León ingresa al departamento, que en pocas oportunidades, comparte para con su mejor amigo Nick.
No pudiendo dejar de sentirse incómodo cada vez que ingresa al mismo al tener ciertas memorias respecto a por qué es que había terminado aceptando la ayuda del mismo para vivir en aquel lugar.
Una cosa no quitaba la otra y León tenía que ser completamente realista ante el hecho de que estaba más que agradecido para con él, teniendo que reconocer que siquiera puso en duda el hecho de que era más que obvio que viviera con él en cuanto se enteró de lo sucedido.
—Al fin te dignas a venir...— Rueda los ojos y deja la botella de cerveza frente la mesa, luego, Nick se levanta y va hacía su amigo.
Sin poder siquiera disimular la sonrisa plasmada en su rostro al verlo de una sóla pieza, recordando que la última vez que lo vio fue cuando casi ahorcaba a la hija de Alaric Melle.
León rueda los ojos, de la misma manera que lo había hecho su mejor amigo, mientras deja el bolso en el sillón dónde antes estaba sentado Nick y el cuál es su cama.
—Estuve entrenando, y cuando me fui por la mañana ya te habías ido...— Chasquea la lengua y bufa cansado.
Su amigo se ríe y niega con la cabeza. —Si, es obvio que no te puedo culpar por eso, pero siguen existiendo los teléfonos celulares y estaría bueno que me respondas al menos uno de los mil mensajes que te mandé.— Sonríe con sarcasmo.
León le tira sobre la mesa un fajo de billetes para cubrir la parte de la renta de él. —Esto es por la casa.— Señala el lugar.
Nick suspira pasando una mano por la comisura de sus labios. No había forma de poder hacerle entender a la bestia de que no quería su dinero, y que no estaba haciendo aquello por caridad o para recalcarle que tenía que pagarle un alquiler mensual.
Lamentablemente, luego de todo lo que había vivido León no quería deberle plata a nadie, siendo un mal karma que le había quedado de su padre y esperando que no se volviera a repetir en toda su existencia.
Es por eso que Nick tenía que aceptar su forma de ver las cosas y de reaccionar cuándo se le decía que no era necesario que le otorgara ese dinero, por más que le pareciera algo completamente incorrecto, no obstante, eso no significaba qué utilizaba el dinero de la renta para sus propias cosas, lo guardaba en un pequeño plazo fijo para que el día de mañana hace su mejor amigo necesitará algo de dinero pudiera ofrecerle aquello.
Siendo más que consciente al respecto de que León se enojaría por completo de aquello al enterarse de que había estado durante todo este tiempo haciéndolo a sus espaldas, pero ese sería un problema para el futuro y prefería qué León pudiera tener un pequeño fondo de inversión, siendo qué ya había sido más que suficiente por todo lo que había pasado hasta el día de hoy.
—No soy nadie para cuestionar, pero, León, ¿Tres noches sin dormir? ¿En qué estás pensando?— Niega con la cabeza y alza sus manos con disgusto.
—No ahora con eso, Nick, de verdad mi cabeza va a explotar en cualquier momento.— Suspira rodeando los ojos.
—Ahora que le diste una oportunidad a ese Alaric. ¿Por que no te pones las pilas?— Señala el lugar y lo mira a él. —Tenes donde dormir, comida y un amigo que te conoce desde cuándo estabas en la cima y también en tus peores momentos, y sin embargo, aca estoy, diciéndote qué vos podés con esto.— Se señala con algo de bronca.
—Nick.— Maldice inflando su pecho.
Odiaba dónde la gente comenzaba a decirle lo que tenía que hacer o dejar de hacer, y lo peor de todo es que no le podía decir nada a su mejor amigo, ya qué el mismo conocía a la perfección cada uno de sus demonios.
—No, no esperes qué no diga algo al respecto, no puedo verte así, siento que cada vez que venís con ojeras o sin dormir te estás destruyendo más y más.— Suspira y hace una mueca con su rostro viendo no le da ni siquiera un poco de atención a lo que le está diciendo.
—Nick.— Toca el puente de su naríz. —No sé cuánto vaya a durar con ellos.— Traga saliva y cierra sus ojos.
—No podes desaprovechar la oportunidad, vos mismo sos la persona qué me dijo qué quería boxear, qué querías hacer aquello qué tú padre tanto odiaba para demostrarle qué podías triunfar en este mundo y además ser el mejor.— Le recuerda con voz precavida.
—Son tantos los años viviendo en la calle.— Mueve su cabeza a un costado. —Sin desmerecer tu techo.— Aclara suspirando.
—¿Que tiene que ver eso?— Arquea sus cejas.
—Ya no tolero a la gente, me convertí en esa bestia que soy arriba del ring... No se si quiero esto de verdad.— Relame sus labios y vuelve a repetir la pregunta que tiene en su mente hace unos cuántos días.
Luego, pestañea y se encamina al baño ofuscado y aún con la mente algo movida.
Su amigo Nick no lo frena, nada sale de sus labios cómo para poder detenerlo e intentar contenerlo o apoyarlo cómo quisiera...
—No sé si quiero la exposición, no sé si quiero bancarme esos dos hermanos y a su papá, parece que tienen la vida perfecta y qué todo les sale bien, yo no tengo mi puta vida resuelta.— Suspira y cierra los ojos cansados.
—¡Eso no significa nada, ellos tienen qué ser tu trampolín para lograr tu meta, no puedo creer qué te estés dejando influenciar por tus propios miedos!— Le hace saber alzando sus manos.
—Intente a toda costa salir de la quiebra lo más ileso posible.— Niega dándose por vencido.
—Y lo hiciste, León, es algo que lograste. Y qué seguís haciendo a cada paso qué das.— Lo señala.
—¿Y si no puedo con eso?— Se carajea sobando su nariz.
—¿León, qué carajos pasa con vos?— Sisea arrugando sus labios. —¡¿Recordas de la mierda en la qué saliste?!— Apunta hacia él.
—Si.— Infla su pecho.
—Decilo entonces.— Lo regaña.
León niega.
—¡Decilo!— Insiste.
—Mi papá se metió en temas demasiados turbios, mintiéndole a toda la familia y esperando qué hiciera lo mismo, y en vez de meterme en ese mundo de mierda preferí pagarles todo, quedarme sin un puto techo y meterme en otro mundo aún peor.— Escupe llegando hacía el cuarto de baño.
—¿Y qué?— Nick Insiste moviendo su mano.
—¿Y qué, que?— Bufa exasperado. —No hay moraleja para esa mierda.— Agrega.
—Si lo hay, idiotaz y es el perseverar, de la misma manera qué lo hiciste estos años, lo vas a hacer con ese entrenador y su familia de porcelana.— Lo señala para qué le quede en claro.
El ruido de la puerta cerrandose se hace presente dejando un silencio absoluto en el pequeño departamento.
Nick apoya la cabeza en la puerta y cierra los ojos, sabiendo que le espera una larga noche de por medio, teniendo en cuenta qué todavía no le preguntó si lo podía acompañar está noche en su pelea. Y al ver el temperamento de León, lo más probable es que quiera ir sólo.