Capítulo 10

1408 Words
Respiro hondo antes de salir de casa. No quiero ver a Inuyasha, sé que va a preguntar y no quiero responder a nada. No evito una pequeña sonrisa, al menos hizo lo que le pedí y sacó a Naraku de la casa. No sabe lo agradecida que estoy con el luego de eso, pero no le puedo decir la verdad, sé que me verá como la culpable de todo y no me va a creer nada. Naraku es su amigo desde hace años, yo solo soy una loca que se lanzó de un puente y que él ayudo para que no se mate. Pensé en luchar, y lo que hice anoche me ha dado un poco de coraje, coraje para salir de este abismo en el que me encuentro. Tengo años ignorado algo y es que necesito ayuda. Sango no me dio aquella tarjeta para que no la use, fue para que me ayude. Anoche vi varios documentales de mujeres como yo y ellas pudieron salir adelante, quiero hacerlo. Quiero que este miedo desaparezca de mí, quiero ser libre, quiero a mi familia quiero mi vida de regreso y voy a luchar para conseguirla nuevamente. Al llegar a la empresa suspiro con pesadez, es hora de que hable con Inuyasha. —La peste llego a este lugar—Kikyo grita y los demás se ríen. Me hago de oídos sordos y sigo caminando al área de diseño donde debe de estar él. Al abrir la puerta en silencio me quedo paralizada. Midoriko está aquí y tiene una conversación bastante privada con Inuyasha. —Te extraño Inuyasha—dice ella y pestañea haciendo que se vea adorable. —Ya dije que no quiero nada contigo Midoriko, busca otro títere para jugar—ella sonríe de manera maliciosa y muerde su labio de una manera descarada. —¿Tengo que recordarte lo bien que se siente estar conmigo?—pregunta de manera pretenciosa. —Déjame en paz, no quiero absolutamente nada de ti, entiéndelo—ella abre los ojos con sorpresa. —Respuesta equivocada Inuyasha—lo rodea—sabes que aún estoy en tu mente, no sé por qué tienes todo ese drama del chico plantado, eres un adulto ya supéralo—murmura como si aquello fuese lo más aburrido que tuviera que vivir. —Sabes que no me gusta ser grosero con las mujeres—dice Inuyasha. —Y esa es una de las cualidades que más me gustan de ti—responde con una sonrisa macabra en sus labios. —Por esa razón te pido cordialmente que te marches de este lugar, por favor—Midoriko sonríe y se aleja. —Sabes que soy a quien amas todavía—él se queda en silencio y ella se ríe—cuídate Inuyasha, porque puedo hacer que caigas en mis redes más fácil de lo que crees—Inuyasha solo la mira en silencio. Me oculto cuando ella sale y respiro aliviada al saber que no me vio y no estaré en problemas por ello. Entro y veo a Inuyasha con la cabeza baja y me quedo en silencio, nunca he sabido consolar a nadie, mi silencio es lo único que le puedo brindar en este momento. Creo que esa chica tiene una belleza externa que cualquier mujer desearía, pero que carece de mucha belleza interna porque por dentro está muy vacía y horrible. —Kagome—dice Inuyasha mirándome—o ¿debería llamarle señora?—cierro los ojos y muerdo mis labios en señal de nerviosismo. —Yo... —Tú tienes mucho que contarme Kagome, no sé quién demonios eres—miro a otro lugar evitando su mirada—dime la verdad, por favor—asiento en silencio. —Yo... Recuerda que la vida de tu familia está en mis manos Kagome, dices algo que no debes y puedes saber que al día siguiente no existirá ni rastro de ellos. La voz de Naraku llega a mi mente recordándome que estoy atrapada en su cuerda, que tengo todo amarrado, estoy atada a él. —Ese día estaba muy deprimida—susurro lentamente—yo engañé a Naraku y mi conciencia no me dejaba vivir en paz—Inuyasha me escucha en silencio y me siento horrible—estaba en una etapa muy fuerte y como soy una cobarde intenté acabar con mi vida—sus ojos me observan como si supiera que miento y que todo lo que sale de mis labios no es más que una falsedad. —¿Naraku sabe eso?—pregunta despacio mirándome neutro. —No tengo el valor para decírselo—suspira con pesadez. —¿Por qué mientes?—abro los ojos con sorpresa y trato de mantener mi serenidad intacta. —No lo hago—él niega mirándome con seriedad. —Si lo haces Kagome—ambos nos quedamos en silencio. Mis ojos gritan que sí, que todo es una mentira. Desearía confesarle la verdad, desearía que me ayude a salir de este infierno, pero no puedo. Naraku me tiene sujeta a él y un paso en falso y personas inocentes pagaran las consecuencias de mis actos. Tengo miedo, le temo demasiado a ese ser sin sentimientos que solo me tiene como un juguete en su vida y una esclava. Desearía saber lo que pasa por la mente de Inuyasha en este momento, pero me aterra al mismo tiempo. —No. No lo hago—digo más determinada. —¿Por qué lo sacaste de tu casa ayer?