9.

1097 Words
9. El joven salta sobre mí como una fiera hambrienta. ¿Cómo no lo vi venir? Me tumba al suelo, mientras la vampiresa clava sus filosos colmillos a la chica. —¡No, maldición! —grito. Mikael salta sobre el vampiro. Sus largos colmillos son sables mortales, que le desgarran el cuello. Me incorporo, algo sacudido por el impacto en el suelo, y llego a observar que del cuello del vampiro brota sangre negra, su piel se agrieta hasta la muerte. Su pareja, suelta el cuerpo de la chica y mira lo que ha sucedido, se limpia las gotas que le chorrean de la boca y salta sobre Mikael, en un intento de buscar venganza. Mikael la arroja con facilidad al suelo y salta sobre ella. Le arranca el brazo y se lo devora. Luego hace lo mismo con las piernas. El grito que suelta la vampiresa es desgarrador y ensordece, lentamente se disminuye hasta desvanecer por completo. Simultáneamente, la música deja de sonar. Las personas despiertan lentamente del trance, y al verse en un lugar ajeno, comienzan a marcharse, hasta que solo Mikael y yo permanecemos en el salón, dentro del piso trece. —Mierda —digo al ver lo que ha pasado—. La orden del jefe era llevarlos para interrogar… Mikael, ahora en su forma humana, mira completamente pasmado alrededor, y comienza a darse cuenta de lo que ha pasado. Es mi culpa. Tuvo que darme su sangre y se ha quedado debilitado, en su otra forma domina lo salvaje y cuando ha visto que necesitaba alimentarse lo ha hecho. Pero ahora Mikael que es un tipo disciplinado y perfeccionista permanece en silencio, por sus acciones. —Asumiré la responsabilidad —le digo. Es lo mínimo que puedo hacer. —No seas idiota… si al final, he sido yo el que lo ha arruinado. Me encargo de deshacerme de las pruebas. Las cenizas que deja un vampiro eliminado suelen ser volátil y al contacto de la piel humana podría llegar a ser fatal, ahora mismo no se me apetece hablarte de eso. Un momento después, salimos del edificio. Frena de golpe delante de nosotros, un cuatro por cuatro, todo terreno de estilo militar norteamericano de un color fresa, para variar. Es Katrina, una exótica morena, con ojos color púrpura que la hacen única, y que desde hace un tiempo nos sirve de apoyo, más precisamente desde que se le pasó la mano y terminó mandando al infierno a unos cuántos humanos que, si me preguntan, bien que se lo merecían, de hecho, puedo decir que para mi gusto ha sido algo condescendiente con esos bastardos. Pero las reglas son las reglas, y hay que cumplirlas. No meterse en los asuntos de los humanos es una de las primeras reglas que uno aprende en esta clase de trabajo. Katrina es, a mi parecer, la mejor cazadora que tiene el equipo, y está consciente de eso, es segura de sus atributos tanto en lo físico como en lo psíquico. —¿Qué les sucede a los dos? —nos dice al ver que ninguno mueve un pie para salir de ahí— ¡Vamos! Arriba, que el jefe ha despertado nervioso. —Eso ya no es novedad… —le digo poniendo un pie adentro. —Era sarcasmo, idiota —me contesta Katrina, con una media sonrisa en la cara. Mikael abre la puerta delantera. Katrina frunce el ceño al ver que lo hace. —No, no… ese asiento es exclusivo para Shinei. Anda, vete a sentar junto a Jason… que por algo son pareja… Mikael, con una paciencia de santo, da una vuelta hasta la otra puerta del carro con una agilidad que me atrae, ahora más, que le he visto el alma, pero actúa como si nada de aquello hubiera sucedido. Salvo las marcas que le he dejado en el brazo, todo indicaría que me lo he soñado. —¿Por qué tanta felicidad? —pregunto a Katrina que se ve más agradable que otras veces, en la que apenas y cruzamos el saludo. —En la oficina hubo apuestas sobre si ustedes dos, iban a realizar la misión con éxito o no. Y ganamos. —Deja que adivine… ¿todos apostaron a que íbamos a fracasar? —pregunto, sintiéndome indignado. —¡Exacto! Son nuestros héroes. ¡Ahora tenemos el turno libre! Mikael se cruza de brazos. Katrina se da la vuelta y le mira a la cara. —No te pongas pesado Mika, te dije que apostaras a lo seguro… —¿Qué apuestes contra mí? —esta vez Mika suena algo desinteresado por el tema. Se la pasa mirando hacia la calle. Katrina le mira por el retrovisor. Se ha fijado en el brazo que tiene mi marca. Espero que no lo haya notado, aunque eso es mucho pedir. Mikael no se ve preocupado. Me quedo mirándole, mientras él sigue observando la calle por la ventanilla. Ahora Katrina me mira y pretende analizarme. Sé que quiere preguntarme algo, pero por Mikael se frena. —¿Dónde se ha metido Shinei, o debería preguntar a dónde lo mandaste esta vez? —al final termino preguntando yo. —Yo no lo he mandado a ninguna parte. Él tiene voluntad propia, si quiere irse de fiesta, que lo haga… —ahora su tono es algo histérico. Shinei es su novio, aunque me pregunto cómo harán para tener intimidad ya que Katrina no puede tocar a una persona sin que esta pierda por completo el control y se muera por cogerla. Esa es su maldición, y, hasta dónde sé, Shinei es como todos nosotros, pero claro que no se lo voy a preguntar. —¿Volvieron a pelearse? —esta vez, Mikael es el que pregunta. Yo creía que no estaba atento a nada más que a mirar hacia afuera. —Para variar quiere que vivamos juntos —contesta mostrándose ofendida. —¿Eso es tan malo? —Es pésima idea, y tú lo sabes como yo… —Le hablaré si llego a verlo, y si el jefe nos deja con vida ahora que nos reunamos con él. Eso es nuevo para mí, que Mikael la conozca a tal grado solo puede pasar si tuvieron algo entre ellos. Ese razonamiento me trae molestias. —¿Qué te pasa a ti, Jason? —me pregunta, Mikael, sorpresivamente —. Te dije que asumiré toda la culpa. —Tú siendo tan tú… —le dice Katrina, al escucharle, y moviendo la cabeza, casi imperceptible. —Es lo que es. Fui el que mató a los dos vampiros.
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