Enzo finalmente llega al gimnasio y se encuentra con la sorpresa de qué León está allí.
Dándole al saco de boxeo cómo si su vida dependiera de ello, y al verlo de esa forma no puede evitar esbozar una sonrisa en su rostro, haciendo que había sido el mismo pensamiento que él había tenido de entrenar durante la noche.
—Bestia.— Lo llama cerrando la puerta.
León se da media vuelta, quitándose los guantes, manteniendo su respiración agitada. —¿Que hay?— Murmura queriendo volver a la acción.
Enzo le hace un gesto con la cabeza y deja sus pertenencias sobre la primer banca disponible. —Parece qué ambos teníamos el mismo pensamiento.— Bromea buscando sus guantes.
León asiente y bebé de su bebida isotónica en cuánto se da cuenta qué ahora tendrá qué compartir el lugar.
—Crei que no había problema en usar el espacio.— Murmura temiendo qué le llame la atención.
Y si bien, su entrenador le había dejado en claro que podía usar cualquier área del gimnasio para moverse cómo él quisiera, no estaba muy seguro de que eso continuara vigente luego de todo lo que había sucedido entre los dos.
Es más, todavía Alaric no había hablado con él sin una persona presente de por medio, siendo qué parecía ser que cualquiera de los dos quería olvidar el incidente y la forma en la que León lo había amenazado por lo que le había hecho a su hija.
—No, tranquilo.— Alza sus manos subiendo al área del ring. —¿Querés practicar conmigo?— Pide esperando qué su respuesta sea positiva.
Ya qué no quería simplemente boxear contra una bolsa de arena, y ahora qué veía a León allí, aquello le venía a la perfección.
—Si.— Infla su pecho agradecido con que Enzo hubiera sido el qué llegará y no Alaric o peor aún, Noah.
—¿Viejas costumbres de las cuevas no?— Sonríe y mueve sus pies, entrando brevemente en calor.
Ya qué León parecía estar allí al menos hace una hora y él continuaba fresco y con sus músculos fríos.
—Si.— Traga saliva volviéndose a colocar sus guantes. —Viejo hábitos qué no puedo soltar, me siento mejor cuándo estoy solo y es de noche — Murmura chocando sus manos contra la de Enzo.
Teniendo qué ser sincero en qué le gustaba entrenar con él, ninguno de los dos se relajaba ni era contemplativo para con el otro, lo daban todo en aquel entrenamiento y esa era la forma en la qué a León le gustaba hacer las cosas, llegando a creer en su momento qué por eso Alaric los había puesto a entrar juntos.
Para qué cada uno pudiera darlo todo con gran esfuerzo, manteniendo los niveles altos a los qué estaban acostumbrados.
—Te vas a acostumbrar, cómo a todo, es rutina y una persona qué va a ser campeón mundial tiene qué poder con eso.— Asegura dando unos pasos y lanzando el prime golpe.
León se ríe con ironía y niega con la cabeza. —Alaric pretende que siga una dieta.— Escupe burlón. —Después de salir de las cuevas, yo voy a bares después de pelear, prácticamente hasta que quedo inconsciente, bueno usualmente eso es lo que hacía después de pelear, así qué estoy un poco confundido con esa rutina qué espera tener de mi parte.— Bufa y se ríe devolviéndole el golpe.
—Todos debemos de seguirla, pero eso no significa qué no puedas beber alcohol, para eso estoy yo, para ayudarte a tener ese balance.— Admite lanzando una patada y defendiendo su cabeza.
—No soy lo que espera.— Se ríe y alza una ceja al haber esquivado un golpe con gran reflejo...
—Si lo sos, simplemente vos sos quien no lo admite.— Le recuerda chasqueando la lengua al sentir la sangre en su boca.
León niega y jadea al recibir un goloe. —No me veo en este palo, te lo dije hoy mientras comíamos... Me gusta pelear, no lo puedo negar, pero también me gusta la mala vida, las malas decisiones y qué nadie me diga que hacer.— Aprieta sus labios sincero...
Se podría decir que León se sients en confianza hablando con Enzo, no tanto como para mostrar su verdadera personalidad, pero sí para decirle algunas cosas personales. Y más cuándo ambos están entrenando de aquella manera, en la qué las palabras salen de sus labios de forma prácticamente rápidas.
—No somos tan distintos.— Escupe al suelo y esquiva una patada de León, pero no el golpe qué sigue a continuación.
León lo mira irónico y alza sus manos, esperando qué sea él, quien lo venga a atacar.
Se encuentran por demás motivado a continuar peleando y con el entrenamiento y no puede dejar de pensar en que parece ser que Enzo llegó en el momento indicado, y lo peor de todo es que no se había puesto siquiera a pensar en la probabilidad de que después de que ellos estuvieran cenando ambos pensaran estar horas después haciendo ese entrenamiento de último momento, que de una manera u otra los entrelazaba de alguna forma para sentirse que eran pares, o qué, al menos, tenían el mismo pensamiento y eso era algo más que podían compartir en común además de los extensos entrenamientos del día a día.
Continúa boxeando para con él y se toman unos minutos en el que solo utilizan las técnicas que los habían acompañado a lo largo de sus carreras sin decir una sola palabra, lo hacen de forma ruda y dinámica... Y eso parece ayudar en la adrenalina que ambos dos están generando en ese cuadrilátero.
—No puedo creer que acabas de decir eso, cuando las diferencias se notan a simple vista.— Se carajea tomando una bocanada de aire y continuando con el ida y vuelta que los dos están teniendo.
Enzo sonríe negando, para luego hacer un pequeño movimiento con su hombro al haber sentido un leve tirón en el mismo, fruto de la pelea que había tenido en la cueva, y que todavía mantenía la resaca de ese pequeño dolor.
—¿Estás bien?— Se burla con una media sonrisa de costado.
Enzo no necesita ni siquiera responder con palabras que lo hace dando un golpe para dejarle más que en claro lo bien que se encuentra y que puede continuar, a pesar de la burla que está surgiendo por parte de la bestia.