—pregunta y me deja muda, no había buscado una historia para eso porque estaba demasiado feliz en saber que no me tocó ni pegó anoche. —Necesitaba mi espacio—respondo bajo. Sus ojos me observan en busca de respuestas a través de mis ojos. Siento como si él quisiera escuchar los gritos de mi alma rota. Gritos atrapados. —Necesito la verdad Kagome o nunca vamos a avanzar—el miedo por primera vez cruza su mirada--¿Naraku te hace feliz?—muerdo mis labios evitando su mirada. —Si—respondo sin mirar. —Responde mirándome a los ojos—susurra y no lo hago. No puedo mentirle mirándolo a los ojos. —Me estoy sintiendo incómoda—murmuro. —Yo me siento muy incómodo Kagome, me tienes en un enredo que no sé qué hacer—muerdo mis labios en silencio. —Solo no quieras saber más—sin esperarlo sus manos tocan mis hombros que inconscientemente se tornan tensos y me hace mirarlo. —Miéntenme de frente—susurra. Inuyasha No puedo alejar mis ojos de la mirada chocolate que huye de mí. Sé que miente. Ella lo hace. Si fuera verdad lo del supuesto amante entonces ella no estaría tan aterrada a los hombres, ¿Por qué temer a algo que ya está acostumbrada? Ella tampoco parece ser de las mujeres que se hacen víctimas, su inocencia es limpia y muy pura. Kagome miente, ya llevo demasiado tiempo junto a ella para saber cuándo miente y cuando dice la verdad. Ella a veces es transparentemente misteriosa. Y descubrirla es algo que deseo hacer. —Inuyasha déjame—murmura aterrada. —Dime la verdad por favor—ella tiene los ojos cristalinos y aunque me duele debo tratar de sacarle la verdad. —No voy a decirte nada—se aleja y veo una lágrima salir fuera de sus ojos, quiero abrazarla y tratar de ayudarla, pero no puedo hacer nada mientras ella no dé el paso número uno. Lamentablemente no la puedo ayudar. —¿A que le temes?—pregunto lejos de ella. —Por favor detente—ella sale corriendo y me quedo mirando el lugar por donde huyó. —Inuyasha ¿Qué paso? Acabo de ver a Kagome correr como loca—dice mi madre entrando—ni siquiera se dio cuenta de que yo venía—murmura. —La incomodé mucho—digo cerrando mis ojos—hay que dejarla sola por ahora—ella asiente--¿necesitas algo?—pregunto mirándola. —Solo venía a saber cómo van las cosas entre ustedes—cierro los ojos. —Cuando parece que avanzamos todo retrocede—ella me abraza. —Ella es buena chica—susurra mamá y me hace mirarla—cree en ella—asiento. —Ella oculta algo que de verdad la atormenta—digo y ella asiente. —En sus ojos solo se vislumbra tristeza—asiento de acuerdo a sus palabras. —Quisiera ayudarla, pero es muy tímida—mamá se levanta y besa mi frente. —Sé que podrás con ella, solo ten fe en ella—dice—me tengo que ir, cuídala—sale y me deja solo. Kagome Higurashi. Desearía saber más sobre ella, tengo miedo de que mis dudas sean verdaderas. No me cabe en la cabeza que Naraku la haya maltratado, o en el peor que haya abusado de ella. No me cabe imaginarlo, eso sería tan asqueroso y enfermo. No me cabe ese pensamiento. Kagome se ve de las chicas que le gusta el romance, que le agrada mucho el cariño, ella en silencio grita ayuda. Puedo verlo en sus ojos y me siento aterrado. Mi amigo de muchos años haciéndole eso a ella, no me cabe la idea. Alejo esos pensamientos lejos y la veo entrar más calmada. —¿Te sientes mejor?—pregunto y ella asiente. —Trabajemos—no comento nada. Nos dedicamos a trabajar en silencio que esta vez no trato de llenar, ambos tenemos muchas cosas de las cuales pensar, necesitamos cuestionarnos y tratar de normalizar nuestras ideas. Ella se detiene de pronto por lo cual la miro. Lágrimas bajan por sus ojos y su cuerpo tiembla. —¿Kagome?—su labio inferior tiembla sin control y me asusto mucho. —Me preguntaste a que le temo—dice con voz rasposa. —Si—susurro despacio. —Le temo a él Inuyasha—dice llorando—le temo mucho—la abrazo sin pensarlo bien, solo necesito tenerla en mis manos y que se sienta a salvo.
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