Después de inhalar y exhalar con furia, Poline me escudriña con la mirada, achinando sus expresivos ojos. —Te podría haber quebrado el brazo, si así lo hubiese querido —dice serena, mientras le suelto la muñeca quedando sentados frente a frente, una vez más—. Señor Raynaud, ya le dije que ya no me dedico a eso —Hombros tensos, ceño fruncido, barbilla elevada y una postura a la defensiva. —¿Cómo puedo conseguir, que haga una excepción? —Mis ojos buscan los de ella, y su postura cambia, a una un poco más vulnerable, aunque la veo luchar con ella misma, por mantenerse en su postura segura—. ¿Cuánto vale, esta excepción? —Explíqueme lo que necesita, y vemos si me convence. Levanto la mano, para que uno de los garzones nos traiga un par de cafés. Una vez nuestros pedidos están sobre