Capítulo 03

1022 Words
"Narra Darío" Mi cabeza dolía, no solo por el hecho de a ver visto a Nikolay después de tres años, sino porque Beatriz no dejaba de hablar, ella podía ser muy irritable a veces. Drake conducía el auto y miraba con frustración algunas veces por el retrovisor, hasta mi amigo no toleraba la voz de ella. —Había una chica en el baño con un hermoso vestido rojo, le quedaba tan bien, les dije a mis amigas que quizás su cuerpo era operado, es que si tú hubieses visto —Empezó a contarme la rubia a mi lado, como si me importara —y su cabello se veía maltratado, en serio, estaba a punto de recomendarle la marca de mi Shampoo, pero se fue antes de que pudiera hacerlo, fue una pena. —Beatriz, no estoy de humor para escuchar tus anécdotas ―murmuré. —¿Entonces invitaste a Nikolay Petrov a nuestra fiesta? —preguntó, ignorando mis palabras y pegando su cuerpo al mío. —Si, le di la invitación. —Muy bien cariño, deben ir personas muy importantes ¿También invitaste a Stefano? Ese hombre me da un poco de miedo, pero igual debes invitarlo, aunque su esposa no me agrada para nada, su físico nos trae recuerdos que queremos olvidar —mencionó. —¿Podrías cerrar la maldita boca? —mencioné, ella se asustó por mi mal genio y empezó a revisar su celular, pero al fin había dejado de hablar Suspiré, apoyando mi cabeza en el asiento para frotar mi sien, si seguía así tendría un infarto del estrés. —Entonces ¿Cómo lo viste? —preguntó Drake, refiriéndose a Nikolay. —Engreído, antipático y con facha de superioridad —respondí, mi amigo soltó una risa y negó con la cabeza. Era verdad, Nikolay Petrov podía ser una completa copia de su padre, claro, quitando el físico y la obesidad del difunto mafioso. No estaba seguro de invitarlo a la fiesta, pero escuché que había empezado a tener negocios con Stefano Walker y debía tenerlo a los dos vigilados, ninguno me agradaba, además del peligro que podrían ser estos dos juntos. Al llegar a la mansión me encerré en mi oficina, este espacio era como mi escape, Beatriz no tenía permitido entrar aquí, así que este era mi lugar favorito hasta ahora. Me dejé caer en la silla y apoyé los codos en la mesa. Abrí el primer cajón y saqué de allí una fotografía, en la imagen ella sonreía, estaba distraída mientras admiraba la fuente de Trevi, aquel lugar donde le había declarado mi amor. Abi... esa noche ella abrió su corazón, me dijo lo que sentía con respecto a su madre y yo no fui capaz de decirle la verdad, no fui capaz de decirle que no sufriera más porque su madre estaba viva. Ella murió odiándome, no me dejó decirle cuánto lo sentía, cuánto la amaba y que no podía vivir si ella, él fuego me la arrebató sin dejarme decirle la verdad sobre su familia. Guardé la fotografía de Abi al escuchar los toques en la puerta, Silvina entró con una taza de café. —Hola Silvina —saludé, ofreciéndole una sonrisa de boca cerrada. —Beatriz no quiso cenar, se encerró en su habitación y no para de llorar —mencionó, dejando la taza de café sobre la mesa —¿Va todo bien? —preguntó. —Si, solo que me hace perder el control, en serio es irritable. —Darío, tesoro, debes entenderla un poco, está emocionada por la boda. —Hablando de eso, no creo que sea buena idea. —Lo sé, cariño. —Ayer se cumplieron tres años, tres años desde que la perdí. —Todos la extrañamos, Abigail siempre vivirá en nuestros corazones, pero no puedes seguir así, debes seguir adelante, Beatriz será una buena esposa, además está embarazada de tu hijo, debes empezar a vivir tu nueva vida. Quería lanzar todo lo que estaba a mi paso, pero me controlé, debía hacerlo, ya no podía seguir perdiendo el control cada vez que la recordaba. —Tienes razón —murmuré, tomando la taza de café y bebiendo de ella rápidamente. Silvina sonrió antes de retirarse de la oficina, los papeles de mis próximos negocios estaban esparcidos en el escritorio, había convertido esto en un desorden esta mañana. Desde la muerte de Leonardo Moretti, recuperé todo lo que me pertenecía, todo lo que le había pertenecido a mi padre ahora era mío, incluyendo esta casa, mi casa, donde había crecido. Tomé las llaves de mi auto y salí para montarme en él, estaba empezando a nevar así que debía conducir rápido. Era tarde, pero las personas seguían activas en la calle, haciendo sus compras. No me gustaba mucho esta época, se supone que este mes era de fiestas y de pasarla bien en familia y con los que amaban, yo no estaba con quien amaba, así que no tenía nada que festejar. Conduje hacia las afuera de la ciudad, las farolas en esta parte de Roma casi no funcionaban, dándole un aspecto terrorífico, por eso casi nadie venía aquí, además de ser un lugar abandonado. Llegué a una casa, la cual parecía estar abandona y en mal estado por fuera, apreté el botón del garaje y este se abrió, entré el auto rápidamente y lo cerré. Aún hacía frío aquí así que bajé las escaleras que daban a la puerta principal, este lugar estaba oculto, en tres años nadie se había percatado que algunas personas vivían aquí. Abrí la puerta y encendí la luz, caminé con pasos ligeros por el pasillo y subí otra escalera, al llegar le di cinco toques a la puerta, esa era nuestra contraseña. Escuché cómo quitaban los seguros de la puerta, esta rechinó al abrirse. Sonreí ampliamente al verlos. Los gemelos corrieron al verme y me abrazaron. —Hola, Darío —saludó la mujer que había abierto la puerta, su cabello rubio caía sobre sus costados y sus labios carmesí decoraban su sonriente rostro. —Hola, Maya —Si tan solo Abigail estuviera aquí para decirle que Maya y sus hermanos estaban aún con vida…
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD