Capítulo 17

1442 Words
—Eso es todo por hoy — me levanto viendo como Kaede, secretaria de mi psicóloga Yuka me ayuda a ponerme de pie — haz mejorado mucho Kagome, me gusta mucho esa vibra de confianza que veo en ti — me da una sonrisa amigable. Y es verdad. De a poco estoy recuperando mi confianza. ¿Es difícil? Por supuesto que lo es, después de todo Naraku acabó con mi autoestima y es difícil volver a tenerla. Hay momentos donde me siento como una basura y recuerdo todas las veces que me hizo sentir insignificante a su lado. Todas las veces que me hizo sentir como una idiota que ni en la cama podía complacerlo. Es muy difícil después de tanta violencia verbal, psicológica y física que mantuvo sobre mí. Han pasado tres meses. Voy al grupo de ayuda siempre y me siento reconfortante. Poco a poco me siento como una mujer diferente. Hice muchas amigas allí que han pasado por lo mismo que yo y aun así no pierden esa sonrisa que las hacen ver como unas auténticas luchadoras. Mi miedo a los hombres se ha reducido. Estoy poniendo todo de mi parte para ser una persona normal. Estoy poniendo todo, no niego que el tormento y el miedo a veces me presionan, pero Yuka, mi psicóloga, me ha dado unos consejos para cuando eso suceda. Estoy tratando de recuperar a la persona que deje morir. —Gracias — le digo con una sonrisa. —Sabes que debes contarme en nuestro próximo encuentro eso que más te atormenta — miro a otro lado y lamo mis labios. —Comprendo — ella se acerca y me abraza. —Eres una chica estupenda Kagome — me mira a los ojos — créetelo por favor — besa mi frente y se aleja — ahora debo atender más pacientes. Necesito que te cuides y no dejes que los pensamientos negativos te hagan sentir prisionera — me arreglo el abrigo que traigo. —Hasta la próxima semana Yuka — ella me da una gran sonrisa. —Hasta pronto — salgo de su consultorio sintiéndome más tranquila. Me ayuda mucho hablar con ella. Sintiéndome más tranquila conduzco para la empresa. Una sonrisa de tranquilidad se posa en mis labios. En tres meses estoy más pacífica y más positiva. Eso se debe a que ahora voy tres veces por semana con mi psicóloga. Estoy agradecida de que existan personas con la capacidad suficiente como para ayudar a personas como yo. Bajo del coche y subo al despacho que comparto con Sango. Luego de que Inuyasha se haya marchado ya solo faltó un mes y terminé los detalles que faltaban. —Volviste—Sango me regala una sonrisa y sus ojos están inundados de emoción lo que me hace enarcar una ceja. —¿Me pierdo de algo?—pregunto y ella sonríe risueña. —Tengo una cita, pero estoy nerviosa—cubro mis labios de manera dramática. Ella ríe de mi acción y me abraza con fuerza. —¿Cómo es él?—pregunto con curiosidad. —Dios Kagome. Tuvimos ya tres citas y en la última me besó. Fue indescriptible lo que sentí, mis labios nunca se han sentidos tan familiar contra otros. Mi corazón latió como loco, estuve eufórica y después del beso aun sentía ese cosquilleo en ellos—le sonrío un poco incómoda y ella lo nota—lo siento Kagome—suspiro y muerdo mis labios. —Antes de irse—dudo si continuar, pero Sango es mi mejor amiga y nunca sería capaz de hacer algo que me pueda poner en riesgo—antes de irse él me besó—le digo despacio ella me mira confusa y suspiro—Inuyasha me besó antes de irse al viaje con Naraku—ella abre los ojos ahora con bastante sorpresa. —Dios mío, Kagome—dice en un jadeo—cuéntame todo—lamo mis labios en señal de nerviosismo. —Estaba en casa y él fue, habló de amar a alguien que resultaba ser yo y se iba para olvidarme—miro a otro lugar—antes de él irse me besó—termino de decir. —¿Cómo se sintió Kagome?—pregunta con una sonrisa extraña. —Yo... no lo sé—suspiro sentándome—solo fue extraño. Me sentí diferente—juego con mis manos—y luego sentí un picor extraño en ellos—la miro a los ojos—no sé qué me pasa—ella me abraza. —Creo que te gusta él, Kagome—niego rápidamente. —No puede gustarme ningún hombre—ella me abraza con fuerza y besa mi cabeza. —Solo cuídate, primero sanas y luego disfrutas de eso que sientes cariño—la miro confundida—yo me tengo que ir—besa mi frente—te dejo—ella toma su bolso. —Si Naraku se entera lo que pasó con Inuyasha me mataría—ella sonríe con tristeza. —Él no te hará nada, ¿Cuándo se muda tu familia?