—Mamá ayúdame a que papá acepte a Manuel, de verdad necesito que él haga parte de nuestra familia— Verónica presionó a Delphine para que ella le ayudará a convencer a su padre
—Hija, lo sé, pero no entiendo tu obsesión con casarte con ese hombre, y si mejor piensas las cosas, dime ¿Estás lo suficiente enamorada para que te cases con él?
—No sé si estoy enamorada, pero él es encantador te lo aseguro, me encanta su forma de ser, además de que es bastante guapo, y en la cama mamá … ¡Ni te imaginas! Ese hombre es todo lo que una mujer quiere para su vida —Verónica suspiró
—Por favor Vero, ¡No quiero escuchar hasta allá! — Delphine se sonrojó al escuchar las palabras de su hija, y le sonrío, sabía que Verónica tenía puesta toda su confianza en ella, muchas veces Delphine lamentaba que ella no fuera su verdadera hija, la quería como tal, como si fuera nacida de sus propias entrañas.
—¡¡Bueno mamá!! Dime si me ayudaras a organizar una fiesta para que venga a casa y se presente con ustedes —Verónica unió sus manos en súplica y le hizo los ojos que convencería a su madre —¡Por favor! ¡Di que sí!
—Hija tu padre va a matarme, estoy arriesgando demasiado, pero ¿A quién quieres que invite? —respondió emocionada
—Mamá a toda la familia, yo invitare a todos mis amigos, la formalización de mi relación con Manuel será por todo lo alto, quiero que sea noticia en la farándula, que todos sepan quién va a ser mi prometido. —Veronica daba pequeños saltos emocionada
—¡Hija vas a causarle un infarto a tu padre! Esta situación me pone muy nerviosa
—Mamá ¡Por favor! No seas exagerada, solo quiero ver sus alcances cuando me dice que es capaz de desheredarme si me caso con Manuel, mi padre se cree muy importante mamá, pero sé que no me ama, hay una razón por la que él jamás se ha comportado como buen padre conmigo, y siempre me ha tratado como si no fuera su hija— Verónica miró a su alrededor, y sus ojos se llenaron de un llanto colmado por la ira
Abrazándola por la espalda, Delphine buscó transmitir seguridad y afecto a su hija. Quizás tenía razón: su padre nunca la había tratado como a su verdadera hija. Siempre mostró más rigidez con ella que con su hijo varón, tratándola con indiferencia y sin demostrar ningún gesto de cariño. Utilizaba amenazas para controlarla y se aprovechaba de su condición de mujer para menospreciarla y hacerla sentir inútil. La relación entre Verónica y su padre siempre fue conflictiva, pero nunca supo por qué él la trataba de esa manera.
—Hija no digas eso de tu padre, Guillermo tiene un mal carácter, pero él te ama, no sabes lo que ha hecho por ti desde que naciste, no tienes idea. —Delphine la abrazó dulcemente
—Está bien mamá tratare de no guardar ningún rencor, yo te amo tanto porque eres un ser dulce y compasivo, no comprendo cómo te aguantas aun a mi padre, si yo fuera tú, hace diez años me hubiera divorciado— ambas sonríen en una carcajada, pero la verdad era que Delphine desde siempre fue una mujer bastante sumisa y entregada a su hogar, prefería sacrificar su felicidad por tan solo ver bien a su marido y a sus hijos.
—Hablaré con él esta misma noche hijita, tu organiza la fiesta que yo me encargo del resto ¿Para cuándo sería? —Las dos son cómplices, Delphine y su hija por ser tan jóvenes se llevan a la perfección
—¡¡Este mismo sábado mamá!!— Verónica sonrió emocionada, dando brinquitos
— ¡Pero si es martes! Por el cielo en lo que me pones, está bien corre, ¡Corre! Que yo también lo haré— Delphine le guiñó un ojo y salió para su habitación, ya se acercaba la noche y ella siempre esperaba a su esposo con una rutina diaria, le tenía la cama lista y le tenía un baño caliente, le hacía masajes y lo consentía, sin importar que él, ya no le diera la misma importancia de antes, para ella siempre su esposo era él hombre de la casa.
Guillermo, con casi cincuenta años, llegó a casa como siempre, más que imponente, prepotente, sabiendo que su trofeo lo estaba esperando. Se acercó a Delphine y le dio un beso en la mejilla.
