Capítulo 9

1756 Words
Al escuchar voces fuera salgo, pero lo que no me esperaba era que Inuyasha se encuentre en mi casa y que ahora me mire como si fuera una total desconocida. Sus ojos dorados se encuentran petrificados sin dar crédito a lo que ven. Yo estoy muy sorprendida y entonces caigo en cuenta de que él sabe demasiado ya sobre mí. Mi miedo se acumula. Él es como Naraku Debe ser como Naraku, porque solo de esa manera me encuentro el que sea su amigo. Se muerde los labios y pestañea cuando los brazos de Naraku me envuelven. El rechazo que le tengo hace que me tense un poco, solo un poco y agradezco que Naraku no se da cuenta. No puedo controlar eso, es como si cada vez que él intenta acercarse a mí ya mi cuerpo reacciona de manera nerviosa. Mi cuerpo y mente le temen. —Ella es mi esposa Inuyasha—Naraku sonríe—cariño, él es Inuyasha Taisho, ya te había hablado de él antes—una perezosa sonrisa se forma en mis labios, espero que nadie se dé cuenta de lo incomoda que me encuentro. —Claro—susurro despacio y con alegría fingida. —Es un placer al fin conocerte—dice Inuyasha y le paso mi mano la cual toma y deja un beso en ella. Sus ojos son dos pozos oscuros e infinitos de preguntas contenidas porque no puede hacerlas justo ahora. —El placer es todo mío señor Taisho—susurro. —Estas esplendida cariño—las náuseas de tenerlo cerca me atacan, pero trato de controlarlas. —Pasemos al comedor que ya tengo todo allí—anuncio y ellos asienten. Naraku es el primero que camina dejándome atrás. Todos entran menos Inuyasha. —¿Quién demonios eres?—pregunta apretando los labios. —Te lo explicaré, pero por favor, no comentes que me conoces. Por favor—él asiente y entra al comedor. Suspiro queriendo llorar. Ingreso al comedor y sirvo todo. Ellos hablan animadamente y me sorprende que Naraku tenga a personas tan educadas y agradables como lo son estas que se encuentran en el infierno que suelo llamar hogar. —Esto está delicioso Kagome—cometa Ayumi, esposa de Bankotsu. —Muchas gracias—Naraku acaricia mi muslo por encima de mi vestido y mi cuerpo entra en tensión sintiendo el pánico. No quiero. Aleja tu mano infeliz. —¿Por qué no invitaste a tu novia Miroku?—pregunta Naraku limpiando sus labios. —Tenía asuntos que atender—responde él con una pequeña sonrisa. —El único solterón aquí es Inuyasha—se burla Naraku. —Ni te creas, este ahora tiene una obsesión por una chica que conoció—murmura Bankotsu. —¿Enserio?—pregunta Naraku visiblemente sorprendido—¿Quién es Inuyasha?—Inuyasha mantiene la mandíbula apretada. —Alguien—murmura distante. —Es una chica que ayudó un día que trató de suicidarse—mi cuerpo se tensa y soy consciente de que todos en la mesa se han dado cuenta. —¿Una chica que trató de acabar con su vida?—pregunta Naraku mirando a su amigo. —No quiero hablar del tema—dice tajante. —Bankotsu—ahora es Miroku quien le advierte con los ojos. —De seguro es una pobre infeliz que no sabe disfrutar la vida—dice Naraku relajado—no es como que fuera la primera, seguro su novio la dejó o la engañó y ya quiere matarse, las mujeres son tan dramáticas a veces. La suerte es que tengo una mujer muy inteligente que jamás intentaría algo así. ¿Verdad Kagome? —Exacto—miento descaradamente y me hace sentir horrible. —Una esposa muy hermosa y sexy—me besa y me obligo a corresponder de manera entusiasmada. —Creo que ya no puedo comer más, es usted una gran cocinera Kagome—me halaga Inuyasha con un toque de ironía. —Gracias por el cumplido—todos terminan y se van a la sala mientras recojo la mesa. —Te ayudo—Inuyasha aparece y muerdo mis labios. —Creo que yo puedo sola—susurro y él niega. —Estas hermosa Kagome—no sé porque siento mis mejillas calentarse, no puedo creer que me esté sonrojando por un cumplido. —Gracias—susurro terminando y respirando hondo. Camino hasta la sala y Naraku me da una mirada extraña, trato de no estar nerviosa. Ayumi me habla de manera alegre y yo trato de socializar lo cual es un reto enorme cuando todo lo que quiero hacer es estar lejos de aquí. —¿No crees que es momento de que ya tengas un hijo Naraku?—pregunta Bankotsu besando la mejilla de Ayumi. —Puede ser—susurra entonando sus ojos a mi dirección. Trago en seco al ver la lujuria desplazándose en sus ojos. —Necesito ir al baño—le digo a Naraku y él asiente de manera distraída. Necesito aire, siento que me ahogo. —¿Kagome?—Inuyasha sale del baño que se encuentra en el pasillo y lo miro desesperada. —Necesito un favor—él me mira confundido. —¿El qué?—pregunta curioso. —Que Naraku no amanezca aquí, por favor te lo ruego llévatelo esta noche—me siento muy incómoda y expuesta con esta ropa. —Tienes que dame muchas explicaciones, pero voy a tratar ya que Naraku ha pasado toda la noche babeando por ti—me muerdo el labio—veré que hago—no sé qué demonios hago hablando con Inuyasha. Si Naraku se entera me va a matar, pero el asco y la repulsión a que me toque es más fuerte hoy que todo el miedo y el pánico que siento. —Gracias—murmuro un poco desconcertada. Inuyasha no mira en mi dirección y sigue su caminar. Quiero agradecerle, pero no me atrevo. Salgo a la sala y todos se están de pie lo que me indica que ya es momento de que se marchen a sus hogares. Me tenso porque Naraku me sonríe e Inuyasha no me mira, no lo logró, mierda. —Ya nos marchamos Kagome, ha sido un verdadero placer conocerte—Ayumi se acerca y me abraza. Le sonrío un poco y ella se aleja. —El placer ha sigo todo mío—Naraku me abraza y besa la mejilla. —Nos retiramos—todos se marchan menos Inuyasha quien permanece sentado en silencio. —Amor, Inuyasha y yo tenemos asuntos que resolver y no voy a poder dormir en casa hoy—miro a Inuyasha quien mantiene los ojos cerrados y una mano en su barbilla mientras permanece tranquilo. —¿No llegaras hoy?