Capítulo 02

1610 Words
Me giré varias veces en la cama, intentando buscar el calor del cuerpo de Nikolay, al no encontrarlo abrí los ojos y me senté en la cama. La habitación estaba vacía, las persianas abiertas, dejándome ver la nieve que caía en el exterior. Levanté los brazos para estirarme y luego froté mi rostro, intentando espabilar, al bajarme de la cama el frío del suelo me estremeció, pero intenté no darle importancia, envolví la sábana alrededor de mi cuerpo desnudo y salí de la habitación, al llegar a la sala de estar fruncí el ceño al ver a Nikolay parado frente a la puerta corrediza que daba al jardín, mirando distraídamente algún punto fijo del exterior. ―Buenos días —saludé, abrasándolo por la espalda para acariciar su abdomen desnudo, aprovechando que no llevaba suéter. —Buenos días princesa ¿dormiste bien? —preguntó, dándole un sorbo a su whisky. —¿Quién no duerme bien después de tener relaciones toda la noche? —pregunté, inclinando la cabeza hacia un lado para poder verle la cara. — Buen punto. —¿Está todo bien? ¿Por qué estás tomando tan temprano? —Estoy estresado. —Cuéntame —pedí, empecé a dejar besos en su espalda, él se tensó al sentir la humedad de mis labios, pero se relajó al instante. —¿Recuerdas a Lex? —Es tu hermano mayor ¿no? —Así es, ninguno de mis hermanos estaba interesado en tener una vida como mi padre —Me estremecí, aún se sentía raro que él hablara con total tranquilidad de su padre conmigo, después de todo fui yo quien lo asesinó, me mantuve callada y dejé que prosiguiera con su relato —el único interesado era yo, siempre fui como la sombra de mi padre, abriendo negocios aquí y allá e intentando aprender todo lo posible de él, parecía obvio que yo heredara todos sus negocios y me hiciera cargo de sus cosas, pero resulta que Lex ahora si quiere ser parte de este mundo. —¿Y qué harás al respecto? —pregunté. Nikolay podía ser cruel a veces, pero tenía un corazón sensible, algo que admiraba de él era su perseverancia, él no se rendía tan fácilmente y de una u otra forma, conseguía lo que quería. —Atravesar una bala en su frente. —¿Qué? ¡No! —lo solté, sorprendida. —¿Por qué no? Es algo fácil. —No lo harás. —¿Quién me lo va a impedir? —Yo —dije segura, él se giró un poco para verme, una de sus cejas se levantó y sonrió de medio lado. —¿Tú? —Si, él es tu hermano, tu familia, no puedes simplemente atravesarle la frente con una bala, no es correcto. —La mayoría de las cosas que hago no son correctas, Abigail, no tengo tiempo de lidiar con personas que quieren exigir algo que no les pertenecen. —Solo prométeme que hablaras con él primero, quizás puedan resolver sus indiferencias. Nikolay soltó un suspiro de irritación y bebió todo su whisky de un solo trago. —Bien, hablaré con él. Sonreí, retrocedí unos pasos y dejé caer la sabana al suelo, quedando desnuda frente a él. —Entonces ¿Quieres darte una ducha caliente con Abigail Moretti? —pregunté, me mordí los labios, viendo como sus ojos brillaban de deseo. Él dejó el vaso a un lado y corrió hacia mí, tomándome entre sus brazos y cargándome sobre su hombro. —¿Qué haces? —solté. —¿Cuantas veces te he dicho que no andes descalza por el suelo frío? —ahogué un grito cuando le dio una fuerte palmada a mi trasero. El sudor recorría mi frente, cuello y brazos, apunté el arma hacia el objetivo, contuve la respiración y disparé. Puse el arma en la mesa y busqué la toalla para secar mi sudor. Después de una mañana excitante, Nikolay me trajo a practicar mi puntería, en estos tres años me había enseñado defensa personal y a usar una cantidad de armas que desconocía, no estaba dispuesta a ser la inofensiva chica que secuestraban con facilidad, ya no. —Bien, nos iremos ya —dijo el rubio al llegar a mi lado, echándole un vistazo a la variedad de armas que había usado. —¿Por qué? —Iremos al casino. Esa idea me gustaba, había ido al casino con él varias veces, en Rusia y en Brasil, pero nunca aquí. —¿Es seguro? —Claro, usarás tu disfraz de Dayana Evans, nadie te reconocerá —besó mi frente y me ayudó a guardar las armas. Para Nikolay fue fácil conseguirme una nueva identidad, cédula, licencia y pasaportes, todo a nombre de Dayana Evans, era divertido fingir ser otra persona y gracias a ello, nadie sabía que uno de los Moretti aún vivía. Llegamos a la casa y me di un largo baño, mi