujer, la llenaba de un extraño sentimiento que nunca jamás creyó que tendría en sus años de matrimonio. Así es. Sintió celos de su marido.
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