13.

1135 Words
13. —Tengo que escuchar esa historia, anda, suéltalo… —le incentivo, esperando que lo hiciera, aunque para ser sincero, siento algo de envidia. Mikael bebe otro sorbo, antes de contestar a mi pedido. —¿Qué recibiré a cambio? —sale de su boca. Con que tenemos estas… —Oh, vamos, no tengo nada que puedas querer… —Eso no es del todo cierto… por ejemplo… desde que te conozco siempre he querido escuchar la historia de cómo llegaste a parar al equipo… lo he intentado con el jefe, que me lo cuente, pero nunca se muestra con ganas… así que eso es lo que pido a cambio. ¿Tenemos un trato? En realidad, la historia de cómo he llegado a parar aquí, es aburrida, no tiene nada de espectacular, de hecho, es accidental, pero no se lo pienso confesar antes de que él abra la boca y me de lo que pido. —Sí —le doy la mano a modo de cerrar el trato y Mikael me da la suya, la misma que tiene mi marca. Mis ojos van a parar a las vendas. Para disimular sirvo otra ronda y voy a buscar algo para picar. Encuentro maní, estamos de suerte porque sé que le gustan. Lleno un pocillo y lo coloco en la mesa. Mikael alza unos cuantos y se los come. —Antes de que el jefe me empareje con Om, Katrina era la novata de esa época. Me solicitó que la entrenara como lo hago ahora contigo. En esa época, ella no cargaba con el maleficio… pero era una chica ruda que lo único que tenía en la mente era cargarse tipos, los odiaba a todos. Y como los odiaba a todos, también comenzó a odiarme, una noche en la que la llevé de cacería, no muy lejos de la oficina, nos encontramos con unos espectros de bajo nivel, que trataban de colarse en la gente que pasaba por esa calle para inducirlos a golpear a sus parejas. La mandé a que los eliminara, lo hizo sin problemas, Katrina siempre fue eficiente, tengo que decirlo, pero, aun así, aunque se cargara mil espectros en una sola noche, la furia que la gobernaba siempre exigía más y más. No paraba. Estaba descontrolada y trató de cargarse a unos humanos que estaban de paso. Tuve que intervenir. Comenzó a pelear conmigo, como mi intención era que entrara en razón solo me limitaba a esquivar sus ataques, pero ella lo tomaba como una burla personal. Saltó sobre mí y trató de matarme, ahí tuve que paralizarla. Al verse en ese estado, sin poder mover un solo dedo comenzó a odiarme en serio. No lo reporté con el jefe, pero sí le advertí que si seguía descontrolando de esa manera no me quedaría más remedio que hacer el informe. Por un tiempo se calmó, no sé cómo lo hizo, pero el odio que les tenía a todos los hombres del mundo fue canalizando en los espectros que salíamos a dar caza. No sé si te lo contaron, pero en la época de cuando tuvimos que parar de trabajar, por culpa de la bomba que lanzaron los gringos a j***n, Katrina la pasaba mal, no tenía forma de sacar esa furia que la consumía. Así que le propuse que la canalizara en mí. Al principio se veía renuente, no me creía, y decidió ir a consultarlo con el jefe y él le dijo que era una decisión mía, que no violaba ninguna de las reglas. Entonces comenzamos a vernos a la salida de la oficina, porque para entonces, nuestro trabajo se limitaba al de una oficina. Era tedioso, pero teníamos que resistirlo. Katrina sufría de espasmos violentos por la falta de cacería. A la salida abríamos espacio tiempo y comenzábamos el juego. Ella me daba caza y yo era la presa. Pero yo no se lo hacía fácil, y cada vez que terminaba el tiempo, ella se sentía frustrada. Pero tenía que demostrarle que aunque era buena en la caza, le faltaba el control para superarme. Comenzó a fijar todas sus obsesiones en mí. Su vida pendía de que al menos una vez pueda superarme. Para eso recurrió, de manera oculta al poder maligno de los iniciados. Recurrió a Drenaje, algo que como ya sabes, es prohibido para nosotros. Así que, llegada la hora, comenzó la cacería. Ella, con poderes alterados reveló mi táctica disuasoria, y me superó. Yo estaba contento con ella, pero no sabía que estaba usando Drenaje. Comencé a sentirme fatigado, sentía que mi vida se terminaba, el cansancio era arrollador, insoportable. Katrina entró en shock al ver que me moría. Lo primero que quiso hacer es llamar al jefe, pero yo le dije que no lo hiciera, entonces me confesó lo que había hecho. —Fui a ver a las brujas de dos caras, ellas me dieron la pócima… —me dijo con la voz entrecortada. —¿Drenaje? —Sí, sí, eso mismo. Dijeron que me serviría para ganarte, nunca mencionaron esto. No lo habría usado nunca. Debes creerme… —Katrina estaba desesperada y al borde de la conmoción. —Lo hago, lo haré siempre… te creeré —le susurré, con la poca energía que tenía. Nunca me había costado tanto hablar como esa vez. Katrina lloraba a mis pies. Y yo pensaba… moriré sin decirle que la quiero…soy un patético…Entonces recordé que una vez el jefe, en mis días de novato cuando nos topamos con un abusador de Drenaje que iba absorbiendo la energía vital de todo Boulogne, me dijo que la mejor manera de contrarrestarlo es haciendo un contacto físico, pero no cualquier contacto. En ese momento me esforcé para estirarme hacia ella y le di un beso en los labios. Ella se sorprendió, pero no me rechazaba, cosa que yo esperaba que sucediera. Fui recobrando de ella mi energía física y espiritual. Katrina me miraba con sorpresa, y no dijo nada sobre el beso que le había dado. Cuando al fin pude ponerme en pie, sentí un golpe fuertísimo en la espalda. Era ella. Seguro pensaba matarme con sus propios puños. Recuerdo que me dijo: “Eres el primero que tiene las pelotas para besarme” Me empujó hacia la pared y contra todo pronóstico me devolvió el beso. Comenzamos a salir a espaldas del jefe… Mikael hace una pausa para beber, se desabrocha el cuello y se remanga los puños de la camisa. La venda que cubre las marcas que le hice, me llaman la atención. —No es la primera vez que alimento a un Sombra —dice, Mikael, al darse cuenta. Sé que por unos días sentirás cierta atracción hacia mí, es normal. Se te pasará.
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