Isabella se había ido a su cena con Nacho, en un restorán de esos que te duele la cabeza al ver el precio de sus platos y tu bolsillo arde al pagar la cuenta. Yo estaba sentada en la mesa del comedor haciendo mis deberes cuando la pantalla de mi celular se iluminó con un llamado entrante. Número desconocido. Las palabras de mi prima saltaron en mi cabeza. Si te llama y quieres contestar lo haces y si no quieres no lo haces. Es así de simple, tú ve como te sientes al momento de la llamada. Saber de él aún producía algo en mi estómago, pero ese sentimiento lo tomé y lo guardé en una caja fuerte con muchos candados para esconderlo en el fondo de un cuarto a oscuras, justo al final de mi ser. Y me analicé por un momento para ver los sentimientos que quedaban; nin