Capítulo 3: De Vuelta A Luxemburgo

1861 Words
La mujer desnuda bajo su cuerpo es toda una belleza, es justo el tipo de mujer que le agrada follarse. Ellas siempre están dispuestas a complacerlo de la manera que sea. Con una sonrisa detalló en el coño húmedo frente a él, es perfecto para liberar tensiones. Con el dedo índice acarició la hendidura empapada de la mujer haciéndola gemir. Es como le gusta las cosas, llevar a las mujeres al borde del colapso para que una vez arremeta contra ellas no escapen a pesar del dolor que les pueda causar. ―Ponte de espaldas. ―Ordenó con voz gruesa, no le gusta follárselas mirándolas a la cara, él no hace las cosas íntimas, eso es solo diversión y ya está. El único tiempo que se toma es para excitarlas hasta que caen en la desesperación. ―Por favor, no me tortures más. ―Suplicó la chica poniéndose en cuatro. ―Estoy empapada y mi sexo duele cada vez que sufre un espasmo. ―Ladeando la sonrisa le dio una fuerte nalgada que resonó en el espacio silencioso. ―¡Dios! ―El grito fue ahogado con el sofá, el empellón fue tan fuerte y repentino que la hundió con fuerza. ―Mierd4. ―Cerró los ojos con fuerza, se sintió demasiado bien hundirse con esa bestialidad en ese coño bastante pasable. ―No dejes de chillar. ―Ordenó tomándola por el pelo y nalgueándola cada vez que le daba la gana. No estaba siendo considerado, no veía por el placer de su acompañante, él no estaba siendo amable, lo único que hacía era disfrutar de un cuerpo que se le ofreció y ya estaba. A pesar de su rudeza, de lo poco que habla y seco que es en cuanto a caricias y besos, todas las mujeres se rinden ante él. Es el hombre más codiciado entre las amantes de los militares, toda mujer que se cruza por su camino ha fantaseado por estar en su cama y dominarlo como ninguna mujer lo había hecho. Un reto difícil de llevar a cabo, así veían las mujeres al hombre que buscaba de ellas solo placer sin compromisos. ―¡Por el amor de Dios! ―La mujer chilló al entrar a la sala y encontrar la escena tan vergonzosa. ―¡¿Cómo puedes andar por la vida haciendo esas indecencias en lugares que no debes?! ―La chica miró a la mujer realmente avergonzada, no tenía nada a la mano para cubrirse así que solo se encogió en su lugar. ―No es mi culpa que no me avisaras de tu visita. ―Resopló colocándose el cojín en la polla. ―¿Qué haces aquí, mamá? Te dije que iría al palacio esta noche. ―La miró sin pizca de vergüenza. ―¿Cómo es que eres tan desvergonzado, Nozel? ―Lo miró indignada. ―Sal de aquí y déjame a solas con mi hijo. ―La chica realmente apenada miró a Nozel, pero él solo se encogió de hombros, no estaba dispuesto a ayudarla con su vergüenza. ―Y tú, ve a ducharte y alistarte, no pienso hablar contigo estando desnudo. ―Nozel se puso en pie todavía con el cojín cubriendo su polla. ―Vamos, mamá, como si no hubieras visto todo esto. ―La molestó burlón. ―Soy tu bebé, ¿Ya lo olvidaste? ―La mujer rodó los ojos. ―No estoy para juegos, ve a alistarte. ―Nozel obedeció a su madre, la mujer está tan roja que ya estaba a punto de explotar. ―Todavía no se te quita esa manera de ser. ―Gruñó. Nozel se tomó su tiempo, se dio una ducha, se arregló minuciosamente y solo cuando estuvo satisfecho con su imagen, salió al encuentro de su madre. Cinco años en el ejército y hasta ahora se viste de manera decente, cualquiera que lo vea ahora dudaría fuertemente de su capacidad para torturar y matar personas. Nadie creería que es un militar y un lord, aunque lo militar es más su esencia. ―El que haya aceptado volver a casa a mis treinta y cinco años no significaba que me iba a regir bajo sus órdenes. ―La mujer lo miró con seriedad. ―Y no he vuelto porque estoy solo en el mundo, ya has visto que las mujeres todas mueren por mí. ―Deja esa arrogancia para otra persona. ―Lo regañó. ―Tendrás que buscar una esposa y tener hijos, no me interesa como lo hagas, pero lo harás. ―Respiró hondo para calmarse. ―Cariñito. ―Acarició la mejilla de su preciado hijo. ―Hemos perdido el tiempo, ya has sido un rebelde, por favor… céntrate, ¿Puedes? ―Lo miró a los ojos. ―Eres el heredero de los Walter, cuando tu padre ya no esté tú serás el único Lord, ¿Lo comprendes? ―Nozel se mantuvo serio. ―Llevemos la fiesta en paz, controla tu temperamento, te lo ruego. ―Bien, a qué has venido. ―Decidió tragarse lo que tenía para decir, no quiere lastimar a su madre como lo ha estado haciendo desde que lo desheredaron por problemático. ―Encontramos a una chef. ―Agrandó la sonrisa. ―Tu llegada al palacio viene con cosas buenas y como sé lo quisquilloso que eres, un chef personal te hará muy bien. ―Nozel ladeó la sonrisa. ―¿Es hermosa? ―Marcela rodó los ojos, pero aun así asintió. ―Y tiene a una hija igual de hermosa, la chica es superexitosa y… ―No quiero a una cría saltando y haciendo berrinches