Capítulo 13

1470 Words
Despierto y me encuentro con algo que no veía en mucho tiempo; el sol de las mañanas. Se filtra por el enorme ventanal que habita en la habitación. Con un suspiro me incorporo en la cama mirando detenidamente la habitación, ya que ayer no estaba concentrada en eso. Es espaciosa, es cálida, es reconfortante. Es como los brazos de Inuyasha anoche. Miro la sábana que cubre mi cuerpo y no recuerdo haberme arropado anoche por lo que deduzco que Inuyasha fue quien cuido de mi anoche. No intenté ligar. No intenté propasarse. Inuyasha no intento hacer nada conmigo y le estaré eternamente agradecida. Mis muñecas duelen por lo que las miro. Las marcas de las esposas que Naraku puso en mi ayer aún continúan. No guardé su cena hecha ya que pensé en que llegaría ebrio y tarde, pero me equivoqué y terminé esposada y viendo como él se divertida con su amiga. Fue de esa manera en que mis muñecas terminaron con este color horrible en ellas. Duelen, pero prefiero esto a que Naraku se divierta conmigo de una manera s****l. Me pongo de pie viendo la hora. Mis ojos se abren como platos, es tarde, es casi medio día. Salgo de la cama sintiendo vergüenza. Inuyasha creerá que soy toda una holgazana, pero la verdad es que tenía mucho sin dormir sin miedo a que Naraku entre a la habitación y me force a hacer algo que no quiero. Lamo mis labios y entonces la puerta es tocada por lo que me sobresalto. Arropándome un poco grito un adelante y por ella entra un Inuyasha quien viste de una manera casual. Mis ojos curiosos lo recorren y me siento avergonzada ¿Qué me pasa? ¿Desde cuándo escaneo a un hombre con la mirada? Esas preguntas hacen que me sonroje un poco y que Inuyasha me mire curioso. —Buenos días Kagome — dice con una sonrisa — ¿dormiste bien? —Pregunta mirándome. —Si — susurro avergonzada — gracias — él me da una mirada antes de salir y luego regresar. —Aquí hay toallas, un cepillo de dientes por si olvidaste el tuyo — me sonríe — da gracias que hoy es tu día libre por lo que no te desperté — asiento — te dejo para que te bañes — sale y doy un suspiro antes de ir al baño. Cuando entro y me despojo de mi ropa estoy decidida, necesito superarme. Ya no quiero más de esto en mi vida, todo esto en algún momento me va a superar y no quiero volver a caer en la tentación de acabar con mi vida. No cuando estoy descubriendo la manera en la que puedo pintar el lienzo que sigue blanco en espera de color, en espera de cambios en mi vida. Necesito acabar con todo esto. Cuando salgo me visto como usualmente lo hago. Respirando hondo salgo de la habitación y camino hacia abajo. —Inuyasha — lo llamo porque fácilmente podría perderme en esta casa, es enorme. Inuyasha aparece en mi campo de visión por lo cual mi mirada cae en él. —Ven, vamos a desayunar — lo sigo en silencio y todo esto me parece agradable, no estoy asustada, no estoy alerta. Se puede decir que es la primera vez luego de mucho tiempo que me relajo. Me relajo totalmente. Inuyasha me sonríe y estoy creyendo que quizás Inuyasha. Quizás Inuyasha me atrae. Espanto ese pensamiento, eso sería la muerte de ambos. Inuyasha es prohibido para mí y yo para él, eso jamás dedo dudarlo. Eso sería prohibido para ambos. Alejo todos esos raros pensamientos, creo que estoy confundiendo todo, creo que es porque Inuyasha es amable y agradable conmigo, si, debe ser eso. No puedo mirarlo como algo más que un amigo, además de que el ama a otra mujer. Él tiene a Midoriko en todos sus pensamientos. —Kagome — pestañeo y lo tengo cerca de mi mirándome a los ojos, muy cerca — Kagome — repite, me asusto por lo que trato de retroceder causando que nuestros labios se rocen, se rocen lentamente. Abro los ojos con sorpresa e Inuyasha está igual. —Yo creo que es mejor que me marche — murmuro alterada. —¿Tienes dinero para un taxi? —Pregunta Inuyasha y niego avergonzada. Él me tiende un dinero que no dudo en tomar, necesito salir de aquí. Acabo de estropear todo. Busco mis cosas y salgo sin despedirme. Mi corazón sigue acelerado. Solo fueron