17.

587 Words
17. Rápidamente Isharys muerde su propia muñeca y se la ofrece. Iakobus mira la sangre milenaria caer lentamente de su mano, y como un animal salvaje se aferra a ella. Y bebe, bebe de ella, hasta saciarse. —Iakobus —susurra ella, mientras lo hace. Iakobus sabe que ha roto no solo el protocolo, sino que está desacatado todas y cada una de las reglas existentes. Pero ya es tarde; un sinfín de imágenes pasan por su mente, imágenes de mil vidas en una... —Iakobus. Iakobus se retuerce por la necesidad que ha nacido en su cuerpo. Isharys puede sentir su corazón agitado, y la sangre que corre por sus venas quieren pertenecerle solo a ella. Aunque tratase de luchar contra ese picazón, sería una lucha inútil, porque en su cabeza ella gobierna, Isharys se ha metido en su mente y en su cuerpo, ahora es a ella a quién desea como nunca. —Di mi nombre… —le pide ella—, di que me perteneces. Iakobus... —Isharys —sale de su boca, cargado de una necesidad que lo lleva a la locura —. Te pertenezco. Con un movimiento ágil, Isharys rompe las cadenas que lo tenían preso. Una vez libre, Iakobus tambalea, y se aferra a ella. —Iakobus, amor mío… Iakobus se deshace de las ropas que visten a Isharys, dejándola completamente desnuda. Ella, sin una gota de pudor, deja que la admire libremente. Los ojos de Iakobus se han teñido de un rojo, su cuerpo ha recuperado su vitalidad, de repente se siente mejor que nunca, y arde de deseos por poseerla. Isharys se aparta lentamente de él, y sale por la puerta que deja libre para él. Iakobus va por ella, y al salir descubre que todo el tiempo estuvieron dentro de una sala de ceremonias, piramidal. No es nada raro, después de todo, ese es el hogar de Isharys, la que un día fuera, la más hermosa y letal de las faraonas. Pero es también el lugar en el que ha dado muerte a su hermano On, y a muchos tantos compañeros de la agencia. Isharys sonríe ampliamente, invitándole a seguirla. Iakobus va por ella. Se pregunta qué pensarían de él, Mikael y el jefe, se pregunta y trata de imaginar la cara, incluso del novato Jason al ver que está a nada de caer en la tentación, que no está siendo fuerte como él pensaba. Isharys lo espera en un amplio dormitorio, revestido con lino rojo y n***o. Una fogata que calienta el ambiente, y pétalos de rosas rojas impregnadas con ámbar del amor. Se recuesta en la amplia cama y abre las piernas. —Iakobus… —le llama. Se retuerce para él, invitándole, incitándole a pecar. —¿Me deseas? De repente el cuerpo de Isharys vuelve a adquirir el bronceado de lo que un día fuera su cuerpo humano. —Te deseo —contesta él. La desea, claro que la desea… como antes, como siempre. Su m*****o se erecta salvajemente. Se posiciona sobre ella, pero un instante luego, es ella la que está arriba suyo. Iakobus admira las curvas sensuales de su cuerpo, y va aferrándose de cada centímetro de ella, entre tanto, Isharys se mueve, sube y baja, va moviendo sus caderas, tiene las manos hacia arriba, juega con su larga melena, dando un efecto mucho más sensual a su figura. —Iakobus… amor mío, me ayudarás a destruir este mundo. —Yo… haré lo que deseas…
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