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1607 Words
—Excelente trabajo, Noah, es justamente lo qué tenía pensado, muy bien.— Alaric la señala y le devuelve la tablet. Ella asiente sin sonreír, al igual que su padre formula su respuesta al finalizar de ver las apuestas qué está manejando en la aplicación, y la promoción que le había hecho a León respecto al espectáculo que darían hoy de la pelea para con Kalesi. Desde hace ya dos años en las cuevas las apuestas son llevadas con más contabilidad, todo bien detallado para que no genere más disturbios de los que ya se arman en estilo de lugares, para que quién salga huyendo con el dinero lleve un control del mismo, incluso, en muchísimos apostadores que lo hacen online y con tarjetas de crédito dentro de la red oscura, ya que no deja de ser un espectáculo relativamente ilegal. —Me encargaré de sostener las mismas en su máximo esplendor durante la noche.— Carraspea. Queriéndole dar la confianza suficiente a su padre para que se quede tranquilo de que esta noche, León arrasará en las apuestas, además de qué le tienen muchísima fé a qué gane directamente la pelea. —No espero menos, tenemos que mantener a León con nosotros, y si le damos el dinero de las apuestas comenzará a ver las cosas de otra manera, o esto espero.— Suspira pasando una mano por su barbilla. Noah guarda su teléfono tras el bolsillo trasero de sus jeans negros, y hace lo mismo con la tablet, dejándola en su cartera. —No creo qué León sea de los que se dejan impresionar por el dinero.— Murmura ofreciendo una respuesta que su padre nunca le pidió. Alaric la observa achinando sus ojos. —Si, pero nadie se niega al dinero fácil.— Sonríe maldicioso. Noah infla su pecho, y decide que es momento de no volver a decir absolutamente más nada, agradeciendo cuándo Enzo aparece con una sonrisa, lleva unos jeans negros cómo los de ella con una camisa a cuadros anudada en la cintura, una camiseta blanca y un buzo gris encima. —Llegas tarde.— Su padre mira el reloj con una mueca de disgusto. —¡Tu estrella favorita todavía siquiera llegó, así que relájate un poco que no estoy llegando tarde!— Se carajea alzando las manos y señalando a su alrededor. —¿Alguien sabe dónde está León?— Bufa pasando una mano por su cabeza ofuscado. —¡Noah, serás su agente, tenés qué tener comunicación directa con él y saber en dónde se encuentra cada segundo y paso que haga!— Se queja mirándola con su entrecejo fruncido. Noah suspira y sale al exterior del edificio sin responder ante aquella pregunta, porque es más que obvio que es la última persona que puede llegar a tener contacto para con León en estos momentos, y por lo cuál no tiene ganas de tolerar el mal humor de su padre por la llegada tardía de su futuro campeón. Se apoya en su auto y comienza a teclear en su teléfono para ir viendo todas las estadísticas de la apuesta de esta noche, mientras que le responde a su amiga que no sabe a qué hora se va a liberar luego para ir a tomar algo algún bar. En dicho interín, Enzo mira a su padre sin decir una palabra, mientras este guarda su teléfono móvil tras haber visto que no tiene ninguna notificación del rubio. Tampoco estaba esperando una aclaración de que llegaba tarde, ya que todavía ni siquiera era el horario pactado para encontrarse. —¿Me acaba de dejar sin responder?— Aprieta su mandíbula con frustración. —Estas agobiando a las personas, Ric, ella está haciendo un estupendo trabajo y ni siquiera es la hora pactada en la que quedamos encontramos acá con León, tenés qué bajar tu intensidad. Nos vas a poner a todos histéricos.— Remoja sus labios decirlo de manera relajada. Dándose el gusto de poder hablarle cómo se le antoja sin siquiera preocuparse cómo es que va a reaccionar. —¿Y vos por qué tan arreglado?— Arquea una ceja mirándolo cómo si estuviera molesto. El castaño se ríe y lo mira divertido. —No estoy en servicio, Alaric, no jodas.— Le guiña un ojo y sale en busca de su hermana, no sin antes darse vuelta y señalarlo con uno de sus dedos. —Preocupate porque tu chico le rompa el culo a ese imbécil porque si sale ileso lo voy a matar yo.— Sisea sus palabras antes de soltar la puerta con algo de rencor. Sale a la calle sintiendo la brisa chocar en su rostro y una pequeña sonrisa se forma en el mismo, luego clava sus ojos en los de Noah, quién se encuentra cruzada de brazos mirando hacía un punto fijo sin sentido. —¿Estás bien?