Ariadna. El despertador suena a las seis de mañana. Llevo horas despierta. Dándole vueltas una y otra vez a todo y nada. Paul llamó ayer. Como si nada. Hablándome de su trabajo, del tiempo en Nueva York. Recordándome la vez que fuimos juntos... ¿Es esto una broma de mal gusto? Me limité a escucharle, a contestar como buenamente podía hasta que por fin colgó. Entonces me puse a llorar. Me arrastro hacia el baño como el ser débil y patético que soy. Me lavo los dientes y la cara. Me recojo el pelo en una coleta alta y me visto con ropa de deporte. Tengo que volver cuanto antes a mi rutina. No puedo estar todo el día llorando por las esquinas. El día está nublado. Tiene pinta que vaya a llover. Me pongo el gorro de mi cortaviento y empiezo con un trote ligero hasta el parque R