Cuando Inuyasha apareció frente a mí solo una palabra llego a mi mente: problemas. Aún estoy sorprendida por la actitud de Naraku hacia Inuyasha, puedo creer que él de verdad lo considera un gran amigo. O tal vez solo se aprovecha de que Inuyasha es rico y apuesto lo lleva de vacaciones con él muchas veces, debo agradecerle a Inuyasha todas esas veces donde lo mantuve ocupado y yo feliz de que lo hiciera. No es fácil soportar respirar el mismo aire que ese maldito infeliz. Naraku es una basura de hombre, un canalla que merece todo lo malo de esta vida.
Hoy llevó a esa chica que se adueñó del infierno que llamo casa y me echaron, ellos me echaron descalza y con esa bata que ella trajo, me echaron aun sabiendo que estaba haciendo un frío insoportable. Pero prefiero tener frío que tener a Naraku cerca de mí, prefiero que me Torturen a que Naraku toque mi piel ensuciándola con sus asquerosas manos más de lo que ya lo ha hecho. Prefiero cualquier cosa que no sea a ese bastardo cerca de mí, nunca nadie se ha ganado tanto desprecio como lo tiene Naraku. Y eso que no me gusta odiar.
Pero es algo inevitable cuando él es una basura de persona que solo mancha nuestra sociedad. No me importa que lo llevó a ser un maniático, tal vez tuvo un pasado duro, tal vez solo lo hace porque le parece divertido verme sufrir. Lo que quiero decir es que no me importa cuál es la excusa que tiene Naraku para todo el daño que me hace; no hay razones para justificar sus acciones. Naraku es lo que más temo y por lo que estoy estancada en este túnel sin salida, espero algún día tener el valor de salir por mí misma.
Inuyasha conduce en silencio y yo estoy nerviosa, estaré en su casa, bajo su techo. Eso me pone nerviosa y mucho. Muerdo mis labios mirando por la ventana, pero no puedo ver nada ya que solo es oscuridad lo que se percibe. Mañana pienso ir a ese sitio de ayuda que Sango me recomendó. Quiero lograr lo que me propongo y eso es salir del agujero donde estoy estancada. No pienso ser más esta sombra de chica, quiero vivir sin temer a que ese lunático me violara o maltratara, estoy agradecida. No sé qué pasa, pero desde ese día que Inuyasha me salvó Naraku no me ha puesto un dedo encima. Si ha habido golpes, pero no igual que antes, está más tranquilo lo cual que tiene en alerta, no sé a qué se debe su comportamiento extraño, no digo que me molesta, es obvio que no cuando no tiene sus sucias manos sobre mi cuerpo ,
Inuyasha detiene el auto y luego lo rodea para abrirme la puerta. Con un último suspiro salgo del auto con su ayuda. Mis ojos se abren enormes cuando veo el grandioso lugar. Es lo más parecido a una mansión.
—Es hermoso — murmuro enternecida con todo lo que veo.
—Vamos dentro, hace mucho frio — asiento de manera distraída y lo acompaño. Él lleva mis cosas y no digo nada, aunque quiero bombardearlo con preguntas.
—Ya están todos durmiendo — comenta — sígueme — lo sigo sin rechistar subiendo las escaleras. Inuyasha sigue caminando hasta dar con el pasillo izquierdo donde abre la última puerta — esta es una de las habitaciones para huéspedes, siéntete cómoda — me dice y entro mirando la habitación horrorosamente espaciosa.
—¿Por qué me ayudas tanto? —Pregunto cruzada de brazos — soy apenas una chica que conociste hace algunos meses, no somos nada — termino de decir sentándome en la cama.
Inuyasha entra cerrando la puerta. Cierro los ojos esperando enloquecer, esperando que mi corazón lata como loco, esperar que mis ojos se llenen de lágrimas, pero nada de eso pasa.
Abro los ojos y miro a Inuyasha quien está sentado frente a mí. Sus ojos parecen tan profundos.
—No lo sé —respondió pareciendo sincero — tengo algo que me hace querer protegerrte de todo lo malo. No sé qué me pasa contigo, pero desde que te salvé quiero salvarte de todo lo malo. Te veo como una chiquilla perdida a la cual debo oriental — algo dentro de mí se oprime de mala manera y eso hace frunza el ceño.
—No soy una niña — le digo mordiendo mi labio de manera distraída.
—Eso lo sé, sé que eres toda una mujer Kagome—dice con la voz un poco aguda—pero te veo de esa manera—respiro hondo porque no sé qué me pasa, me estoy enojando.
—¿Solo por eso me ayudas?—pregunto limpiando el sudor de mis manos.
—Me recuerdas que tengo una sobrina pequeña que cuando mayor puede ser tú, no quiero eso, no quiero que ella tenga esa mirada tan dolida en vez de tener una brillante mirada que resplandeciera—un jadeo queda atrapado en mis labios—eso es lo que pasa Kagome. Déjame ayudarte por favor—miro a otro lugar extrañada. Quiero que me abrace, quiero que nuevamente me sienta protegida en los brazos de él.
