Me desperté con un sonido en mi celular y supe de inmediato que era un mensaje. «Espero que la resaca no esté tan mala. Me gustó mucho compartir contigo ayer, hace tiempo no lo hacíamos» La sonrisa que no sabía que tenía se disipó con el sonido de mi puerta abriéndose de golpe. —Habla, ahora —ordenó mi prima con dos tazas de café en la mano. Dejé el celular a un lado mientras me pasaba las manos por el rostro para despertar. —Un muy buen día para ti también —le dije a Isabella que ahora estaba sentada a los pies de mi cama de dos plazas y me tendía una de las tazas—. Te dije que estaba tomando unas cervezas, Mamá. —Eso no es novedad, pero nunca pones; al llegar te cuento, si pones eso es porque hay algo que contar. —Estás leyendo mucho entre líneas. E