Veo a mi madre caminar con un vaso de agua en la mano. Sota permanece abrazado a mí, ahora en la comodidad de un mueble. Los cojines tienen mi espalda bien acomodada, por lo que no me incomodo de que él no quiera soltarme. Mi madre me tiende el vaso e inmediatamente la tomo, llevo el vaso a mis labios y dejo que el agua haga magia en mi muy seca garganta. Un suspiro de alivio se esparce por mis labios, Necesita esa agua. Mis ojos deben estar rojos de todo lo que he llorado junto a mi familia.
—Necesito hablar algo muy importante contigo mamá — ella mira a Sota quien a regadientes me suelta — No me iré aún, tranquilo — él besa mi mejilla y sale del salón.
Mi madre toma asiento frente a mí y suspiro mirándola.
—¿Qué sucede Kagome? —Pregunta y trago sintiéndome un poco avergonzada.
—Les deposite un dinero antes de venir aquí — le digo despacio — quiero que utilicen ese dinero para mudarse de aquí, los quiero lejos por favor, no, los necesito alejados — mamá me mira asustada.
—¿Qué está pasando Kagome? —Respiro hondo y pienso en todo lo que me ha dicho mi psicóloga. Tu puedes Kagome.
Me aliento mientras mi madre espera con la preocupación latente en los ojos en espera de mi respuesta.
—Voy a dejar a Naraku — le digo firme — Naraku me golpea mamá — ella palidece a la vez que abre los ojos con fuerza y sus ojos se llenan de lágrimas — yo estoy buscando ayuda. Él está de viaje y por eso pude venir, necesito que se alejen para estar tranquila de que él no los va a utilizar en mi contra. Necesito que estén fuera de todo lo que viene — mi mamá se acerca y me abraza.
—Por eso no venias a visitarnos — susurra con voz rota. Correspondo a su abrazo.
—No quiero que llores mami — digo con ojos cristalinos besando su frente — te necesito fuerte y que me hagas caso a todas las indicaciones que te daré — ella asiente.
—Pero ... estarás sola — acusa negando.
—Sango estará en todo momento conmigo. Está consiguiendo ayuda con un amigo de ella que es abogado. Necesito que tú también me ayudes y me quites esa preocupación — susurro — el dinero que deposite en tu cuenta es mucho. Así que úsalo, tómalo todo — ella niega llorando.
—Estabas sufriendo sola, cariño — se lamenta — soy una terrible madre al no darme cuenta de eso antes — beso su frente con cariño.
—Eres una excelente madre — ella me mira con lágrimas — quiero que me hagas caso mamá, en este tiempo que ese bastardo pase fuera vendré tanto como pueda. Te amo tanto — ella besa mi cabeza incontables veces mientras me abraza.
—¿Segura que podrás con todo? —Asiento despacio.
—Sí, ahora solo quiero pasar tiempo contigo y con Sota—le digo—por favor, no le cuentes a nadie, necesito seguir manteniendo un bajo perfil—ella sonríe con cariño.
—Como quieras hija—la abrazo.
Encontrarás miles de abrazos en tu vida, pero nunca uno tan reconfortante como los abrazos de una madre. El calor de una madre es algo único, especial y no hay nada en el mundo que se le pueda comparar.
—¿Ya puedo pasar?—pregunta Sota adentrando su cabeza en la sala.
—Ven aquí—abro los brazos y él me abraza.
—Te extrañe mucho, Kag—suspiro con una sonrisa.
—Yo también pequeño—él se acomoda.
Paso todo el día con mi familia. Mi madre me pone al día de todo lo que ha pasado en estos años. Estoy tan feliz. Necesitaba ver a mi familia para que el valor volviera a mí. Voy a luchar por mi libertad. Quiero ser una mujer normal.
Sota se queda dormido en algún punto y me despido de mi madre con lágrimas. Ojalá pudiera tenerla más cerca, pero no se puede por ahora. El camino al infierno se hace más ameno porque luego de un tiempo, pongo música por primera vez. Me tranquiliza saber que Naraku no está en el país. Es una tranquilidad que hace tiempo no sentía.
Cuando llego a casa me doy un baño y ahora me encuentro acostada en mi cama sin nada de sueño. Leo un libro, pero no surge ningún efecto.
Estando aquí no puedo dejar de recordar cómo se sintió los labios de Inuyasha contra los míos. Cómo el picor que sentí cuando los tenía contra los míos sigue ahí. Mis dedos acarician mis labios y cierro los ojos.
Mi pulgar se pasea suavemente. Fue extraño, aún puedo sentir como mi tímida lengua toco la suya, es inevitable. No dejo de pensar en eso.
Abro los ojos y alejo mis manos de mis labios. Esto es una locura. Inuyasha no es un hombre para mí, él merece otra mujer y soy totalmente prohibida para él.
