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1832 Words
El molesto sonido del celular hace que la castaña despierte y no de buenos modos. —No tan temprano.— Arquea una ceja cuándo ve que son las seis y media de la mañana y que no es la alarma la que la despierta, sino una llamada de su padre. —Carajos.— Muerde su labio inferior y relame sus labios. Maldice por dentro el regaño que va a tener que aguantar apenas pulse el botón verde, siquiera hace dos horas que se acostó, y ya tiene que estar arriba... No puede siquiera pensar en formular alguna excusa justa para lo que pasó hace horas. Y si bien, le había dicho a Enzo que no necesitaba de su ayuda y que podía resolver sola sus problemas y enfrentar a su padre, necesitaba poder tener una pequeña coartada de saber qué es lo que le iba a decir. —Papa. ¿Todo bien?— Se reincorpora mientras camina al baño y abre la ducha para despertarse. Era más que obvio qué ya no podrá volver a conciliar el sueño. —Te quiero en media hora a más tardar en el gimnasio, necesito que hablemos cuánto antes...— Sisea. No puede responder porque la llamada finaliza en menos de lo que ella demora en parpadear. —¡Genial!— Susurra queriendo meter su cabeza en un tarro de tierra. Al saber que aquello no es lo más adulto que puede llegar a hacer, no hace más que dejar su teléfono a un costado y comenzar a preparar todo para el baño. No disfruta el mismo cómo le hubiera gustado hacerlo, solo lava su cabello de forma apresurada, y cuando deja que el acondicionador actúe en el mismo es que se ocupa de lavar bien su cuerpo. Usualmente se dedicaría el tiempo suficiente para poder exfoliar su cuerpo y disfrutar de un momento de relax luego de no haber podido dormir lo suficiente cómo para sentirse con la energía para afrontar aquel día. Más aún sabiendo que tenía que enfrentarse a su padre en menos de diez minutos. —¡Sólo tenés que decir la verdad, Noah!— Murmura para sí misma En cuánto sale de la ducha y comienza a secar su cabello junto con su cuerpo. —Solo es un niño mimado que sabe que tiene potencial y quiere que los patrocinadores se peleen por él.— Demanda en voz alta. Es consciente de que no está bien ir juzgando a las personas, no obstante, los nervios de lo que su padre le pueda llegar a decir le juegan una mala pasada. Se pone unos jeans rasgados, junto a una camisa de tirantes negra, unos botines taco grueso y de caña baja, su chaqueta de cuero negra y toma su cartera, luego de retocar el labial nude. Se sorprende de no ver a su hermano por la cocina, y que la puerta a su habitación estuviera abierta. Se siente una vaga siendo la ultima en despertar siendo, aún, recien las siete menos cuarto de la mañana. Toma una manzana y un jugo de la heladera mientras sale del departamento, tenía esperanzas de descansar un poco más hoy, al menos. Ya qué anoche se habían acostado tarde y parece qué esa idea no se podría cumplir el día de hoy. Eso no significaba que no esperara poder obtener un buen desayuno luego de la conversación para con su padre. Cuándo ingresa al gimnasio con la botella de jugo ya vacia y la manzana aún sin tocar, se sorprende al ver a su hermano peleando sobre el ring con el rubio. —¿Que?— Balbucea sutilmente. Los tatuajes brillan por el sudor de su cuerpo, y ella no puede evitar despegar la vista de su cuerpo de aquella manera. Se siente una acosadora, teniendo que admitir que no hace mucho lo había visto de la misma manera. Su padre da indicaciones desde abajo, golpea las palmas y hace movimientos para que ambos lo imiten. Ella apoya su cartera sobre la banqueta que da al mostrador blanco, casi en la entrada a un lado de los vestuarios. —Ahi vamos.— Levanta sus mangas hasta sus codos y se acerca al ring dónde su padre la recibe con un gesto de cabeza. —Noah, necesito que le abras la ficha, que tomes sus datos y empieces a trabajar en sus sponsors, la primer pelea es en cuatro semana y quiero que tenga buenos sponsor para esa fecha.— Siquiera se toma el tiempo suficiente para saludarla que ya le está dando órdenes. Ella asiente y relame sus labios, mira hacía el ring inflando su pecho. —Bien.— Susurra. Su padre grita y da por finalizado el entrenamiento. Su hermano baja y besa su frente. —Hola, hermosa.— Sonríe todo sudado. —Tiene que lucirse, Noah, prioriza esto.— Alaric vuelve a llamar su atención. Noah asiente cabizbaja ante la mirada que él le da, pero vuelve la atención hacia su hermano mayor. —¿Desde que hora estás?— Se dirige a Enzo, ignorando a su padre. Y luego arquea su ceja mientras el rubio pasa a un lado de ambos dirigiéndose a los vestuarios sin siquiera mirarla. Teniendo qué admitir qué aquello le molestó y mucho. —Desde las seis de la mañana...— Sonríe de costado y niega con la cabeza, su rostro cansado y sudado lo dicen todo. Enzo vuelve a sonreír y le guiña el ojo divertido. —¿Apareció de la nada?