Capítulo 4:Un Reencuentro Nada Grato

1521 Words
Ambos se quedaron mirando por una eternidad, el corazón de cada uno marchó a un ritmo desenfrenado, sus pulmones se pusieron de acuerdo para no recibir el aire y su mundo se estremeció tan fuerte que todo ellos se desequilibraron. Cinco años, habían pasado cinco años sin verse y ahora estaban ahí uno frente al otro sintiendo un millón de emociones en las que el resentimiento era el que más dominaba. ¿Cómo la vida se la podía estar jugando de esa manera? Se preguntó cada uno sin poder creer todavía que estaban ahí, en el mismo lugar y tan cerca después de tanto tiempo. ―Que envidia. ―Un hombre que estaba justo en medio se puso en pie así terminando con esa mirada sin fin que se estaban dando y que para los demás fue solo un segundo. ―Intenté conseguir reservación para su restaurante y no hay hasta dentro de dos años. ―El hombre le tendió la mano. ―¿No hay posibilidades de que venga a trabajar para mí? ―Bromeó obligándola a reaccionar. ―Soy muy leal, dudo mucho que abandone a quienes me han contratado. ―Nozel rio, fue inevitable para él no hacerlo, a Saray la descolocó, pues él no ríe así abiertamente, o por lo menos no lo hacía antes, pero para Marcela fue una clara señal de antipatía en su hijo. ―¿Algo que decir, hijo? ―La mujer lo miró con seriedad. ―De hecho, sí, tienes mucho que decirle, ponte en pie y actúa como el caballero que eres. ―Saray no entendía nada, ¿Cómo es que él regresó con su familia? ―Lamento haber perdido mi tiempo yendo por ti como todo un sirviente y que tú no estuvieras donde se supone que debías estar esperando por mí. ―Nozel la miró con frialdad. ―A la próxima llama y no hagas perder el tiempo valioso de las demás personas. ―Marcela miró a su hijo con ojos grandes. ―Bueno, si hubiese llegado cuando se supone que debía llegar, yo no habría tenido que tomar un transporte público para llegar. ―Saray no se dejó. ―Se puede quedar con sus disculpas, lord, no me hace falta tanta falsedad. ―Miró al resto desatendiéndose por completo de él. ―Es un placer servirles esta noche, por favor, tengan buen provecho y espero cubrir sus expectativas. ―Cada persona en el comedor la saludó como corresponde y Saray finalmente pudo huir de esa mirada furiosa que amenaza con exterminarla de un parpadeo. Fer se acercó a su gordi, la ve pálida y como si le estuviera dando mil ataques al corazón. Saray que lo sintió acercarse le mostró la palma de la mano, ella necesita que su corazón baje el ritmo o seguramente morirá de un infarto. ―Ya, háblame por favor. ―Imploró Fer por ese silencio tan extendido e impropio de ella. ―¿Qué pasó? ¿Te trataron mal? ―La miró preocupado, con todo lo que ella le cuenta sobre la realeza teme que ahí los traten como basura por ser solo sirvientes. ―Lo vi. ―Susurró casi sin aire, ella no puede recomponerse de ese reencuentro. ―Lo vi, Fer… trabajaré para el padre de mi hija. ―Fernando se llevó las manos a la boca para no chillar. ―El hombre que me sentenció a este sufrimiento está ahí fuera y actuó como si no me conociera. ―Las lágrimas se le escaparon. ―Gordi. ―Tiró de ella para abrazarla, no hay nadie que sepa a la perfección todo lo que ella sufrió. ―Mírame. ―Le pidió con ternura. ―Por favor, hazlo. ―Una vez Saray alzó la mirada, él la besó en los labios y eso la mató un poco más. ―Estoy aquí para ti, quizás no sea él, pero siempre estaré a tu lado. ―Saray lo abrazó con fuerza, agradece que la mayoría del personal ya se retirara y los demás están sirviendo la comida. ―¿Cómo haré? ―Preguntó. ―No quiero que vea a mi hija, no necesito que la rechace, justo como me rechazará a mí cuando tenga la oportunidad. ―La histeria se apoderó de ella como nunca. ―Debo renunciar, no me quedaré aquí, hablaré con ellos y me marcharé mañana mismo, volveré a París y… ―¿Estás loca? ―Fer la tomó de las mejillas. ―Gordi, si renuncias quedarás mal a los ojos de todo el