—pregunto despacio. —Sé que querías un momento para nosotros, pero necesito esto. Te veré mañana—asiento y él me besa forzándome a abrir mis labios para que su lengua navegue en mi boca. Al abrir los ojos veo que Inuyasha se ha dado cuenta del rechazo de mi cuerpo hacia Naraku, su mirada me indica que sí. —Adiós—murmuro sintiendo que por fin alguien hizo algo por mí. Gracias Inuyasha. De verdad, gracias. Inuyasha Mientras camino en silencio con Naraku aún no me creo que la mujer que me interesa sea la esposa de Naraku. Esto es una cosa muy jodida, todavía no analizo la situación, pero de una cosa estoy seguro: ella le tiene miedo. No es fácil darse cuenta, pero cuando ya llevo un mes estudiándola me doy cuenta de las reacciones de su cuerpo y ella reacciona de una manera temerosa cuando es Naraku que está cerca de ella. Me da miedo saber qué es lo que pasa, pero parece que la relación de ellos no es todo color de rosas. Me odio, de verdad lo hago porque no pude evitar fantasear con Kagome en ese peligroso vestido. Ella siempre ha guardado ese estupendo cuerpo bajo tanta tela que verla despertó un lado primitivo que no conocía. No puedo verla con los mismos ojos que antes, la veo como lo que es: una mujer. Una mujer muy hermosa, demasiado sensual sin siquiera proponérselo. Me detesto porque justo ahora pienso cosas lujuriosas con la mujer de mi amigo. —¿A dónde vamos Inuyasha?—la voz de Naraku me hace sobresaltar y luego me tranquilizo. —Tengo 10 chicas que solicitan nuestra atención—la cara de Naraku se convierte en una lujuriosa. —Qué bueno que ya sabes que no debes darme sermones por Kagome—solo no quiero que la toques. Me pregunto el por qué Kagome quería a Naraku lejos. Esa mujer me debe demasiadas explicaciones, mi cabeza está hecha un lío, ahora mismo en lo último que pienso es en follar con esas mujeres, por lo que veré que hago. Llegamos a un hotel y marco el piso de la suite. Al entrar prácticamente saltan sobre nosotros. —Como soy bueno, esta noche te la dejo a todas para que te complazcan—grito con una sonrisa fingida. —Esto es lo mejor—me encierro en unas de las habitaciones lanzándome a la cama. Kagome Higurashi. Esposa de Naraku que salvé el día de su suicido. Una chica tímida que le teme a todo. Dios mío ¿en qué lío me estoy metiendo? Pensé que todo era parte de descubrirla, pero verla esta noche, mi cabeza está hecha un caos, un lío muy fuerte. Solo pienso en cómo se sentiría mis manos en esa delicada piel, agito mi cabeza espantando esos pensamientos. Esta noche me controlé excelente, porque esos labios de ella me pedían a gritos que me lance a ellos. No sé a qué viene esta actitud, pero no me la puedo sacar de la cabeza. Sé que estoy entrando en un territorio bastante peligroso, pero no lo puedo evitar. Una noche, una noche y me tienen hecho un manojo de nervios. Esa mujer es prohibida para mí, cualquier propuesta por mi parte es prohibida para ambos. Todo es prohibido para ambos. Pongo música cundo los gemidos se escuchan claros y cierro los ojos poniendo una mano sobre ellos. Kagome Higurashi. La verdad necesito una mujer urgente porque al parecer estoy necesitando de más a una persona prohibida. Creo que no me había dado cuenta de que Kagome me gusta y eso es algo que me ha quedado claro hoy. No pensé que me llegaría a gustar, digo, las conversaciones con ellas son agradable, me gusta tenerla cerca, pero no la había visto como la mujer que es. Ese fue mi error, no verla como mujer y ahora sí, porque ella es eso; Una mujer. Cuando abro los ojos me siento agotado. Mi teléfono es el causante de que despierte. Un bostezo se escapa de mis labios y apago la música que tenía. Ya no se escuchan gritos por lo que salgo y me encuentro a todas las chicas desnudas y a Naraku igual. Ignorándolos entro a la cocina por un vaso de agua. Lo bebo todo y vuelvo a la habitación tomando el celular. ¿Te gusta lo que ves? Una foto de Midoriko en ropa interior y en una posición muy comprometedora llega a la pantalla de mi celular. Me pierdo un segundo en sus curvas, pero no provoca nada en mí. Bloqueo el número y borro la foto sin responderle. Miro la hora y ya son las 5:30 por lo que me doy una ducha y me preparo. Kagome tiene muchas respuestas que darme luego de esta noche. Navego en internet y mordiendo mis labios inseguros, hay una pequeña parte de mí que cree saber lo que le pasa a Kagome, pero no creo que Naraku sea capaz de hacer algo así por lo cual descarto la idea, sin embargo, tengo que preguntarle a ella. Al parecer no conozco del todo a la persona que duerme tranquilamente en mi sala y tengo miedo de lo que pueda llegar a descubrir.
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