El timbre sonó cuando abría mi tercera lata de cerveza e Isabella se acomodaba por milésima vez la falda frente al espejo para cerciorarse que todo se encontrara en su lugar. Se había bebido solo una cerveza diciendo que el resto lo compartiría con Nacho cuando llegara, pero había estado tan ocupada mirándose al espejo y arreglándose que no se había dado cuenta de que tendrían que ir a comprar más porque todas iban directamente a mi estómago vacío. —Es hora. —Me miró sonriente y dio la media vuelta para acercarse a la puerta de entrada. —Que comience el show —le dije levantando la lata sin que me prestara atención realmente. Oí como mi prima abría la puerta e intercambiaban un par de palabras, y me sorprendió no oír la ruidosa voz de Nacho emocionado como solía hacerlo