cuerpo me lo agradeció. Envolví mi cabello mojado en una toalla al igual que mi cuerpo, había un hermoso vestido rojo en la cama. —¿Te gusta? —di un pequeño salto del susto, Nikolay apoyaba su cuerpo en el marco de la puerta, contemplándome. —Es muy hermoso, gracias —sonreí, él salió de la habitación para que pudiera terminar arreglarme, así que empecé a arreglar mi cabello y luego me maquillé, el color carmesí en mis labios me daba un aspecto sensual. La imagen de Maya, sonriendo con sus labios rojos vino a mis recuerdos, sacudí la cabeza para deshacer aquel recuerdo, si me ponía nostálgica iba arruinar mi maquillaje. —¿Te ayudo? —Nikolay se me acercó para cerrar el cierre de mi vestido, dejando un ligero beso en mi hombro —Estás preciosa —mencionó, el vestido resaltaba mi figura. Le regalé una sonrisa, me miré atentamente en el espejo, la peluca negra rosaba mis hombros y el flequillo cubría casi mis cejas, los lentes de contacto azules me recordaban a los ojos de Mey. —Jey nos está esperando —informó, mirando su celular. Su esmoquin se ajustaba muy bien a su cuerpo y su cabello rubio peinado hacia atrás le daban un toque de seriedad. —Vámonos —mencioné. Después de unos veinte minutos ya estábamos frente al casino, la fila estaba súper larga y al parecer a las personas no les importaba esperar con este frío abrumador. Me sujeté del brazo de Nikolay mientras entrábamos al lugar, el guardia de la entrada nos dejó pasar sin reproche. Este era el casino de mi padre, que ahora me pertenecía, pero todos creían que Nikolay era el dueño y no me molestaba en lo más mínimo, confiaba ciegamente en él, algo bueno y malo a la vez. Le dimos nuestros abrigos a un chico y caminamos con seguridad por el lugar, ganándonos un par de miradas curiosas y otras de admiración. —Hablaré con estos inversionistas, intentaré sacarle más información sobre los negocios de Stefano. —Bien, estaré a tu lado. —dije, pero cerré la boca de inmediato y me detuve en seco, Nikolay frunció el ceño, mirándome confundido. —¿Pasa algo? —Él está aquí —murmuré, mi corazón empezó a latir rápidamente. —Mierda —Soltó Nikolay al darse cuenta a quien me refería —Intentaré deshacerme de él. —Bien —solté su brazo y me apresuré al baño, sin esperar respuesta de su parte. Dejé salir un largo suspiro cuando entré al baño, aún no me sentía lista para estar en el mismo lugar que él, no podía. Mis piernas temblaban de los nervios y mi cuerpo empezó a transpirar. ¿Por qué Darío tenía que venir justamente esta noche? —Es increíble, ya quiero que llegue el día de la boda —mencionó una chica al entrar, acompañada de dos más. Intenté parecer relajada y empecé a peinar aburridamente mi peluca. Beatriz... Ella se paró a mi lado, mirándose en el espejo para arreglar su maquillaje. —¿No crees que van muy rápido? —preguntó la otra chica a su lado. — ¿Disculpa? Él y yo hemos querido esto desde hace años, solo que había unos ciertos obstáculos que no nos dejaban vivir nuestro amor, pero al final lo conseguí — se defendió Beatriz, acusando a su amiga con el lápiz labial. Por el espejo vi como sus amigas ponían los ojos en blanco y fingían una sonrisa. Quería lanzarme contra esa rubia y dejarla calva, pero hice lo posible para controlarme. Salí del baño, no podía soportar más tiempo su chillona e irritante voz. Me escondí detrás de una máquina para poder observar a Nikolay y a Darío, ellos hablaban animadamente de algo, pero el semblante de ambos era frío e indiferente. El cabello de Darío caía sobre su frente en varias hondas, su traje n***o estaba impecable, se había dejado crecer un poco la barba, dándole un toque más maduro y sexy. Sentía la necesidad de correr a sus brazos y besar sus carnosos labios, necesitaba sentir el calor de su cuerpo otra vez. Él le dio una tarjeta a Nikolay y se alejó, encontrándose a Beatriz en la salida, quien se colgó rápidamente de su brazo. Puse los ojos en blanco y me le acerqué a Nikolay, él sonreía en forma de burla al verme. —¿Qué? ¿Qué es eso? —pregunté, cruzándome de brazos. —Una invitación a su fiesta de compromiso este finde semana —agitó la invitación frente a mi cara, se la arrebaté de un rápido movimiento. —Bien, ahí estaremos —le aseguré. Ahora sí, todos se enterarían de que los muertos habían resucitado.
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