— ¡Delphine! ¿Ya tienes mi baño listo?
—¡Si mi amor! Ven que compre unos aceites especiales para hacerte unos masajes – Delphine siempre era cariñosa con él, no le importaba su indiferencia, siempre tenía claro el papel que había adquirido el día que se casó.
—Tu y tus cosas Delphine, simplemente hazme el masaje en los pies y en las piernas estoy bastante agotado.
Delphine se envolvió en una bata de seda blanca, deslumbrando con su espectacular figura. Había trabajado duro en el gimnasio y mantenido una alimentación saludable para conservar el cuerpo que Guillermo había moldeado con sus cirugías. Debajo de la seda, llevaba una lencería blanca delicada y sugerente, revelando apenas lo necesario. Sus senos se erguían con elegancia bajo el sujetador, y su zona íntima estaba perfectamente depilada. Hacía mucho tiempo que su esposo no la veía como mujer, y esa noche necesitaba que la admirara, con la esperanza de ganar terreno para poder ayudar a Verónica con su solicitud.
—¡Ah! Querido últimamente estas muy guapo— Ella comienza a acariciarle el pecho mientras él está sumergido en la bañera, él tiene los ojos entrecerrados y relajado gracias a los masajes que ella le brinda, ella comienza dulcemente a besarle la mejilla y a bajar sus manos por su torso.
—¡¡Gracias Delphine!! Tú también estás muy bien conservada, me encanta el trabajo que hice en ti, ¿Sabías que eres mi mayor obra de arte? Él la mira y le da una pequeña sonrisa con la comisura de sus labios.
—Amor y qué tal si esta noche recordamos viejos tiempos, quiero ser tuya como siempre, tengo deseos de ti querido— Delphine, ardiente y deseosa, se quitó la bata de seda, quedando completamente desnuda ante los ojos de su esposo, pero Guillermo, simplemente la observa de reojo
—Querida, estoy muy cansado, ya no soy el mismo joven de cuando me conociste, pero será después, ¡Estás preciosa! — Se levantó de la bañera y con una toalla cubrió su cuerpo saliendo del baño, Delphine se quedó completamente desnuda esperando a que su esposo la hiciera suya, desde mucho tiempo atrás que ni siquiera un beso le daba.
— ¡Ven Delphine! ¿N o te piensas acostar?! Muévete necesito que le des masajes a mis pies.
Delphine se pone la bata, cubriendo su cuerpo de nuevo, y mojando sus ganas en el café, como por variar su esposo la había rechazado nuevamente, se acerca al armario de ropa, se recoge su cabello y se pone un pijama de algodón, dejando de un lado la seda.
Ella comenzó a masajearle sus ásperos pies y aprovechó para decirle el evento de Verónica .
—Querido, la niña quiere presentarnos a su novio, vamos a hacer una fiesta en el jardín de la casa y van a haber muchos invitados
Guillermo se endereza mostrándole su cara de molestia, y quitándole los pies de sus manos.
— ¿Están locas o qué?, jamás dejare que ella formalice su relación con un hombre que no pertenezca a nuestra sociedad, nos haría quedar muy mal, además ella ya está comprometida con otro hombre.
—Guillermo por favor, solo cúmplele un capricho, ella piensa que tu no la amas, por favor solo esta vez, yo me encargare de separarlos luego, pero por favor, permite que haga la fiesta y que nos presente a su novio.
—Es que no me alcanzo a imaginar el porte de ese muerto de hambre, debe ser un arrastrado, y hasta maloliente – Guillermo esbozó demasiado oído en sus palabras
—¡Pues justamente por eso! Cuando ella vea que todo está mal, la vergüenza que va a pasar ante la sociedad va a querer desistir de la relación con él, esa fiesta la podemos utilizar precisamente para alejarla de él, entre más se lo prohibamos, ella más lo va a hacer, ella piensa que tu no la quieres. Guillermo por favor, has sido muy duro con ella.
—Por culpa de ella, su madre murió, yo amaba realmente a Rosalía, sino hubiera tenido a Veronica , estaría viva. Tuvo que parir a esa muchachita, siempre le dije que evitara ese embarazo, pero no, ella caprichosa insistió en tenerla.
Delphine quiso desfallecer con esas palabras, el gran amor de su esposo siempre fue su primera esposa y madre de Verónica , siempre la culpaba por la muerte de Rosalía, pues ella falleció en el parto.
