Las horas en el hospital transcurrían con lentitud. Por suerte para los Maseratti, el bebé de Verónica estaba a salvo, pero ella seguía inconsciente, incapaz de relatar los hechos reales que pusieron su vida en peligro.
— Guillermo, necesito ir a casa. Llevo bastante tiempo aquí y necesito una ducha. Regresaré pronto", dijo Delphine, tratando de alejarse del hospital. La preocupación por la situación de Manuel la abrumaba. —¿Quieres que te traiga algo?
— No te preocupes, Delphine. Esta noche dormiré en casa. Será mejor que vuelvas pronto. Cambiaremos de turno mañana, ¿vale? —Aunque parecía insensible, la situación con su hija lo afectaba profundamente, especialmente al saber que, por mantener su estatus social, habían implicado a un hombre que aparentemente intentó asesinarla.
Delphine salió del hospital, necesitaba organizar sus pensamientos y descansar en casa. Sin embargo, la sola idea de que Manuel estuviera detenido le rompía el corazón. No podía quedarse con la duda de si él había herido intencionalmente a su hija, así que se dirigió a la estación de policía.
Al llegar, gracias a su relación con Verónica, le permitieron hablar con él en privado. Se acercó a una sala de visitas. Al verlo, notó su cansancio y frustración. Era evidente que no había dormido ni se había alimentado adecuadamente.
Sin embargo, al verla, su rostro se iluminó con una pequeña sonrisa. Aunque sabía que Delphine estaba allí para exigir respuestas sobre su hija, no podía evitar sentirse feliz de tenerla a su lado.
— ¡Delphine! Qué alegría verte aquí— dijo Manuel, con las manos esposadas y sin poder acercarse mucho a ella.
— No te hagas ilusiones, Manuel. Solo estoy aquí para que me cuentes la verdad sobre lo que realmente sucedió con Verónica. Quiero que hables sinceramente, sin importar las razones— le dijo Delphine, decidida a conocer la verdad, por más dolorosa que fuera.
—Sé que tienes motivos para desconfiar de mí, especialmente porque no amo a tu hija. Pero tú, más que nadie, sabes lo emocionado que estoy con nuestro bebé y que no puedo dejar de preocuparme por su bienestar— respondió Manuel, con los ojos nublados por la emoción, aparentemente hablando desde el corazón.
—Por fortuna a pesar del accidente él bebe está bien, pero ella aun esta inconsciente por lo mismo no puede desmentir tu versión de que no fuiste tú quien la arrojo por las escaleras
—pero es que yo no lo hice Delphine, ¿Qué tengo que hacer para que me creas?, fue un accidente, tú sabes que ella es rebelde, y todo lo que es capaz de hacer por salirse con la suya, ella se iba ir de nuevo a una fiesta, yo quise impedírselo y la tome del brazo, pero ella por estar forcejeando conmigo, uno de sus tobillos de volteo a causa de sus tacones altos, en ese momento ella rodo y yo no pude hacer nada— Delphineveía la sinceridad de Manuel en sus ojos, en el poco tiempo que habia compartido con él, habría aprendido a conocerlo, él no era una persona mala y mucho menos interesada y también conocía a la perfección a su hija, asi que la versión que él le daba estaba muy lejos de la hipótesis que Guillermo planteaba.
—Bueno pues no sé qué decirte de verdad, me desconciertas, pero quiero creer en ti, por fortuna Guillermo no ha puesto el denuncio aun, creo que te quedaras aquí una noche más y ya, déjame persuadirlo de que no te haga la denuncia formal, para que puedas quedar en libertad.
—De verdad Delphine, no sabes cuanto te lo agradezco.
—Pero Manuel, solo quiero decirte que si Veronica llega a acusarte de que fuiste tu quien la empujo, te juro que yo misma me voy a encargar de que te hundas en la cárcel el tiempo que sea necesario, porque no es solo su vida, sino que también está la vida de mi nieto que es inocente en todo esto
—Delphine, eso lo entiendo a la perfección, por eso estoy tranquilo, porque no la empuje y no me importa repetir la versión de los hechos pata que me crean.
— ¡Esta bien, ya entendí! Tratare de hablar con Guillermo esta noche —Delphinese levanta de la mesa y dispuesta a irse, pero la voz de Manuel la detiene
—Delphine¿Por qué estás haciendo esto? – ella se queda mirándolo, tiene la intención de responderle la razón real, pero mejor se contrae
—No es lo que esta imaginando, simplemente no me gustan las injusticias, eso es todo – ella ni siquiera le da la oportunidad de responder, en cambio Manuel se queda convencido de que la razón real es porque ella está interesada en él, asi como él en ella, eso reavivaba sus esperanzas.
Delphineno tenía idea de que iba a hacer para convencer de que Guillermo no pusiera el denuncio, era lógico que sería lo primero que iba a hacer al regresar del hospital, asi que sin más sabía que la única forma de convencerlo sería usando sus atributos, al fin de cuentas a él solo le interesaba eso.
Logra cuadrar con su hijo Joaquín que se quedara en el hospital en su lugar, con eso tendría ala oportunidad de pasar la noche a solas “con su esposo”, llega a la mansión toma una ducha y se viste con una lencería que le encanta a Guillermo, se arregla su cabello y se pone rímel y labial, ya sabía que en poco llegaba, asi que decide prepararle el baño que hace mucho tiempo no le preparaba y se dispone a atenderlo, aunque le causaba repulsión, necesitaba tenerlo cerca.
