El sonido del teléfono resonó en el pequeño apartamento de Nina, rompiendo el silencio que la envolvía. Se levantó con pesadez del sofá, sintiendo como si cada fibra de su cuerpo estuviera atrapada entre dos mundos: el mundo de Alessandro y el mundo que había dejado atrás, lleno de recuerdos que no quería revivir. El aire estaba tenso, como si algo oscuro acechara en las sombras, listo para atacarla. —¿Hola? —respondió con voz somnolienta al descolgar el teléfono. —Nina, soy Maggie —la voz de su amiga de la infancia sonaba alarmada al otro lado de la línea—. Algo terrible ha sucedido. El corazón de Nina se aceleró inmediatamente. —¿Qué ha pasado? Hubo una pausa tensa, como si Maggie estuviera buscando las palabras correctas. Finalmente, lo soltó. —Derek te está buscando. Envió a uno