—Bueno como lo digas Guillermo, no hay necesidad de recordarme que ella es la mujer de tu vida, llevamos más de veinte años de casados y tú todavía me dices que la amas, ¿Y yo que? Siempre lo mismo, viviendo a tus expensas, lo peor, viviendo de tus migajas
—No te pongas con estupideces mujer, sinceramente tú fuiste como una especie de p**o, yo te he querido, sí, pero nunca fuiste ni serás ya el amor de mi vida, y sabes que sí, dile a Verónica que haga su fiesta, dame ese gusto de humillar a ese muerto de hambre —. Guillermo se acostó dándole la espalda a Delphine y se quedó dormido.
Delphine siente como sus ojos se nublan y hay un nudo en su garganta, su esposo jamás dejaba de ser cruel con ella, no le importaba decirle de frente todo lo que sentía, y por lo general, no eran cosas buenas o llenas de amor.
A pesar de la desaprobación de Guillermo, Delphine y Verónica organizaron una gran fiesta para presentar formalmente a Manuel. El vasto patio de su mansión estaba repleto de mesas y decoraciones, mientras una mesa rebosante de delicias y platos especiales aguardaba a los invitados. Verónica había invitado a todos sus amigos de la empresa, y en la recepción se congregaban alrededor de cincuenta personas, todas expectantes por conocer al futuro cónyuge de la hija del médico y empresario más destacado del país.
—Mamá, esto me parece perfecto, muchas gracias ¿Dónde está mi padre? —Verónica estaba emocionada por la reunión, aunque todo era por llevarle la contraria a su padre, ella sabía que su futuro novio solamente era un comodín que le desagradan a su papá y lo haría arder de la ira.
—Hija, Guillermo va a llegar tarde y de preferencia alcoholizado, ya sabes cómo es él y dime ¿Dónde está tu novio? — Delphine, le pregunta a su hija mientras que saluda a unos invitados con su mano y se ríe con los dientes apretados
—Mamá el pobre está trabajando, pero me dijo que ya llegaba, tú no te preocupes.
Delphine se había imaginado que el novio de Verónica sería el típico hombre que no encajaría en la alta sociedad, temiendo que llegara mal vestido o que llamara la atención de manera negativa. Aunque no le importaba mucho la opinión de los demás, estaba nerviosa por el posible escándalo o por la humillación que su padre pudiera propinar a su hija frente a todos.
Finalmente, el momento tan esperado llegó cuando el novio de Verónica arribó a la fiesta. Llegó en un automóvil que, si bien no era de último modelo, lucía bien presentado. Cuando Manuel salió del auto, todos quedaron impresionados, especialmente las mujeres. Era un hombre alto y bien formado, con un rostro perfilado, una ligera barba que enmarca su mandíbula y unos ojos grises. Su piel, aunque blanca, estaba bronceada, y lucía un elegante traje oscuro que le quedaba a la perfección. Con una camisa blanca ligeramente abierta en los primeros botones, dejando entrever un poco de su pecho, para todas las presentes resultaba atractivo, mientras que para los hombres era motivo de envidia.
— ¡¡Mira mamá ya llego Manuel! — Veronica salta emocionada, y sale corriendo a abrazar a su novio. Todas sus amigas se acercan a ella solo por curiosear y ella lo empieza a presentar, los cotilleos de todas no se hacen esperar, pero Verónica las aleja, porque quiere presentarlo a su madre.
—Mi amor, que rico que hayas venido, pero mucho mejor que me hiciste caso, te viniste espectacular— Veronica toma de la mano a Manuel y lo dirige ante su madre
—Me siento ridículo, jamás me habia vestido de esta manera, pero lo hago solo por ti.
—Lo sé, lo sé mi amor, pero ya sabes, es muy loca la sociedad en la que vivo, pero solo me importas tú, ven vamos a presentarte a mi madre.
Delphine estaba vestida con un elegante vestido ceñido al cuerpo que resaltaba su figura y su cabello perfectamente ordenado en una cola hacia atrás, tenía una copa de champagne en la mano, hablaba con un par de amigas de ese círculo social, que, a decir verdad, representaba más hipocresía que empatía.
—Mama mira te presento a Manuel, mi futuro esposo.