mundo, ¿Sabes lo que eso le haría a tu reputación? ―Él más que nadie la comprendía, pero no podía dejarla hacer una tontería como esa. ―No puedes renunciar, tú hablarás con ese hombre, tratarás de solucionar las cosas y llevarás la fiesta en paz. ―¡Él fue el que me embarazó y abandonó! ―Él solo hizo lo que creyó necesario para que sintieras lo mismo que él sintió al tú hacerle lo mismo. ―La miró con amor. ―Gordi, ese hombre frío, de temperamento imposible y orgulloso se confesó, tú le hiciste sentir que estarías con él, le hiciste creer que tú sentías lo mismo por él y después te marchaste sin despedirte. ―Saray sollozó. ―Pero yo sentía lo mismo por él, Fer… me marché porque estaba rota y necesitaba sanar, yo después rogué para que fuera por mí y él jamás respondió. ―Fer besó su frente, le duele verla en ese estado. ―Lo sé, cariño, pero él no lo ve de esa manera, él se sintió usado y desechado, no olvides que después te vio conmigo y pensó lo peor. ―La miró a los ojos sin soltarle las mejillas. ―Todo saldrá bien, habla con él, ¿Vale? Hazlo por Apple, ella merece tener a sus dos padres. ―Esto es una cocina, no una habitación de hotel. ―Nozel los miró con desagrado al entrar. ―Márchate, quiero hablar con tu jefa. ―Saray le dio la espalda, ella se limpió las lágrimas y trató de controlarse, ¿Por qué quiere hablar con ella? ―¿No entendiste? ―Fer dejó de mirar a su amiga y posó la mirada en el hombre frente a él. ―Con permiso. ―Salió de la cocina tras darle una última mirada a su amiga. ―Así que viniste con tu maridito, dime. ―Se acercó un poco más. ―¿Jamás le contaste que le fuiste infiel conmigo? ―Sonrió. ―Pobre imbécil. ―Saray le dio frente, ella por un momento pensó que podrían hablar, pero eso no será posible. ―¿Qué desea, señor? ―Esa indiferencia le dolió a Nozel. ―¿Qué qué deseo? ―Explotó. ―Que tomes a tu marido, a tu hija y te largues de mi puta casa. ―Gritó agujereando más el corazón de Saray. ―No quiero verte ni en pintura, ¿Por qué coño viniste aquí? ¿Viste la oportunidad de fastidiarme la vida y la aprovechaste? ¡No te quiero cerca de mi familia ni de mí! ―La barbilla de Saray tembló, pero no lloró. ―Si yo hubiera sabido que eran tus padres, ni siquiera los hubiera dejado entrar a mi restaurante. ―Lo miró con seriedad. ―No me hace falta estar cerca de ti, ni siquiera me acordaba de que existías. ―Dolor, eso sintió Nozel. ―Así que no te creas tan importante, estoy aquí por mero trabajo y por un crecimiento profesional, si no te cruzas en mi camino ten por seguro que jamás tendremos roces. ―Dio un paso al lado. ―Pase buenas noches, Lord. ―Nozel sin darse cuenta la tomó del brazo y tiró de ella tan fuerte que gruñó cuando se estrelló con su cuerpo. Ambos se miraron a los ojos, con las respiraciones aceleradas y furiosos por todo lo que se habían dicho. Nozel apretó más su agarre, él deseaba desaparecerla del mapa o besarla, lo que sea, pero odiaba que todo en él se revolucionara cuando creía que ella estaba fuera de su vida. Saray sintió todo su cuerpo tan pesado que no fue capaz de intentar separarse de él, nunca lo olvidó, ella estaba segura de eso, pero ahora que lo tiene en frente no siente más que dolor y anhelo por algo que no puede tener. ―Lamentarás esto. ―Aseguró. ―Te lamentarás tanto que huirás como lo hiciste la primera vez. ―Soltándola con fuerza se marchó furioso, quiere destrozar cualquier cosa, pero prefiere mejor que sea un coño. ―¿A dónde vas? ―Marcela lo miró confundida. ―Nozel te estoy hablando. ―No obtuvo repuesta, su hijo se marchó sin más. ―Sigue siendo el mismo problemático. ―Se llevó la mano a la frente y negó, pero rápidamente se recompuso, debe seguir con sus invitados. ―¡Aaahhh! ―El grito que Saray dio salió desde el fondo de su ser, ella lloró tan profundamente que olvidó por completo el lugar donde estaba. ¿Por qué la vida la castiga de esa manera?
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