segundos, pero sus labios rozaron los míos, aun siento la suavidad de sus labios. Mis manos tiemblan sin razón, no tengo miedo, pero me siento aterrada. Busco mi celular, pero un auto se detiene frente a mí. —¿Kagome? —Sango me mira con la boca abierta — sube — avanzo al copiloto y tomo asiento. —Llévame al grupo de ayuda Sango, ya me di cuenta que lo necesito — ella me mira con lágrimas — voy a tomar terapias con una psicóloga a escondidas de Naraku, ya estoy consciente de lo que pasa y yo necesito acabar con todo este enredo que es mi mente. Quiero vivir sin este temor Sango, quiero ser libre de todas estas cadenas que llevo puestas atándome a él — ella me sonríe de manera temblorosa. —Yo te voy a ayudar amiga, yo lo haré — me dice poniendo el coche en marcha. Le sonrío agradecida. Sango nunca se ha rendido para que yo salga de la oscuridad, creo que ella es mi ángel guardián. Inuyasha Ese picor en mis labios aun no desaparece, la dulzura de su aroma tampoco. Tuve que hacer uso de todo mi autocontrol para no lanzarme hacia ella como un primitivo y comerle la boca. Cierro los ojos mirando el desayuno, ya no tengo hambre, o bueno, tengo hambre de los labios de Kagome. Me siento extraño, esa mujer hace de mi un auténtico maniático, pero es tan diferente. Es necesitarla, cada vez me doy cuenta de algo. Estoy enamorado de Kagome. Y eso no es lo que tenía en mis planes. Tengo que alejarme de ella. Lo tengo que hacer o voy a enloquecer. Salgo de la casa dispuesto a ir a la empresa, necesito un tiempo fuera de la ciudad, pero eso no va a parar mis investigaciones. Necesito saber si mis suposiciones son falsas y Naraku no tiene nada que ver, o si todo es verdad y él es el causante de todo el sufrimiento de esa chica. Al llegar a la empresa voy directo a la oficina de mi madre abro la puerta sin tocar lo cual la sobresalta. —Voy a salir de viaje — digo de inmediato, ella deja caer el bolígrafo que sostenía para mirarme con los ojos abiertos y suspiro. —¿A dónde? —Pregunta casi gritando — ¿Cuánto tiempo? —Pregunta asustada. Se lo que quiere preguntarme, ella tiene miedo de que dure años como antes de volver, suelto un suspiro. —Ya le dejé los detalles a Kagome de lo que debe arreglar, necesito relajarme — ella levanta las manos y camino hasta ella para agacharme y que ella acaricie mi pelo. —¿Qué pasa Inuyasha? —Pregunta suavemente. Suelto un suspiro. —Me estoy enamorando de una mujer prohibida para mí — digo y ella deja de tocar mi pelo para mirarme. —¿Qué mujer Inuyasha? —Pregunta y vuelve a tocar mi pelo. —La mujer de un amigo. Ella es tan dulce y hermosa, es tan cerrada y tantas cosas que me envuelven, tengo unas ganas enormes de protegerla siempre. Deseo besarla, es una maldición mamá, necesito alejarme de Kagome Higurashi — mi madre no parece muy sorprendida. —Es muy complicado — me dice — ¿ella ama al esposo? —Muerdo mis labios. No sé qué pasa, pero no están en su mejor momento — mamá me mira y me da una sonrisa. —¿Por qué no te llevas a ese amigo tuyo de viaje? —Me pregunta — así puedes averiguar que sucede — asiento entendiendo su punto. —Gracias, creo que iré hablar con él — me pongo de pie — duraré un mes o dos — ella me da una sonrisa. —Dura hasta que tu corazón deje de quererla Inuyasha — me dice — Kagome es tan tímida que es difícil entender cómo es que se cuela tan fácil dentro de los corazones ajenos — me da un beso — anda hijo. Salgo de la oficina de mi madre más tranquilo para encontrarme a la víbora de Midoriko. —Inuyasha — me sonríe — ya te extrañaba hermoso — sigo sin decir nada. Camino ignorándola y pudo vislumbrar su cara desencajada, es la primera vez que lo hago. Ahora mismo no me importa nada. Solo necesito dejar de sentir eso por una mujer prohibida. Saco el teléfono y le marco a Naraku. —¿Te place viajar conmigo? —Pregunto. —¿Un viaje gratis? —Pregunta — por supuesto, el tiempo que quieras — suspiro colgando. Ya está decidido Kagome, tengo que olvidarme de ti antes de que sea muy tarde.
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