El viernes por la tarde nos juntamos con el equipo de trabajo de Roberto en la productora que estaba a su nombre, reconocida por hacer documentales algo controversiales y tabús. La reunión duró un par de horas, hablando entre los temas que Rob tenía dando vueltas, todas un poco vainillas por así decirlo, pues el último documental que hizo fueron treinta minutos dentro de una morgue, y sabía que en la cabeza de todos se había apagado un poco esa llama morbosa que habíamos esperado del siguiente documental. Decidimos que cada uno llegaría con ideas para la próxima reunión el día lunes y mientras arreglábamos nuestras cosas para irnos Roberto se me acercó. —¿Qué tal el primer día de trabajo? —preguntó extasiado, lo miré rodando los ojos. —Como cualquier otro día. Co