Noah parpadea, está perpleja con cada cosa que él está diciendo.
Y lo peor de todo es qué no creía que fuera para tanto, a pesar de qué podía llegar a creer qué era un poco caprichoso de su parte el están insistiendo en saber dónde él vive, pero también él podría poner de lo suyo para comprender que lo que le estaba exigiendo era por un tema protocolar.
—Somos un equipo profesional... Y realmente esperábamos que vos lo fueras, admito que no estuvo bien seguirte, pero sé que algo ocultas, León y te lo vuelvo a repetir por si no quedo claro.— Traga saliva y alza su barbilla mirándolo fijamente para que él sepa que se lo está diciendo de verdad.
—¿Y cuál es el problema de si oculto o no algo?— Escupe perdiendo la paciencia.
—Quizás ni siquiera estás a la altura de nuestro equipo.— Se cruza de brazos y sabe que está rompiendo un límite, pero viendo la cara del Rubio y las facciones que él pone se da cuenta de que está logrando su objetivo.
Quizás se está pasando un poco de lado pero sabe que se valora lo están haciendo reaccionar...
—¡¡No tengo dónde vivir!!— Escupe con la mandíbula apretada.
—¿Qué?— Frena en seco al escucharlo.
Él maldice pasando una mano por el puente de su nariz. —¡No te dí dirección porque todas mis cosas están en un galpón de guardado!— Bufa y revuelve su pelo molesto.
Noah se mantiene en silencio.
Aquello le cae cómo un balde de agua fría.
El rubio aprieta su mandíbula, al verla tiesa y saber qué nada saldrá de sus labios. —¡¿Estás conforme ahora?!— Sisea.
De tan enojado que está no pudo ocultar su verdad. Y sabe que acaba de pasar su propio límite marcado, ya qué nada de lo qué diga ahora podrá cambiar lo qué Noah escuchó.
—Leon.— Susurra parpadeando.
—¡No quiero tu curiosidad, ni tus preguntas!— Se maldice por dentro una y mil veces, y arruga su entrecejo al mirarla.
El guardia de seguridad los mira desde lejos, aúnque, está concentrado en su video en la pantalla paralela a las cámaras, no había podido hacer odios sordos cuándo regresó del baño.
—¿¡Se entiende!?— Rasca su cabeza y bufa agotado, toma el pomo de la puerta con fuerza para salir a la calle.
Ella lo sigue, parpadea y se abraza a si misma por el viento. —¡Espera!— Pide con un nudo en la garganta.
—¡Y me importa una mierda la identidad que tú papito me pueda dar! ¡Me preocuparía más por vos que haces un trabajo por obligación! Cualquiera que te ve sabe que no te gusta el equipo.— Alza una ceja y suelta su bolso al suelo con bronca, mientras que se acerca a ella molesto.
La castaña está completamente enfurecida por las palabras que le acaba de decir, por un lado porque no puede creer las barbaridades que está diciendo y por el otro lado algunas de esas verdades son ciertas.
A ella sí le gusta el equipo, no le gusta que su padre cuándo le pide las cosas la miré a los ojos recordándole que por su culpa murieron sus dos hermanos y su mamá.
—¡¡Si acepte es porque yo nací para pelear!!— Bufa y lleva una mano a su cabello ofuscado. —¡¡Lo voy a seguir haciendo de manera profesional o de manera ilegal, no me interesa ser el número uno, incluso, en las cuevas puedo llegar a matar a alguien y eso me va a llenar más el ego!!— Sonríe con una cara totalmente perversa y burlona.
Noah traga saliva y sigue con su rostro completamente pálido y sin saber qué palabra sacar de sus labios.
—No sabía nada.— Susurra de forma avergonzada y niega con la cabeza.
Él rueda los ojos obvio. —Ya te metiste demasiado.— Le recuerda tosco.
Noah suspira y se mueve incómoda. —Podemos ayudarte.— Declara inflando su pecho.
—¡No me toques las pelotas!— Alza la voz y su tono ronco hace que los pelos de su cuello se levanten. —Te recuerdo que yo no tengo nada que perder, puedo irme cuándo quiera y te aseguro que quién la va a pasar mal sos vos por tener la culpa de que yo me vaya ante los ojos de tu papito, yo voy a estar muy tranquilo.— Se carajea alzando sus manos.