— Hace una mueca y la mira moviendo su cabeza a un costado. Ella asiente con una media sonrisa de costado. —No quiero escucharlo quejarse hasta del color de la loza, se pone demasiado intenso cuándo está nervioso.— Sube sus hombros y mastica el chicle distraída. —Por eso salí.— Agrega y se acomoda la chaqueta entre la correntada de viento que los envolvió... Enzo suelta una carcajada ronca y toma posición a un lado de ella. —Si... A veces me pasa.— Coloca sus ojos en blanco. Su hermana asiente y ambos se quedan en silencio. El castaño patea una roca y levanta la mirada a su hermana. —Estas hermosa, enana.— Arquea sus cejas al señalarla. —Quizas luego salga con Kate.— Comenta relajada, tiñiendo sus mejillas de un leve color salmón. —Espero lo hagas y no dejes que te haga mal lo qué pase ahí adentro, es sólo trabajo y luego volvemos a nuestras vidas.— Pide ronco. Enzo mira a su alrededor poniendo las manos en sus bolsillos. —Tu vida es el boxeo.— Mueve su pie aburrida. —Si, pero no la tuya, y lo estás haciendo bien, Noah, sólo qué a veces te dejas abrumar muy rápido por sus comentarios y ya lo conocemos.— Pasa una mano por una de sus cejas. Su hermana muerde su labio inferior sin decir una sola palabra, las mismas sobran en este momento, quiere que la noche acabe rápido y sin problemas, además de que no le parece el momento adecuado para ponerse a hablar de la relación que tienen ambos para con su padre. Suficiente qué lo hace con su psicólogo. —Ahi viene.— Señala con la cabeza hacía la esquina. León se acerca caminando con su bolso en su hombro, todo en el demanda temor, pero no parece ni apurado ni preocupado, aún faltan cinco minutos para que tengan que irse y él está llegando a tiempo, los adelantados fueron la familia Melle, y los hijos de Alaric lo sabían a la perfección por eso tampoco están preocupados por la hora de llegada de la bestia Black. —¡Genial, empieza lo bueno!— Enzo remueve sus manos entre sí. Tenía que admitir que tenía mucha fe en como León se pudiera llegar a desenvolver esta noche, y no podía esperar para verlo en acción. Noah se reincorpora y lo mira cuando él pasa a un lado de ellos saludándolos con un asentimiento de cabeza y su ya de por sí postura seria. —Voy subiendo.— Señala su audi blanco. Su hermano asiente y le sonríe en modo de despedida, mientras que va tras de León hacía el interior del edificio, dónde Alaric los espera. —¿Listo?— Cuestiona Alaric palmeando sus manos. —Voy por mi ropa.— Señala los vestuarios. —¡Es tu noche, Black!— Alaric asiente mientras que León se pierde por la puerta. Enzo se ríe cruzado de brazos, le encanta la actitud que tiene León para con su padre y para con todos, es algo muy diferente a lo que estaban acostumbrados y es más que obvio que será todo una hazaña pasar este tiempo con él. —¡Parece qué vas a casarte por segunda vez, Alaric, calma tus nervios o el chico te va a aniquilar!— Se carajea. Su padre lo observa pensando en responder ante aquel chiste de mal gusto, aúnque, lo único que hace es negar con la cabeza al reconocer que tiene toda la razón sobre lo que le está diciendo. —Que vaya con vos, lo voy a volver loco sino.— Se rasca la cabeza y bromea. Su hijo asiente y aprovecha ese pequeño momento en el que se encuentran en soledad para apoyar una mano en su hombro y frenar su andar. —Acordate lo que hablamos, Alaric, no lo presiones demasiado, no parece reaccionar bien bajo tensión... Te recuerdo que te costó mucho que se uniera al equipo, no lo cagues, porque es más que obvio que no vamos a poder hacer otra cosa para que vuelva.— Hace una mueca con su rostro. Su padre asiente y suspira retirándose al saber que si le responde cómo quiere a Enzo, todo terminaría mal. León aparece ahora con el bolso un poco más cargado. —¿Vamos?— Pregunta ronco. Enzo le sonríe con burla y mueve la cabeza para que vaya saliendo, coloca la alarma al local y cierra con llave. —Es la landrover blanca.— Señala y pulsa la alarma para que se destraben las puertas. León rueda los ojos y bufa. —"Que raro."— Se carajea por dentro al ver la facilidad que tienen ambos hermanos para los lujos.
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