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1045 Words
Enzo da un portazo cuánto llega a su piso. —¡Maldito, Alaric!— Sisea con pocas pulgas. Tira el bolso a un costado y escucha a su hermana vomitar. Niega con la cabeza y suspira cansado. —Carajos.— Murmura. Su mente va a explotar. Le duele el pecho a cada paso que da, por los golpes qué se hahia dado con León, y por el entrenamiento qué había tenido horas antes. Camina hacia la cocina y pone a calentar el agua para un té. No va a venir cómo es qué ella se encuentra, ya lo sabe y su hermana llegará hacia él, en menos de un parpadeo. Además de qué no quiere invadir su privacidad, ella ya lo hizo, y no puede hacer nada al respecto para evitarlo, no al menos en este momento. Es por eso que prefiere darle su privacidad y que ella no se sienta avergonzada por lo que acaba de suceder, conociéndola, sabe perfectamente que le pone muy nervioso a este tipo de situaciones y el hecho de que algunos crean que lo hace por llamar la atención. Cuándo es todo lo contrario. Noah camina hacia el comedor cuándo lo ve haciendo movimientos rápidos en la cocina. Sabía qué Enzo se encontraba en la propiedad, ya que lo había escuchado llegar, y por sobre todo, había podido escuchar el estruendo de su bolso chocando contra el suelo. —Pense que no subirias tan temprano.— Aprieta sus labios. —Cambio de planes.— Murmura al observar la de arriba a abajo para chequear que se encuentra en perfectas condiciones, dentro de las circunstancias. Sus mejillas se tornan rosadas cuándo sus miradas se chocan. El castaño deja la taza llena sobre la isla de la cocina y le señala con la mano la banqueta. —Hasta el fondo, es de los qué más te gustan.— Le guiña un ojo. Noah suspira y se acerca de poco, mueve sus manos entre sí, no pudiendo evitar sentirse incómoda con la situación, cómo siempre sucedía cuándo era descubierta haciendo aquello. Además que no podía dejar de pensar que era una forma de faltarle el respeto a su hermano, por más que no lo hiciera de manera voluntaria. —Gracias.— Titubea bajando la mirada. Su hermano se sienta un lado de ella y acaricia su espalda en absoluto silencio. —Tranquila, tómalo de a poco que vas a necesitar tener un poco de vitalidad en el cuerpo.— Susurra. Noah tiende a vomitar en situaciones de riesgo o que la llevan al límite, muchos médicos se lo han diagnosticado cómo bulimia nerviosa luego del accidente, pero no es algo de lo que ella éste orgullosa... Es más, es todo lo contrario. Intenta por todos sus medios evitarlo, pero no es algo qué se tome cómo un trastorno alimenticio... Es simplemente momentos de tensión y de máximas tensiones... —¿Escuchaste todo?— Muerde su labio inferior sintiéndose completamente avergonzada. Y no es solo la vergüenza de que hubiera sido descubierta habiendo vomitando, sino que lo que más vergüenza le generaba era el hecho de que ella se había puesto de esa forma por la conversación que había tenido para con León. Y para cualquier persona que lo observara desde afuera, probablemente, aquella conversación sería una estupidez y nadie se pondría de esa forma porque un boxeador le responde mal. —Algo, pero no viene al caso ahora, no te preocupes.— La intenta animar con sus palabras. Y a pesar de que no se notan los golpes que se acaba de dar para con León, tiene que admitir que su cuerpo está empezando a generarle factura y necesita tomar un analgésico de inmediato. Más qué nada para poder evitar el hecho de no entrenar en el horario de la tarde. —Lo siento, de verdad.— Traga saliva. —Solo quería hacer algo para que tuviera otras prendas para entrenar, no lo logro descifrar y no lo sé...— Aprieta sus labios. Es sincera. No logra descifrarlo y tampoco es que sea una obligación, no obstante, es alguien con quién van a trabajar durante muchos años, si todo sale bien para su padre, y no puede permitirse no estar informada sobre la vida de los boxeadores de su padre. Siempre se había manejado de la misma manera para con cada uno de los proyectos del mismo, y nunca había tenido este tipo de problemas, incluso tendrían que haberse dado cuenta de que todo se complicaría en cuanto él los rechazaba una y otra vez en aquellas cuevas a los que iban a buscarlo. Ya aquello les tendría que haber dado la pauta de que había algo diferente en León Black. O que al menos era una persona con una personalidad completamente diferente a la cuál ellos estaban acostumbrados a trabajar. —Tranquila, a veces tenemos temperamentos de mierda pero no es la culpa de la persona que tenemos en frente.— Admite subiendo sus hombros. Noah bebé de su taza de té y hace una pequeña mueca con sus labios al sentir la sensación de calor cayendo por su garganta, siendo por demás placentera. —No lo quiero culpar tampoco, y es por eso que me culpo a mí misma y pido disculpas porque quizás soy demasiado invasiva.— Se lamenta. Enzo arquea una de sus cejas para dejarla en claro de que eso no es así. —¡No sos invasiva, sos una persona que se preocupa por los demás y por la gente que tiene en su entorno, y para mí eso es algo maravilloso!— Afirma con una sonrisa llena de orgullo. Noah, poco a poco, ensancha su sonrisa al escuchar las palabras de su hermano mayor, pudiendo admitir que se encuentra mucho más animada ante sus palabras. —Gracias, y gracias por el té.— Señala a taza a medio vaciar. Enzo le guiña un ojo restándole importancia. Lo haría siempre, por más que no se lo dijera todos los días. Noah era por demás importante para él y no habría nada que se interpusiera entre la relación de hermanos que tenían. No siquiera su padre y las locas ideas que todavía tenía en su cabeza respecto a que sus hijos habían sido culpables de aquel accidente.
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