Ella le extiende su suave mano y él con caballerosidad la toma y le da un beso suave.
—Mucho gusto, soy Manuel Santana, un placer conocerla por fin señora Delphine
—Mucho gusto, soy Delphine Ruiz —respondió, manteniendo la mirada fija en él. Manuel irradiaba cierta confianza, a pesar de pertenecer a una clase social diferente a la suya. Era totalmente distinto a lo que esperaba y, además, le parecía sumamente atractivo, perfecto para su hija.
—Bueno, esperemos a que llegue mi padre. Muero de ansias porque lo conozcas, Manuel. Ven, vamos. Te presentaré a otros miembros de la familia, a mis tíos y a todos mis amigos —dijo, invitándolo a acompañarla.
—Con permiso, señora Delphine, el deber me llama —se despidió de su suegra, acercándose a ella con confianza para tomarle la mano y besarla, lo que provocó un leve rubor en su rostro. Era extremadamente caballeroso.
Verónica y Manuel se dirigieron hacia los otros invitados, ella lo tomaba de la mano y lo mostraba como si fuera un trofeo. Y, en cierto modo, eso era él para ella: un premio que había ganado desafiando a su padre.
—Es bastante guapo el hombrecito, ¿no querida? —comentó la amiga de Delphine mientras ambas observaban cómo se alejaban.
—A decir verdad, sí, Jael. No me esperaba un hombre como él. No es que mi hija merezca menos, pero lo imaginaba diferente —respondió Delphine, sin apartar la mirada ni un instante de su hija y su novio.
—Bueno, tampoco parece tan desafortunado como se rumorea. Realmente, no sé qué pensará tu esposo. Ahí lo tienes, por cierto —observó Delphine, volviéndose hacia el auto que se acercaba. Como esperaba, su esposo descendió visiblemente ebrio, acompañado de Isaac Sanz. Este último era el hombre que Guillermo siempre había considerado como posible esposo para Verónica. A pesar de tener la misma edad que él, Isaac era exitoso en los negocios y amigo cercano de su padre, quien ya había solicitado la mano de Verónica para él.
—Hola, hola, aquí estamos —saludó Guillermo abrazando a Isaac, adoptando una actitud poco amistosa mientras se dirigían hacia los demás invitados.
—Ahí viene mi padre —advirtió Verónica, consciente del posible enfrentamiento con Manuel.
—¿Y quién es este, Verónica? —preguntó sarcásticamente Guillermo, señalando a Manuel.
—Papá, él es mi novio —respondió Verónica, extendiendo la mano de Manuel hacia su padre, quien la ignoró.
—Encantado, soy Manuel Santana. Supongo que usted es el señor Guillermo.
—No te molestes en saludar, pobre diablo. Solo quiero dejarte claro que este hombre se casará con Verónica, no tú. Se nota que ni siquiera puedes alimentarte —declaró Guillermo, causando rubor en las mejillas de Manuel, quien guardó silencio por respeto a Verónica. Ya sabía cómo se comportaría su suegro, así que no intentó caerle bien.
—Papá, nunca me casaré con Isaac. Mi futuro esposo es Manuel. Trabajaremos juntos para vivir cómodamente. No necesito tu dinero sucio —declaró Verónica, antes de salir furiosa del lugar, llevándose a Manuel de la mano como si fuera un niño pequeño.
Mientras tanto, él permanecía observando a los presentes. Aunque estaba acostumbrado al comportamiento de la familia de Verónica, no dejaba de sentir cierta incomodidad. Sin embargo, había alguien que lo miraba de manera diferente: no con desprecio como Guillermo o los demás, sino con un interés especial.
Delphine Ruiz, no entendía porque razón su yerno se habia vuelto una obsesión visual para ella en ese momento, era el novio de su hija, así que asumia que no era una atracción física, pero en realidad no podía explicar, sus ojos seguían clavados ante la presencia de ese hombre.
La fiesta continua por un par de horas más, después de que Guillermo llego a la mansión, el ambiente se tornó pesado, él buscaba la forma de humillar a su yerno delante de todos los invitados, y de llamar la atención con sus fanfarronerias, aunque para muchos era un gran personaje, para los amigos más cercanos de Verónica, era un simple ser humano detestable, muchos apoyaban su relación con Manuel, otros más cercanos a su padre simplemente la criticaban.