—No harías eso.— Achina sus ojos furiosa.
León sonríe levemente. —¡Fíjate si mañana me ves!— Alza una ceja al amenazarla.
Ella cruza sus manos sobre su pecho. —¡No sos más que una bestia qué sólo sirve para expresar violencia y odio!— Acomoda su cabello.
—¿Y?— León sonríe alzando sus manos.
—No me extraña que vayas a abandonar, muy pocos son capaces de triunfar y de llevar el peso del campeón encima.— Demanda con ironía y sigue manteniendo sus brazos cruzados sobre su pecho.
León toma su bolso y la mira moviendo su lengua en una mueca, la observa por última vez con desprecio, aguantando las ganas que tiene de lanzarse contra ella y olvidarse de que es mujer, ya qué por más atractiva que le resulte no puede evitar sentir rabia cada vez que la ve...
Se da media vuelta y se aleja para retirarse del edificio.
—Espera, León.— Pide con la garganta seca. —En mí oficina hay un sillon.— Rasca su cabello nerviosa y lo mira. —Es cómodo.— Asegura con una sonrisa tímida. —Hay una cajonera debajo de la televisión con mantas.— Saca la alarma del local pulsando su llavero y lo mira esperando una respuesta de su parte.
El rubio relame sus labios y suspira cansado.
—No necesito tu lástima, ángel.— Sisea cerrando sus ojos con una sonrisa de costado irónica.
—No es lastima.— Declar apretando sus puños.
—Se cuidarme sólo, y desde hace muchos años.— La mira de arriba abajo y de nuevo ahí va esa mirada de desprecio. —Espero que sepas mantener esa boquita cerrada; está noche no pasó.— Ordena con amenaza en su tono de voz.
—¿Por que?— Se queja.
Él se ríe con una mueca de costado y espera unos segundos para responder.
—No vas a querer qué tu papá se quede sin su boxeador estrella.— Le guiña un ojo.
Pero su tono de voz ronco y duro le recuerda que es una amenaza, que tiene que tener miedo y mantener su boca cerrada.
Noah asiente con una mirada algo perdida y vuelve a ingresar a su hall, intentando ignorar al guardia de seguridad.
—Genial.— Cierra los ojos cuándo ingresa a la caja metálica y suelta todo el aire contenido.
Lo dejo con la palabra en la boca pero no tiene más ánimos para ponerse a discutir, las miradas que él le dio, fueron absolutamente de desprecio, y ahora entiende que no es buena idea seguir hurgando en la vida de él, además de que la relación con su padre no es la mejor, por lo que no esta en condiciones de meterse en problemas.
Traga saliva y se acomoda el cabello cuándo abre la puerta del departamento. Por si Enzo se encuentra allí.
—¿Y por qué llegaste más tarde que yo?— Bromea cuándo se levanta y besa su frente al recibirla, Ema aprieta sus labios y va a la cocina por algo de tomar,
—Tenemos que hablar.— Suspira y se gira mirando a Enzo, quién ya se encuentra detras de ella.
Noah deja las llaves a un lado y busca una fruta para llevarse a su habitación.
—Para que pongas esa cara. —Hace una mueca divertida y espera a qué largue todo lo que tiene atragantado.
Su hermana sonríe levemente y niega con la cabeza cuándo lo piensa por unos instantes y sabe que puede arruinarlo todo con su papá y León.
Se ríe y niega con la cabeza, nuevamente, peleando con sus palabras y sus sentimientos encontrados. —No es nada en realidad, olvídalo.— Se aleja hacía su habitación.
Su hermano la frena y la mira analizando sus movimientos. —¿Qué paso? Noah, estabas muy seria, si para vos es importante yo quiero escucharte.— Insiste.
Ella sonríe de nuevo restándole importancia. —Era una tontería en realidad.— Miente.
Enzo analiza sus facciones. —¿Te pasó algo volviendo, por eso llegaste tan tarde?— Frunce sus labios y la mira con el entrecejo fruncido preocupado por la pálida que se ve.
—De verdad, es una pavada y no vale la pena.— Sube sus hombros y besa la mejilla de su hermano para luego retirarse.
Enzo parpadea y niega con la cabeza no entendiendo a las mujeres, vuelve al sillón dónde piensa pasar el resto de la noche jugando a la play.