¿Qué me pasa? Esta definitivamente no soy yo y no entiendo porque quiero un abrazo de él justamente, o tal vez sí. Inuyasha me hace sentir lo que hace mucho no sentía: estar protegida. Encuentro una calidez familiar en sus brazos que me recuerda a mi familia. Me recuerda cuando ella me despertaba regalándome una bella sonrisa cada mañana.
Como molestaba a mi hermano pequeño hasta hacerlo enloquecer. En como escuchaba atentamente lo que mi abuelo me contaba para que pueda hacer mis tareas de historia. Son tantas cosas que un solo abrazo puede ofrecerme que me confunde mucho, demasiado.
—¿No deberías irte a dormir?—pregunto mirándolo fijamente.
—Claro, espero que descanses Kagome—él se aleja y luego lo que detenerse. Se da la vuelta y cierro mis ojos al sentir sus labios en mi frente de una manera cariñosa. Cuando lo veo caminar a la puerta entonces soy yo al que corre y lo abraza de espaldas.
—Por favor, déjame abrazarte—susurro con mi cabeza enterrada en su espalda.
Inuyasha
La cabeza de Kagome está hundida en mi espalda y sus frágiles brazos me envuelven con fuerza. Una de mis manos sube y aprieta uno de sus brazos. Sé que ella esta atormentada, lo es y lo siento.
Cuando la besé en la frente no pensé con claridad, solo sé que moría por besar sus labios y asegurarle que estaré para ella siempre. Esto es tan confuso, no entiendo nada de lo que me pasa con esta chica.
Doy la vuelta y la vuelvo en mis brazos de una manera como si quisiera que nunca se escape de mí. Que nunca huya y eso solo hace todo más confuso. Su dulce aroma se filtra en mis fosas nasales y entonces doy por hecho que me gusta tener a Kagome cerca, me gusta cada cosa de ella.
La pregunta ahora es ¿de qué manera me gusta Kagome? Aun no tengo claro si solo es un gustar como amiga, como la chica que quiero proteger o simplemente como lo que tengo prohibido verla, como una autentica mujer.
Una voz en mi cabeza me recuerda que ella es la mujer de mi amigo, pero también esta Naraku aprovechándose de su ingenuidad para tener más mujeres con él. No sé qué me pasa, pero es como si ahora estuviera debatiendo en mi mente como mirar al hombre que he llamado amigo por años. Algo que dice que él es causante de todo el dolor de Kagome, pero ¿siempre habrá fingido frente a mí? Ella le teme, pero Naraku es mi amigo.
Camino en silencio con Kagome abrazada hasta estar ambos en la cama sentados nuevamente sin movernos de nuestra posición.
Desde Midoriko no había tenido este acercamiento con una mujer, Kagome simplemente me ha arrastrado hacia ella.
No sé el tiempo exacto en el que permanecemos así, pero cuando siento suave la respiración de Kagome me doy cuenta que se ha quedado dormida en mis brazos. Yo con mucho cuidado la acomodo en la cama, busco una sábana y la cubro. Su cabello azabache esta esparcido por la cama y sonrío un poco. Ella parece un pequeño ángel, un precioso y pequeño ángel.
Me encuentro detallando su rostro. Como sus largas pestañas hacen de sus ojos algo muy increíble, en como sus labios están entre abiertos y estoy tentando a querer probarlos. Ella es hermosa. Kagome se remueve en la cama y las mangas de su abrigo suben un poco. Esos moratones siguen ahí. Observo detenidamente y parece que es estos moratones son de tener esposas, ya lo había visto en mi una vez cuando joven que Midoriko y yo terminamos en prisión, son las mismas marcas que ella y yo teníamos. Miro a Kagome quien sigue durmiendo ajena a que yo descubro otra cosa más que ella oculta.
¿Cuál será tu gran secreto Kagome? No evito dar la vuelta y rodearla hasta sentarme despacio en la cama. Mi mano despacio y con cuidado toca su cabello, es tan suave. Estoy tentado a olerlo, pero paro en seco y luego me levanto, será mejor que salga de aquí. Miro a hora.
2:44AM
Estrujo mis ojos, llevo dos horas mirando a Kagome dormir. Con una última mirada salgo de la habitación para caminar hasta la mía que queda justamente al frente. Entro y me despojo de mi ropa y camino hasta tomar una ducha.
¿Por qué Kagome tiene esas marcas de esposas en sus manos? La pregunta se forma en mi mente y miles de respuestas apareceren como las más acertadas, pero entre esas respuestas hay una que quiero ignorar.
Naraku es el culpable.
Niego lentamente. Naraku no sería capaz de hacerle daño ¿verdad?
Me acuesto en la cama y controlo el deseo de ir a contemplar a Kagome dormir. Es algo digno y hermoso de ver. Ella es alguien hermoso de ver.
Mañana comenzaré mi investigación, necesito saber si todas las conclusiones que tengo culpan a mi amigo de violencia. No quiero hacerme la idea de que Naraku golpee a Kagome, pero estoy seguro de que no fue ella quien quiso salir por cuenta propia tan desprotegida y con el frío que hacía. Muchas cosas apuntan hacia Naraku y tengo miedo de que todo sea lo que yo odio.