La puerta de la mansión se abre, Delphinetiene los nervios de punta, no sabía si su estrategia le iba a funcionar, asi que hace lo mejor que puede.
— ¡Delphine! ¡Delphine! ¿en dónde estás? —Los gritos de Guillermo invaden las escaleras
— ¡Aquí querido, en la habitación! – ella se quita la bata que la cubre, quedando semidesnuda para él. Todo lo contrario, a lo que ella esperaba, Guillermo pasa por su lado y la ignora por completo.
— ¿Por qué diablos no te quedaste en el hospital cuidando de mi hija? — él avanza directamente hacia el baño de la habitación, ella comprende que no está de buen humor, pero intentará convencerlo.
—Guillermo, nuestro hijo se ofreció a quedarse con ella para que ambos pudiéramos descansar. Las noches en el hospital parecen eternas, así que no vi mal venir a dormir contigo. — se acerca y suavemente le ayuda a quitarse la chaqueta por la espalda. Él está demasiado tenso, pero ella audazmente le proporciona suaves caricias en el cuello, haciendo que él se estremezca.
— ¿Qué estás haciendo, Delphine? — él pregunta sorprendido.
—Nada, cariño. Te preparé un baño con jabones relajantes para que te sientas mejor. Así que quiero que te relajes un poco, como solíamos hacerlo antes. – él la mira de reojo, sintiéndose extraño por lo que ella le dice, especialmente dada la situación en la que se encuentran.
—Está bien—él simplemente se relaja y permite que ella le quite la ropa. Como una fiel cuidadora, ella comienza a atenderlo, lo hace sumergirse en la bañera con su mano, y espera el momento adecuado. Comienza a darle masajes con unos geles especiales, lo cual enloquece a Guillermo. Ella se para frente a él, ahora más relajado, y se da cuenta de que lleva puesta su lencería favorita. El entusiasmo no tarda en llegar.
—Querido, sé que en los últimos días nuestra relación no ha sido la misma, que hemos estado distantes. Pero quiero que esta noche aprovechemos la intimidad de nuestra cama. Sé que no es el mejor momento, pero es una oportunidad, y debemos estar preparados para afrontar lo que sea con nuestra hija.
—Sí, realmente este no es el mejor momento, pero estás hermosa, como siempre. Sabes que eres mi mejor creación —esas palabras hieren profundamente el ego de Delphine, ya que él solo la trata como un objeto. Sin embargo, ella comienza a desnudarse lentamente frente a él, haciendo que Guillermo se deleite con cada uno de sus atributos. Sus ojos se pierden en el cuerpo de Delphine y no pasa mucho tiempo antes de que le extienda la mano y la invite a la bañera.
Hasta ese momento las cosas iban bien. Guillermo disfrutó por unos minutos de Delphine, aunque para ella, después de haber estado con Manuel, era repugnante. Aun así, su cuerpo estaba dispuesto a ayudar al hombre que realmente quería, y sin pensarlo demasiado, fingió lo que pudo. En poco tiempo, Guillermo estaba envuelto en el placer, gracias al desempeño de su esposa.
Ambos se encontraban en la bañera, relajados por el agua tibia y una pasión desenfrenada. Delphine sintió que era el momento adecuado para hablar.
—Querido, ¿no crees que deberíamos escuchar un poco a Manuel?
La expresión de Guillermo cambió instantáneamente. No entendía a dónde quería llegar Delphine.
— ¿Escucharlo para qué, Amanda? ¿Acaso no está claro lo que sucedió?
— ¿Y si resulta que lo que él dice es verdad? No tenemos pruebas de lo contrario. ¿Viste si fue él quien empujó a nuestra hija por las escaleras? —ella le preguntó mientras lo acariciaba, manteniéndolo relajado y receptivo.
—No, no lo vi. Solo presencié su caída en el último escalón. Ni siquiera escuché si estaban discutiendo.
—Por eso mismo, Guillermo. Pudo haber sido un accidente. ¿Y si lo culpamos y resulta ser inocente? Podríamos enfrentar problemas graves. ¿Y si ese desgraciado busca venganza? O peor aún, ¿si intenta quitarnos nuestro dinero como compensación por haberlo metido en la cárcel siendo inocente?
Guillermo reflexionó sobre ello. En parte, su esposa tenía razón. Si Manuel era inocente, podrían perjudicarlo.
—No lo sé, Delphine. Si resulta ser culpable, podría fugarse, y entonces no obtendríamos justicia para nuestra hija.
—Por supuesto que seguirá vinculado al proceso. Nosotros nos encargaremos de eso.
—Está bien, querida, tienes razón. Mañana llamaré para que lo liberen. No presentaré una denuncia oficial. Espero no arrepentirme de esta decisión.
Guillermo estaba más emocionado con las caricias de su esposa, así que en un abrir y cerrar de ojos, volvió a poseerla. Aunque ella actuaba en contra de su voluntad, sentía una sensación de satisfacción por lo que acababa de lograr. En el fondo, también esperaba no lamentar la decisión tomada.