— Sorprendida cuestiona mientras acompaña a su hermano a las puertas del vestuario. —Llamo a papá, o eso parece...— Sube sus hombros. —Me llamo y ya estaban hablando, parecía que no había dormido, mirale la cara.— Alza sus cejas y hace una mueca con su rostro, —Que raro... Estaba segura de que no aparecería— Infla su pecho. Enzo pasa una mano por su cabello. —Lo se, creo que nos dejó con la palabra en la boca.— Se burla divertido y cansado. Noah arquea sus cejas sin saber qué más decir. —Decile que lo espero adelante, por favor.— Pide. Su hermano asiente y la deja sola, mientras se pierde en las duchas. Noah suspira y toma su celular para pedir el desayuno para León y su hermano, así la toma de datos es más amena. Agradece que su padre se haya perdido por su oficina y que no esté detrás de ella hostigándola para decirle cómo es que tiene que comportarse con León. Toma asiento frente al mostrador, saca su computadora y la prende abriendo la fichas del gimnasio. Alaric no suele entrenar a muchos a la vez, sino que le gusta dedicarse a uno y hace más de un año sigue la pista de León en el boxeo clandestino, de todos modos, este es su único gimnasio en dónde entrena a sus estrellas, los aficionados al deporte van a sus otras sucursales, ya que esta la tiene muy bien escondida más sabiendo que encima de la misma está el penthouse dónde viven. Y hablando de Alaric, él mismo aparece frente a ella. —Voy a hacer la recaudación.— Le avisa a su mientras sale con su bolso en el hombro. Noah asiente y le sonríe débilmente pero no le es correspondido el gesto, de todos modos tampoco lo esperaba. —Bien, le daré el alta, cómo hablamos.— Le hace saber señalando la computadora. Su padre asiente con una mueca en su rostro. —Leon puede quedarse a entrenar si quiere, ya tiene una copia de las llaves, es muy madrugador. — Le hace saber. Su hija asiente en silencio mientra ve que están golpeando la puerta y es nada más que el desayuno que pidió a la confitería de a cinco cuadras. Alaric se adelanta y paga, luego se retira dejándole las bolsas a Noah en la mano. Ella suspira y niega con la cabeza, abre las puertas que dan a la pequeña cocina y saca una bandeja mientras prende la cafetera, coloca las porciones proteína y los tostados junto con las medialunas en la bandeja, mientras que deja la botella de jugo natural a un lado junto a un vaso limpió de vidrio. Cuándo la cafetera suena la saca y la deja junto a una taza de café, por otro lado deja la bolsa con el desayuno de su hermano, ya que sabe que él desayuna sólo y en el camino, costumbres de años. —Gracias, Noah, te veo a la noche.— Toma la bolsa al momento que León aparece al lado de él y mira la escena con su rostro apagado y cómo si estuviera enojado. Lo que no sabe es que ese es siempre su rostro, nota sus ojeras bajo sus hermosos ojos, pero desvia su mirada cuándo la de él quema contra la de ella. —Sentate, León, por favor, ponete cómodo.— Enzo palmea su espalda y le guiña un ojo con confianza. La bestia asiente y deja su bolso en el suelo a un lado junto a la banqueta dónde se apoya sin muchas ganas. —Yo me voy, Noah te toma los datos y sos libre, si querés quedarte a entrenar podes hacerlo, bienvenido y provecho.— Le guiña de nuevo el ojo, cómo si se tratara de un tic nervioso, pero sólo es algo muy característico en él y se retira dejándolos sólos. —¿Que datos necesitas?— León va al punto demostrando que no tiene paciencia. Noah alza su barbilla al verlo. —Tengo que admtir que me sorprende verte acá.— Aprieta sus labios en una sonrisa delicada para bajar la tensión. León se carajea dándole una mirada de burla. —¿Ahora no sos tan demandante cómo anoche?— Alza su barbilla obvdervandola con molestia. Noah rueda los ojos, esperaba que las cosas fueran más fáciles pero se ve que no va por buen camino... —Lamentablemente es mi trabajo.— Sonríe con ironía señalando la bandeja con el desayuno. León no mueve su rostro ni para una mínima mueca, aprieta sus puños para no entrar en su círculo vicioso de furia. Ella sabe lo qué hace y no va a caer en su juego. —Espero que te guste, no sabía que desayunabas.— Sube sus hombros. —En la heladera hay yogurth y tenes cereales, por si sos de algo más natural, pero bueno con lo que vas a tener que entrenar no te vendría mal comer todo eso...— Sube sus hombros una vez más denotando lo incómoda y nerviosa que se encuentra, teniendo en cuenta que él ayer casi le parte la espalda. —De cualquier forma para el desayuno lo vas a encontrar todo en esa puerta.— Señala las puertas a un costado de ella. León no responde sólo asiente y mira todo lo que tiene frente a él. No entiende porque está hablando tanto, acomoda su cabello y suelta un pequeño bufido casi inaudible.
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