—pregunta sentándose para acomodar sus zapatos. —La semana próxima—aseguro con tranquilidad. —Me gusta como estas ahora. Puedo ver un poco de la antigua Kagome—con esas palabras sale del despacho—lo siento—la escucho disculparse y sonrío. Ella es tan despistada a veces. Mi teléfono suena y veo en el identificador a mi madre. Sonrío y lo pongo en alta voz mientras enciendo el ordenador sentándome en mi silla giratoria. —Hola mamá—saludo tras descolgar la llamada. —Hola hija—escucho como Sota grita mi nombre—después hablas con ella—silencio—luego le digo, no la quieras solo para ti—me río mientras abro la carpeta que tengo que terminar por hoy—me gustaría que vengas a cenar con nosotros hoy, tu hermano esta como loco porque no has venido en estos dos días, le digo que trabajas, pero ya lo conoces—me río porque Sota puede ser muy consentido a veces, no niego que adoro como es. Ese niño me hace sentir tan amada y querida que solo Dios sabe cuánto amor siento hacia él. —Está bien, salgo a las seis hoy. Ahora debo colgar porque tengo trabajo que hacer, te amo—le digo. —Yo también te amo hija—escucho un beso y luego el pitido que me da entendido que la llamada terminó. Me dispongo a trabajar y sonrío. Creo que pasaré por la tienda para llevarle golosinas y un nuevo videojuego a Sota. Quiero consentirlo tanto, tengo el dinero para hacerlo ya que Naraku era quien monopolizaba mi dinero, pero ya que no está tengo dinero suficiente para consentir a mi pequeño hermano. Mi teléfono suena nuevamente y sonrío. Al parecer Sota no me quiere dejar trabajar hoy. Tomo la llamada sin mirar. —Sota debes dejarme trabajar, mi jefa es amable, pero si me encuentra de holgazana me regañará—digo con dulzura. —Mi madre nunca te regañaría y mucho menos si utilizas un tono tan encantador—mi respiración desaparece porque conozco esa voz perfectamente. Esa voz varonil que me pone nerviosa. Lamo mis labios. —Inuyasha—susurro asombrada tras tres meses sin escuchar su voz. Inuyasha —No quiero ser un fornicador adultero como tú—le digo a Naraku colocándome una camiseta—y eso equivale a no ir a la fiesta—él rueda los ojos. —No serias un adultero porque no estas comprometido—me aclara—desde que hemos llegado no has tenido sexo con nadie amigo, estoy preocupado por ti—me río despacio. —¿Escuchaste eso, Miroku?—digo en medio de la llamada. Escucho la risa por el altavoz de Miroku. —Alguien se preocupa por si tu polla funciona amigo—me dice Miroku—apuesto a que Naraku tiene miedo de perder su oportunidad de follar contigo—Naraku rueda los ojos. —Eso no es gracioso Miroku—dice gruñendo molesto. —Entonces deja la polla de Inuyasha tranquila en su lugar. Él está tomando un descanso, lo que deberías hacer tú. Ya que estás haciendo un desmadre en todo Brasil—termina de decir molesto. —Eso es porque no has visto como mueven el trasero las brasileñas—acusa molesto. —Qué asco Naraku, odio que te expreses de las mujeres de esta manera—le digo—yo le digo a las mujeres la verdad para llevarlas a la cama, pero jamás hablo de esa manera de ellas—Naraku me mira aburrido. —Eres tan moralista Inuyasha. Adiós Miroku—sale de la habitación—me voy por traseros brasileños—escucho como la puerta principal es cerrada con fuerza. Ruedo los ojos. Creo que hay veces en las que es realmente inmaduro. —Debo dejarte Inuyasha, mi cita ya llegó—escucho decir a Miroku. —Está bien—tomo el celular en la mano. —Inuyasha—escucho la voz seria de Inuyasha. —¿Si?—pregunto. —Cuídate de Naraku, no sé, pero creo que hay algo extraño en él—bufo. —Es Naraku, Miroku—le recuerdo. —Sí, es que, no se Inuyasha. Lo siento muy raro—asiento, aunque él no me vea. —Atiende a tu cita Miroku, adiós — él cuelga y luego lo hago yo con un suspiro. Termino de cambiarme y me siento ansioso, quiero escuchar la voz de Kagome. Tres meses sin escuchar la suavidad de su voz. Sin medir lo que hago termino marcándole. Cuando escucho su voz y hay tanto afecto en ella que mi corazón late desbordado. Respiro hondo y le respondo. Entonces en su murmuro que puedo considerar soñador menciona mi nombre. —Es bueno escucharte de nuevo, Kagome — me siento en la cama y lamo mis labios ansioso. —Tú ¿Cómo estás? —Sé que se está esforzando en sonar natural, pero su respiración se escucha fuerte a través del teléfono. —Estoy bien Kagome solo extrañaba el sonido de tu voz — cuelgo antes de que ella pueda responder. Creo que superar a esta mujer es cada vez más difícil. Y más ahora cuando la he llamado. La extraño.
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