Capítulo: Una bestia salvaje

898 Words
Saya fue bañada por las empleadas, estaba en aquel baño hecho de piedra, que desprendía un calor, el agua era tan tibia. Estaba sentada, viendo a esas mujeres tallar su cuerpo, mientras su mirada estaba perdida. Recordaba todo lo ocurrido. Hace unas horas ella casi era ultrajada, y vio cómo ese hombre, el jefe Savir, mató a esos criminales como si cortara papel. Sus lágrimas se combinaban con el agua que caía sobre su rostro. Una vez lista, la secaron y la dirigieron a la habitación, donde comenzaron a vestirla, y peinarla. —En un rato màs, será presentada ante el consejo de ancianos. Solo al escuchar esas palabras, Saya volvió a la realidad. —¿Consejo de ancianos? La criada asintió. —Son el consejo de nuestro jefe, nadie pasa sobre ellos, ni siquiera el mismo jefe, debe dar una buena impresión —recomendó la mujer. Saya tragó saliva. «¿Tendré tan mala suerte de no conseguir su favor?», pensó. Saya estuvo lista, una media hora después. Las mujeres trajeron una corona con rosas rojas y la pusieron sobre su cabeza. —Esta lista, milady, impresione al consejo. Saya se levantó, sintió sus manos temblar. La puerta se abrió y dos guardias entraron, diciendo que ya la esperaban; sus damas fueron tras ella. *** Saya recorrió el pasillo, y notó muchas miradas y rumores, pero no puso atención. Sintió que si se detenía, si miraba a alguien, se derrumbaría a llorar. No era tan fuerte como siempre se lo hizo creer; en realidad, tenìa miedo. Cuando Kendra observó a la mujer caminar, se quedó petrificada. —¡Lotti! —gritó con las lágrimas al borde de sus ojos. —Lo siento, Kendra, nada pude hacer, el mismo jefe encontró a los hombres intentando… ¡Los mató a todos! Tenemos mucha suerte de que nuestros nombres no salieran por sus bocas, ahora estaríamos sin cabeza. Kendra temblaba de rabia, las lágrimas corrieron por su rostro. —¡Ya no me llamará! Ni una vez màs me llamará a su cama, estoy segura de que perdí esta oportunidad, debo acabar con esa mujer. —Espera a que esté encinta, así, el jefe Savir te llamará de reemplazo. Kendra miró a Lotti con rabia y abofeteó su rostro. —¡Quiero ser la esposa, no quiero ser la amante de turno! —bramó como animal herido y fue a sollozar lejos de ahí. *** Savir estaba en la carpa del consejo, esperaban pacientes a que Lady Saya llegara. La mujer fue anunciada, entró lentamente, y cuando estuvo en medio de ellos, hundió la mirada en un signo de respeto. Lady Lynn sonrió al verla. —Veo que mi querido hijo ha elegido a la màs hermosa rosa de primavera. Los ancianos estuvieron satisfechos, la mujer alzó la mirada, esbozó una sonrisa nerviosa, todos eran desconocidos para ella. —Dagda bendiga el nuevo matrimonio de nuestro jefe Savir —dijo el anciano Kean—. La boda se celebrará en tres días, que será Luna llena; mientras tanto, cumpliremos con los preparativos. Lady Lynn encárguese de que nuestra futura Morrigan sea informada de nuestras tradiciones para la boda. La anciana hizo una sutil reverencia, aceptando. —Así será. —¿Algo màs que alegar? —exclamó el anciano Kean Un anciano al fondo alzó la mano, el buen ánimo se perdió en todos, sabían quién era él. El anciano Byle, el padre del antiguo jefe Kelly, perecido en la guerra de Kadir. —¿¿Y cuándo conseguirán la extensión de tierras? La gente está hacinada, parece que les importa màs una estúpida boda que el bien de nuestras personas. Casarse con una Lady de sociedad, no va a mejorar nuestra tribu, si mi Kelly estuviera a cargo. —¡Pero, está muerto! —gritó Savir, su voz hizo que todos se estremecieran, no solo por su tono de voz alto, sino por su franqueza al hablar. Saya agachó la mirada, estaba temblando, pero no diría nada. —¿Cómo…? ¡¿Cómo ha dicho?! —Byle perdió el control, fue contra el propio jefe Savir, pero este tomó su espada, al tiempo en que los guardias se acercaban. Savir puso el filo de la espada sobre su cuello, le miró de esa forma salvaje, todos callaron. Si era la voluntad del jefe matarlo, nadie iba a impedirlo, pues le había ofendido. Saya se quedó sin aliento, observando tal escena. El hombre era un anciano ya, débil, y Savir a su lado era como una bestia salvaje. —Tu hijo Kelly está muerto, ¡yo soy el jefe! No vengas a decirme sobre cómo lidero a mi gente, no olvides nunca que es gracias a mì que existes, tú y todos ellos. ¿Dónde estaba tu hijo cuando combatí y vencí? El viejo cayó al suelo de rodillas. —¡jefe, no debí hablar sobre esto! Por favor, perdóneme mi vida. Savir sintió odio. «¿Cómo puede ser tan cínico?», pensó. Savir tomó su espada. —¡Gran jefe, tenga piedad! —suplicó Lady Lynn —La piedad es algo que no existe en un jefe —sentenció. El viejo bajó la mirada, a punto estuvo de blandir la espada contra su cuello, cuando sintió una mano que lo detuvo. —¡Tenga piedad! —Saya detuvo la mano de Savir Un gran silencio se formó en ese lugar.
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