—Jojo.—la ceremonia había estado muy bien, fue preciosa la graduación y gracias a mis padres, mis hermanos no habían podido venir a nuestra fiesta o…yo estaría sentada en un banquillo solo tomando soda, viendo como todos los demás bailaban y se embriagan mientras ellos me custodiaban. Pero mientras mis ojos buscaban a mi archienemigo, él sujetaba mi mano, haciendo que la bebida se moviera de mi otra mano.
Travis Becker.
Observé su mano que sujetaba la mía y aquella camisa lila que se pegaba a su pecho, se había quitado el chaleco que llevaba antes y tenía las mangas hacia arriba, junto con varios botones abiertos, dejando una sutil muestra de su pecho. Algo para alimentar la vista.
¡Y qué buena vista!
Era bien sabido que muchas chicas solo iban al gym de la universidad para observarlo a él, ¿y quién no? Se daba el lujo de sacar suspiros y como si fuera poco, las ignoraba a todas, cosa que me complacía.
—¿Qué?—oculté perfectamente mi alegría al ver que él me buscaba primero, aunque lo hicimos a la vez, solo que él sí me encontró.
Afirmó su agarre en mi mano y se acercó. Observó mi trago y lo quitó de mi mano, poniéndolo en sus labios.
—Tregua. Es nuestro último día y quiero una tregua.—me entregó el vaso vacío.
—¿Por qué haría tal cosa? Es nuestro último día, perfecto para mirarte mal por última vez.—o para disfrutarlo juntos en esta fiesta.
—No seas tonta, tu argumento es muy débil. Baila una canción conmigo. Te gusta pisarme, ¿no? Bailemos.
—¡No sé bailar!—dije ruborizada. Moví mi mano hasta que él me soltó.
—Sé que sabes, vamos. Solo una canción, luego puedes irte a tu esquina y beber sola, si eso te complace.—su voz era…tan seductora y es que ni ponía esfuerzo en eso.
—Bueno, pero no me culpes si hacemos el ridículo.—¿por qué diablos había aceptado? No debí.
Ahora tomó mis manos y me llevó a la pista de baile, mi vaso había caído al suelo antes.
Sonaba una canción de Christine Aguilera y de pronto empezó una de Rihanna, Te amo, ese era el título.
Sus manos se colocaron en mi espalda y acercó mi cuerpo al suyo, a punto de rozar, fue deslizándolas hasta dejarlas posadas en mis caderas. Comenzó a moverse y yo hice lo mismo, de manera torpe, pero no porque no supiera bailar, sí que sabía, es que…estaba nerviosa.
Al ver que yo iba fuera de ritmo, sus manos comenzaron a guiar los movimientos de mis caderas y el ritmo empezó a ser más fluido.
—Lo haces bien.—dijo cerca de mi oido. Su aliento erizó mi piel hasta estremecerme. Colocó mis manos también sobre su cuerpo y antes de darme cuenta ya nos rozábamos. Mi rostro estaba sobre su hombro y su cabeza acariciaba la mía.—No puedo creer que vaya a decir esto.
—Pues no lo digas y solo baila.—temía lo que él pudiera querer decir. Nos habíamos ignorado todos estos meses de manera magistral, llevando una ardua competencia en clases y estando uno al otro extremo del otro pero…cuando nos mirábamos ambos sabíamos lo que había y más que nada, yo recordaba ese beso. Se mezclaba esa tensión en el ambiente y todo parecía detenerse a tomar su curso otra vez.
—Tengo que decirlo porque sino me arrepentiré el resto de mi vida, sobre todo si no te vuelvo a ver. Después de todo no sabemos nada del otro.
Pero en eso él estaba equivocado, yo sabía cada maldita cosa de Travis Becker, hasta su color favorito o su menú de cada día, pero también eso era una información que más chicas tenían.
—Está bien.—dejamos de bailar.—Pues dilo.
—Josephine Joyce ¿Quieres ir a tomar un poco de aire?—y aunque crean que esas eran simples palabras, ¡no! No eran simples palabras, había un significado oculto al menos en esta universidad.
Significaba que quería ir a un lugar más privado.
Y es aquí donde me pregunto ¿qué diablos debo de responder?
—Déjame bailar ahora con ella.—era el insufrible Brad. Tomó mi mano y me la retiró de la de Travis.
—Está bailando conmigo.—aquel tono de voz bastó para que Brad se alejara. Sus ojos volvieron a fijarse en mí, a esperas de esa respuesta.
—Si, aquí hace un poco de calor. —agité mi mano cerca de mi pecho como si me estuviera echando un poco de aire.
Aquella sonrisa que él me dio, fue de total triunfo.
Salía de la fiesta de manos de Travis y no había mejor sensación que esta.
Cuando salimos de allí, no sé ni en qué dirección íbamos pero él parecía estar muy seguro de a dónde nos dirigíamos.
¿Faltaba mucho?
Teníamos al menos unos cinco minutos caminando.
Pero apareció frente a nosotros una pequeña librería.
Estábamos frente a la puerta cuando él sacó una llave de su bolsillo y la abrió, encendiendo unas luces.
—¿Es legal que estemos aquí?—tuve que preguntar, aunque era obvio ya que él tenía una llave.
—Es de un amigo y tengo una llave porque siempre vengo aquí. Me relaja este lugar.—entramos y él pegó seguro a la puerta, cerrando nuevamente. Apagó la luz y encendió la de su móvil. Recorrimos un pasillo estrecho entre libros y más libros hasta que llegamos a una pequeña sala y allí en encendió nuevamente las luces pero de ese lugar.—Siéntate.—habían unos enormes sofás que formaban una L.—¿Quieres algo de tomar? Se que hay bebidas, pero no alcohólicas.
—No, creo que estoy bien.
Lo que necesitaba ya era que me besara.
—Está bien. Tienen muchos libros buenos aquí, me he leído unos cuantos.—no parecía nervioso así que no sé qué era lo que esperaba. Quizás quería charlar antes sobre algo, entablar un conversación mientras yo quería ir al grano.
—Travis…¿quieres volver a la fiesta?
—No.
—Yo tampoco, pero menos quiero hablar sobre libros. Si vienes y me besas, no me incomodo. Solo estoy esperando ese momento.—lo vi separar sus labios para decir algo pero solo calló. Se acercó a mi y pegó mi espalda al sofá, no se sentó en él, se había colocado como sobre mis piernas pero sin dejar su peso en ellas. Aquellos enormes ojos me miraban tan de cerca que se me hacía imposible pestañear. Cerramos los ojos casi al mismo tiempo y yo hice sentía sus labios sobre los míos.
Esta vez sí me besó.
El beso con Travis fue tal como lo esperé o muchas veces lo imaginé a raíz de aquel que lo le di hace tiempo.
Aunque ahora fue más que eso.
Su camisa había abandonado su pecho y esas ágiles manos supieron deshacerse de mi vestido con suma facilidad.
Esto iba a pasar y yo me alegraba de no estar ebria, no tenía nervios solo mi corazón amenazándome con irse corriendo de un momento a otro si Travis seguía desnudándose con esa lentitud.
Mi mano tocó su pecho y…su abdomen era digno de apreciar.
Perdería mi virginidad con Travis Becker.