—Carajos.— Maldice cuándo se ve en soledad.
Habiéndose percadato de qué Noah ingresará a su departamento, o al menos se perdiera de vista por el ascensor.
Siquiera le importaba lo qué estuviera armando en su cabeza el conserje, ya nada le importaba de lo qué podrían llegar a opinar los demás, no obstante, sentía su mirada clavada en la nuca.
Analizandolo.
O tal vez esperando su siguiente movimiento.
Todo podía ser viniendo de él, ya qué León no lo conocía de nada, y tampoco sabía si era un fiel chismoso de los Melle.
—¡Maldita caprichosa qué necesita saberlo todo!— Sisea pasando una mano por su cabello.
Está perdido, mentalmente perdido, no hay manera de qué pueda dejar de pensar en la conversación qué tuvo para con Noah, y peor aún en qué se subió a su auto y la trajo de regreso a su hogar.
En otro momento, no lo hubiera hecho ni siquiera con sus conquistas, León no sabía cómo manejarse con la mujeres, y siempre que terminaba teniendo sexo con alguna de ellas, las enviaba a sus hogares en un taxi, pero jamás se le había ocurrido llevarlas hacía su hogar.
Por lo cuál, acababa de hacer algo nuevo, una vez más, para con Noah, llamando poderosamente su atención.
Siendo algo que le genera fiebre y malestar.
Tiene demasiadas cosas en la cabeza de las qué ocuparse, cómo para estár ocupando su mente en la incomodidad que le genera la castaña.
Y por más qué sabe qué no tiene que perder el tiempo pensando en eso, y tiene demasiadas cosas en las que poner el foco, es inevitable no pensar en ella.
—"¿Me vio cara de cachorro en adopción?"— Maldice pensativo en su cabeza.
Luego, gira levemente unos pasos para salir de la vista del conserje del edificio, y suspira cuándo alza la vista hacía la entrada del gimnasio.
Se disputa entre entrar o no, pero el no haber dormido durante casi cuatro días hace que su batalla mental finalice e ingrese al gimnasio.
Su cuerpo se lo pedía a gritos junto con un café o redbull.
Había caminado demasiado para todo el ejercicio qué había realizado durante el día, además de la pelea que no fue para nada liviana, y por más qué él fuera una persona qué siempre se sobre exigía, ahora creía qué podría llegar a flaquear sí caminaba nuevamente hacía el departamento.
—Jodida caridad.— Escupe mirando a su alrededor a medida qué avanza, dirigiéndose a los cambiadores.
Deja su bolso junto con todo el dinero en el locker, volviendo a ingresar para quitarse la sudadera con rabia y colocarse sus vendas al rededor de sus nudillos lastomados.
Era inevitable no estar en el área de entrenamiento y no querer quitar su rabia de aquella manera, por lo cuál a los pocos minutos descargo su furia contra el saco.
No fueron más de veinte minutos, pero si los suficientes cómo para calmar su mente y su instinto de mandar todo a la mierda, y eso incluído al gimnasio Melle, teniendo muy fresca la promesa qué le había hecho a Noah de qué no tenía ningún problema en abandonar el mismo si se lo proponía.
Se dió un baño rápido en la ducha, mientras relajaba sus músculos pensando en cada minuto todo lo ocurrido, la mirada de Noah cuándo le ordenó que no dijera nada es lo que en estos momentos le quema.
Obligándose a negar con la cabeza y pasar sus manos por su rostro reiteradas veces para poder acabar con eso de un momento al otro, soltando un pequeño gruñido de rabia bajo la lluvia artificial.
Su teléfono suena cuándo termina de cambiarse, y coloca sus ojos en blanco al corroborar qué es Nick queriendo saber porque todavía no llegó.
Por demás preocupado porque León se hubiera enojado por la petición de llegar un poco más tarde.
De Nick: —"¡No me hagas recorrer toda la jodida ciudad para encontrarte!"—
Sonríe de costado cínico al leer el último mensaje. No podía creer que a estas alturas, Nick siguiera creyendo qué estaba enojado con él.
Si había alguien para con quién León estaba por demás agradecido era con Nick. Y no podía siquiera imaginarse el tener el descaro de enojarse con su amigo por qué estuviera con una mujer en su propia casa.
Para Nick: —"Estoy bien, con alguien, te veo mañana."—
Envía aquella mentira y Nick no vuelve a responder, habiéndose quedado tranquilo de qué tendría un techo dónde pasar la noche.
Él avanza con cautela hacía dónde Noah había mencionado, no creyendo qué fuera la mejor de las ideas, todavía, pero no pudiendo con el cansancio corporal y mental, tanto qué sus ojos se cerraban poco a poco.
Abre el pomo de la misma sorprendiendose de qué no se encuentra con llave, y qué ella no había mentido al respecto.
La oficina de Noah huele a menta gracias a un difusor automático qué tiene conectado.
—Jodida metiche.— Traga saliva al ver el sillón.
Se ríe internamente, parece por demás cómodo y grande, y es más que suficiente para lo agotado que se encuentra.
No toma una manta, cómo había mencionado ella qué podía hacer, directamente se tira sobre él y tapa sus ojos con su brazo soltando un bufido.
Antes de caer en los brazos de Morfeo, se sobre salta y toma su celular, colocando la alarma para dormir tres horas.
Más que suficiente para recobrar la energía.
Además de que es el horario justo antes de que lleguen todos y tenga que ver la cara de Noah satisfecha por haberle echo caso.
Y a pesar de qué cree qué puede dormir allí y fingir qué Noah no está haciendo caridad con él, su orgullo le gana, se levanta bruscamente a los treinta y ocho minutos, dirigiéndose hacia los lockers con frustración.
Toma su bolso cerrando la puerta del mismo para no dejar pruebas de que había estado allí por la madrugada.
Sale del gimnasio cerrando bien las puertas, dándole un último vistazo a la misma rasca su cabeza aún algo húmeda y se pierde por la esquina.