Me desperté temprano a pesar de lo tarde que me dormí, si es que a eso se le puede llamar dormir. Cuando salí de la habitación con algo de ropa que había para mí, casualmente que me quedaba bien, me encontré con Adam saliendo de su habitación, ahora sabía cuál era la suya. —Buenos días, Adam. Pareces todo un hombre así vestido tan elegante. —Buenos días, Jos. Espero que hayas descansado. Es como normalmente visto. —Sueles usar muchas camisas pero así todo trajeado pareces un hombre.—él soltó una risita.—Incluso podría decir que te ves bien.—dejé un golpecito en su hombro y él rascó su cuello. Realmente se veía muy bien, peinado hacia atrás, su corbata perfectamente colocada, aquel traje n***o de saco y chaleco, un fino reloj en su muñeca y…el anillo de bodas. Lo tenía en su dedo.