CAPÍTULO 3. EN EL RESTAURANTE WALLY & SALLY

1668 Words
Un mes completo había pasado desde que Linny había llegado al restaurante "Wally & Sally" donde había sido ascendida de lavaplatos a camarera. Greg, el dueño del restaurante observó el potencial de Liny, por lo que cuando la joven estuvo limpia y un poco arreglada, fue un absoluto atractivo visual para los comensales. Hombres en su mayoría. "Linny, lleva este pedido a la mesa cuatro y cinco, date prisa." Carlos, el chef del restaurante se esforzaba por sacar todos los pedidos en el menor tiempo posible a pesar de que solo contaba con un ayudante. "Si Carlos, me daré prisa!" Tanto Trish como ella rolaban turnos para atender a los variados clientes y ese día era el turno de Linny. "Lamento el retraso, por favor, disculpen." Se disculpó Linny con los jóvenes comensales cuando les entregó sus pedidos en sus mesas de forma amable. Ellos solo le correspondieron la bella sonrisa. "No importa si puedo saber tu número de celular, belleza." "Me gustaría invitarte a salir algún día, te parece buena idea?" Linny se siente halagada por las palabras del joven castaño. Pero antes de que ella siquiera pueda pronunciar algún palabras, las palabras de Carlos desde la cocina la hacen reaccionar. "Linny, tengo más ordenes listas para entregar!" La joven gira la cabeza para ver las ordenes esperando por ella en la barra metalica reluciente. "Lo siento, debo seguir trabajando, disfruten su comida por favor!" Linny se mueve con rapidez y confianza entre las mesas entregando pedidos, tomando pedidos y dejando la cuenta a los comensales. Greg la observa todo el tiempo desde lo alto del segundo piso, donde esta su oficina. En su mente, Greg hace comparaciones entre Trish y Linny. Trish es una belleza de cuerpo hermoso. Pero Linny con su belleza única atrae a mas comensales, por lo que ahora, el restaurante luce más lleno debido a que ella está de turno. Greg en verdad piensa que fue una suerte que ella llegara en ese justo momento en que sus ventas habían estado un poco...decaídas. Recargado en el umbral de la puerta donde Linny ha estado durmiendo, Greg se percata de que ella no ha abandonado el restaurante desde que llego. Linny ni siquiera salía del lugar para comprar artículos de higiene básicos, ni ropa. No era coqueta con los comensales y no salía con ningun chico de la enorme mayoría que la invitaban a salir. Todo lo que Linny necesitaba, Trish se lo conseguía y traía cuando estaba en su turno. Antes de cerrar la puerta de esa oficina-dormitorio, el aroma dulce de la pequeña botella de perfume de Linny flotó hasta la nariz de Greg. En el escritorio del lugar pudo apreciar, intactos, los dos sobres de su paga. Solo una vez había necesitado dinero para comprar cosas básicas para ella. Y Linny había registrado esos gastos para poder devolvérselo a Greg en cuanto ella pudiera. Recostado en su silla, Greg ruega a todos los cielos, santos y demas deidades que Graham en verdad no aparezca por esos lugares en un buen tiempo. De pronto, algo llama la atención de Greg. Un autobús de turistas se estaciona fuera del restaurante. La puerta del autobús se abre para que los pasajeros puedan descender. Quitando la persiana café con sus dedos, Greg se da cuenta de que los pasajeros son todos hombres y mujeres de mediana edad con cámaras colgando de sus cuellos, gafas de sol en sus cabezas o rostros. Algunos tienen gorras o sombreros para cubrirse del inclemente sol del medio día. "Que suerte" "Este será un buen día!" Greg se frota las manos con anticipación de lo que espera sea un buen día de ventas. Deja su saco café a cuadros pulcramente en su asiento y se dobla las mangas de su camisa hasta sus antebrazos mientras que camina hacia la cocina para ayudarle a Carlos con la preparación de alimentos. Cuando el restaurante se abrió, hace muchas décadas atrás, un jovencito Greg pidió trabajo como ayudante de cocina. Pero después ascendió rápidamente a chef, después a gerente y por último, se convirtió en el propietario del lugar. Cuando un revés en la economía local dejo al pequeño restaurante al borde la bancarrota, fue cuando Laurie Janders llegó para salvar de la ruina al lugar. Ella invirtió en el restaurante porque le traía memorias bellas de su juventud al lado de su amigo inseparable, Graham Biers. En ese lugar, los dos habían desayunado, comido o cenado por tantos años, que no concebían que cerrara el restaurante. "Linny, deberas de darte mucha prisa esta vez." "Te ayudaré tanto como pueda, pero la prioridad será ayudar a Carlos con la comida." "Comprendes?" Greg le señaló a las mesas con los ruidosos comensales que reían y charlaban amenamente. "Comprendo, me dare prisa." Greg le hizo la recomendación de que no se dejara intimidar, ni presionar. "Las mesas siete, ocho, nueve y diez se juntaron para que un grupo grande se sentara." "En esa mesa larga solo hay mujeres." "En las