Una mujer hermosa, tan pequeña que parece una muñeca. Alguien a quien inmediatamente quieres proteger. Y me siento tan malditamente egoísta y culpable, porque estoy justo ahora alejándolo de su mujer por el simple hecho de que estoy celoso. Este tiempo es para olvidarme de ti Kagome. Tu eres esa mujer Kagome, eres tan malditamente prohibida para mí. Eres la mujer de mi amigo, pero al parecer estoy empeñado en amarte.
Esas palabras siguen en mi mente y se repiten constantemente. Me levanto y busco donde oculté la chaqueta de aquel día donde lo conocí. Me la coloco y siento como si fueran sus brazos que me protegieran. Cierro los ojos y recuerdo cuando me abrazó. Lo bien que me sentí mientras era protegida por esos fuertes brazos.
Sé muy bien que en esos brazos Naraku jamás me hará daño. Sé que los brazos de Inuyasha pueden ser la respuesta a todo este dolor que siento. Que puede ser ese stop.
Tengo miedo, mi miedo radica a que Naraku también se mostró como buen chico. Él me mostró un príncipe cuando en realidad era una bestia sedienta de hacer sufrir a la persona que dijo amar. Las personas no siempre son lo que aparentan, eso algunas veces lo aprendemos de la peor manera.
Inuyasha
¿Han sentido tanto enojo alguna vez que podrían hacer algo de lo que se pueden arrepentir totalmente? En este momento siento que puedo agarrar a Midoriko sin ningún tipo de cortesía y sacarla rápidamente.
Ha pasado otra semana más y cuando llego de firmar los últimos documentos que necesitaba la encuentro sentada con las piernas cruzadas en el diván. Mi enojo crece cuando la veo con un vestido blanco traslucido que deja ver su ropa interior provocativa. Ella vino en plan de seducción y me molesta bastante.
Ella debe comprender que ya no me interesa para nada. Que lo nuestro acabo el día que decidió dejarme plantado en el altar. Y más ahora que me busca en plan de acostarme con ella, ella no causa nada en mí.
—Es una lástima que una mujer tan hermosa como tú no se dé su valor—le digo cruzado de brazos y pretendiendo que no me molesta su presencia aquí.
—Siempre tan encantador—murmura con una sonrisa.
—¿Qué haces aquí Midoriko?—pregunto molesto—porque respondí a tu última llamada con un; no me importa nada de lo que quieras conmigo—ella se levanta con una sonrisa en sus labios pintados de un rojo intenso. Su cabello cae de una manera salvaje sobre su espalda.
—Vine por ti, tenemos que hablar—ella saca su lengua y de manera lenta lame sus labios—eso lo sabes Inuyasha—murmura acercándose más.
—Lo que teníamos que decirnos ya lo dijimos Midoriko—ella niega.
—Sabes que aún me gustas—me alejo de ella cuando veo sus intenciones—no sé porque luchas contra lo que ambos queremos—por primera vez me río.
No niego que Midoriko es una de las mujeres más hermosas que he visto en la vida. Sus curvas pueden considerarse un pecado para los hombres. Ella tiene un cuerpo de infarto y un rostro que se podría considerar perfecto. Buen gusto por la moda, no usa exceso de maquillaje y su cuerpo es natural. Pero le falta algo muy importante; personalidad. Midoriko es solo cuerpo, no tiene nada de personalidad que pueda atrapar a un hombre.
Ella al parecer no se tomó el tiempo suficiente para conocerme y darse cuenta de que las mujeres con las que me gusta estar deben de tener personalidad.
Kagome es divertida, no es extrovertida como muchas mujeres que he conocido, pero es tan adorable de una forma extraña. Su misterio te envuelve. Ella es tan contradictoria que me enloquece. Ella tiene ese algo que me atrapa completamente y me gusta. Me encanta estar envuelto en Kagome Higurashi.
—No me gustas Midoriko—suspiro con cansancio.
—Dime una razón por la cual no te gusto—me desafía con una sonrisa.
—Porque estoy enamorado de otra mujer—su cara se desencaja porque mis palabras no salieron forzadas. Fue muy natural.
—Eso es mentira, no puedes amar a ninguna mujer que no sea yo—dice ella negando.
—El mundo no siempre debe girar a tu alrededor Midoriko, es hora que salgas de tu mundo de fantasía y enfrentes la realidad—ella toma su bolso y se acerca de manera peligrosa.
—Descubriré que mientes—me dice—y si lo que dices es verdad, entonces haré que la estúpida se arrepienta—sale enojada dando un portazo.
—¿Pasó algo?—pregunta Naraku apareciendo.
—Solo una niña malcriada haciendo rabietas—le respondo con tranquilidad.