cerca de mí. ―Gruñó de malhumor. ―No quiero que la contrates, busca a otra, no me importa que no tenga la experiencia. ―Marcela lo miró con impresión. ―Hijo, no puedes decir esas cosas. ―Lo reprendió. ―Ya la hemos contratado, ella no pudo venir con nosotros porque debía hacer papeleos y demás para cambiar a la niña de colegio, pero llega hoy. ―Alzó el mentón. ―Como te trasladarás al palacio hoy, quiero que pases por ella al aeropuerto, ¿Entendido? ―Nozel no le gustó para nada aquello, al único niño que ama es al de su mejor amigo y ni siquiera trata mucho con él desde que se enlistó. ―Bien, lo haré, aunque pudiste enviar a un sirviente. ―Aceptó, su madre es una pesadilla cuando quiere y sabe que ese es su castigo. ―¿A qué hora será eso? ―Llega a las dieciséis horas, a tiempo para que trabaje en la cena de esta noche. ―Tirando de él lo abrazó. ―Te amo, cariñito… estoy muy feliz de que vuelvas a casa dispuesto a ser el heredero de esta familia. ―Nozel besó la cabeza de su madre. ―Nos vemos más tarde. ―Se despidió. ―Dile a papá que saque el mejor Vodka. ―Marcela sonrió, ya desea verlos a ambos reír y disfrutar como lo hacían antes de que se pelearan por el temperamento de su hijo. Nozel cayó de culo en el sofá, hace cinco años abandonó Luxemburgo y se enlistó en la milicia. Él se marchó tras vengarse de la mujer que amó como jamás había amado a nadie, él se vio solo en su lucha por superar aquel dolor en su pecho y ahora está de vuelta y al parecer esos sentimientos también. El no saber donde está esa mujer lo tiene nervioso, ¿Acaso ella volvió a casa? ¿Se encontrarán en el futuro? Deseó que no y se convenció de que así sería, pues sus amigos son de la capital y él está bastante lejos de ellos. ―Me han dicho que volviste a casa. ―Baylor, el rey de Luxemburgo y el mejor amigo de Nozel, atacó una vez escuchó la llamada abrirse. ―¿Por qué no has venido a visitarme? ¿O tengo que ir yo hasta allá? ―Nozel sonrió. ―Recuerda que ya no trabajo para ti, majestad, puedo patearte el culo siempre que pueda. ―Ambos carcajearon. ―Ya sabes como están las cosas, mi madre pudo conmigo y volví a ser el heredero de los Walter, déjame organizarme bien y pronto iré a visitarlos. ¿Cómo están Hadassa y el pequeño Alexer? ―Nozel se distrajo en la plática y olvidó por completo la petición que le hizo su madre y que solo faltaba una hora para que aquel vuelo llegara. Saray resopló, lleva más de una hora esperando al dichoso hijo de quienes la contrataron y todavía no ha llegado, su hija está irritada y su mejor amigo cansado. ¿Cómo es que ese mimado podía hacerle algo así? ¿Acaso será uno de esos chavales que trata a sus empleados como si no valieran nada? ―Vamos a tener que llegar por nuestros propios medios, no pienso esperar un segundo más. ―Saray tomó la mano de su hija y junto a su amigo iniciaron a caminar para tomar un taxi. ―Vaya bienvenida, ese chaval ya me cae mal. ―Resopló Fernando. ―¡Quítate, animal! ―Gruñó Nozel al taxi que se le atravesó. ―No puede ser. ―Miró a su alrededor y no veía a nadie. ―¿Acaso se retrasó el vuelo? ―Haciendo una sola llamada obtuvo la información que necesitaba y al saber que se habían marchado, no le quedó más que irse, no está él para preocuparse por nadie. La llegada de Saray al palacio Walter fue de disculpas y vergüenza, los lores estaban enojados con su hijo, pero ella sin querer drama le quitó importancia al asunto. Una vez estuvieron instalados, Saray miró a su hija. ―No quiero que salgas de aquí, ¿De acuerdo? ―Acarició sus mejillas sonrojadas. ―Si no te gusta la niñera, espera a que yo venga, no hagas nada en su contra, ¿Entendido? ―Apple asintió. ―Vamos, dale un beso a mamá y por favor… no vayas al palacio. ―Está bien. ―Saray besó la frente de su hija y se marchó, debe hacer todo un buffet para la cena de la noche y ya está corta de tiempo. No hubo tiempo para presentarse con cada uno de sus ayudantes, ella y Fer se pusieron manos a la obra y agradecieron que el equipo es bastante bueno y pudieron seguirles el ritmo. Tras varias horas de puro trabajo sonrió al saber que lo había logrado, la primera cena estaba lista y los nervios incrementaron dentro de ella. ―Quiero presentarles a la nueva Chef. ―Marcela se puso en pie. ―Querida, acércate por favor. ―Estiró su mano, todos la estaban mirando menos Nozel, él está furioso con esa puta, por su culpa su madre se enojó y tuvo la primera discusión con su padre por creerlo irresponsable. ―Es dueña de uno de los mejores restaurantes de Francia, es la dueña del Edén. ―Todos sintieron la envidia corroer, muchos de ellos ni siquiera consiguieron reservaciones. ―Saray, querida, te presento a todos. ―Ella que estaba sonriendo, quedó congelada al cruzarse con esa mirada gris e hirientemente fría.
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