mesas dos, tres y cuatro se sentaron los coordinadores del autobús y algunas parejas." Linny le daba un informe detallado a Greg, quien se alistaba para los pedidos que llegarían a montones ese dia. "Todos quieren el especial del día." "Dos señoras ordenaron el filete de pescado a la plancha." "Dos hombres quieren su carne termino medio y solo una persona pidió el estofado." Las ordenes en los blancos papeles de Linny se pusieron en marcha en la cocina. Los cocineros pronto avivaron los fuegos para preparar todos los pedidos. Las ollas hervían, el aceite caliente freia a la perfección la papas. Así como también de freian los pollos, la carne, el pescado. Algunas verduras se salteaban en un sarten profundo. Los platos humantes pronto estuvieron disponibles para que fueran servidos sin pausa. Algunas ordenes se cambiaron de imprevisto, provocando un pequeño caos en la cocina, el cual se tuvo que resolver a la brevedad posible. La pobre Linny corrió para atender a tanta gente por mas de tres horas continuas. No se daba abasto rellenando agua en los vasos de los comensales, sirviendo los pedidos o retirando los platos vacíos de las mesas. Incluso tuvo que dar algunas indicaciones al chofer y los coordinadores que viajaban en el autobús. "Señorita, la cuenta por favor." Linny terminó de hacer todas las cuentas de las mesas y escuchó como todas las personas ponían dinero de sus bolsillos para pagar. Linny agradeció que solo tuvo que atender a los turistas, porque ningun otro comensal había entrado en el restaurante. "Muchas gracias por habernos visitado!" "Los esperamos muy pronto!" "Que tengan todos un buen viaje y buen día!" Linny se despedía de todos mientras que algunos felicitaban al gerente y a la joven por el sabor del pescado. O por el delicioso especial del día. O por la suavidad de la carne perfectamente cocinada. Cuando los turistas abandonaron por completo el lugar, Greg hablo hacia Linny. "Te parece bien que nos tomemos un pequeño descanso Linny?" Cuando la joven iba a murmurar que le parecia maravilloso, la puerta se abrió para que nuevos comensales entraran por ella. "Creo que tendrá que esperar el descanso hasta la noche señor Greg..." Linny se dirigió a tomar los pedidos de las personas que acaban de llegar. Greg regresó a la cocina. Linny no podía comparar ese cansancio con el intenso cansancio que había sufrido en ese polvoroso lugar apartado de toda civilización donde ella se despertaba de madrugada para cuidar a los pollos, las gallinas, las hortalizas, la casa, la comida... Lavaba su ropa a mano junto con la apestosa ropa de ese bastardo. Por lo que servir platos, retirarlos, ayudar a limpiar la cocina al termino de su turno, todo eso debajo de un techo, con música amena, le parecía muy poco trabajo. Un hombre con sombrero y botas de vaquero entró en el restaurante sentándose en una mesa alejada. Los malos recuerdos brotaron en la mente de Linny con una rapidez formidable. Recordó como un día, después de una paliza sin igual por un descuido de ella, donde la escasa agua que tenía se había regado por todo el suelo inundando los corrales y las hortalizas, Linny se armó de la poca valentía que aún le quedaba para correr por el camino que ya se había aprendido de memoria. Era huir o morir a manos de ese bastardo. O morir de sed, hambre y cansancio. Linny en ese día le ordenó a sus pies y piernas que corrieran lo mas rápido que pudieran. Ella nunca volvió a mirar de nuevo hacia atrás. Cuando por fin atisbó la carretera en esa fría noche, Linny se sintió triste y aprehensiva debido a que ningun camionero le hacia la parada por más que ella les hacia señas. Hasta que ese ángel llamado Braulio la había ayudado. "Linny, lleva este plato fuerte al último comensal de la noche." "Nosotros nos prepararemos para cerrar." Carlos le extiende el plato a la exhausta chica quien no ha parado en ese dia. Después de dejarlo con toda la rapidez que pudo, Linny corrió al baño porque el olor del platillo le había provocado nauseas... Tosiendo fuertemente en el excusado, Linny intenta tranquilizarse mientras que respira profundamente. Cuando se recupera, sale del baño para percatarse de que el hombre esta a punto de terminar con su comida. Linny se permite sentarse un momento en una silla para frotarse su adoloridos pies. Ella suelta un suspiro de cansancio antes de que el comensal le pida la cuenta. Linny retira todo y se dedica a hacer la cuenta del último comensal. Un Corvette rojo sangre se estaciona frente al restaurante. Una chica joven sale del auto y camina con paso resuelto hacia la entrada. "Lo siento ya estamos cerrados." Dijo Linny con voz apenada levantando la mirada hacia la persona que había abierto la puerta. Y entonces lo ve... Ahí, estacionado... Ella esperaba que en verdad fuera el auto de Graham! ***By Liliana Situ*** Valoro mucho tu opinión.
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