CAPÍTULO 3

1241 Words
No recuerdo a cuál de las sustancias químicas que produce mi cuerpo debo agradecer, si a las endorfinas o a la oxitocina, pero la sensación de satisfacción y plenitud que invade mi cuerpo en este momento no la experimentaba hace muchos años, y sí que la extrañé. Salgo dando saltitos y repartiendo sonrisas a todo el que se cruza en mi camino, para luego ingresar al vehículo de seguridad que me esperó toda la noche. —¿Así de bueno fue? —pregunta Roberto mientras me escudriña con esa mirada de halcón en la que tanto confío. Con él no necesito aparentar nada, así que dejo que mi verdadera sonrisa asome mientras estiro los brazos en la parte de atrás del vehículo. —Maravilloso, no existe otra forma de describirlo —mi respuesta hace que el ceño de Roberto se junte, demostrando el nivel de entendimiento al peso que tienen mis palabras. —Entonces me prepararé para lo que viene —responde con tono serio. Sé que es incondicional y tiene la habilidad para hacer siempre lo que necesito. Vinculo mi lista de reproducción al sistema de sonido del auto y me meto en mi burbuja imaginaria apenas comienza a sonar "I'm Good" de David Guetta. Cierro los ojos y mi cuerpo se empieza a mover al ritmo de la música. Pero a mitad de camino, el sonido de la alarma de movimiento instalada en mi apartamento se dispara, haciendo que mi burbuja estalle. —Como usted lo predijo —afirma Roberto, pasándome la tableta para que pueda observar al hombre cómodamente sentado en mi fino sofá rinconero de terciopelo verde—. ¿Quiere que la acompañe? —Claro que sí —contesto con seguridad—. Necesito que se grabe el rostro de mi hombre de confianza, y si todo sale como quiero, vas a tener que entenderte con su personal muy seguido. Diez minutos después, estamos aparcando en la entrada de mi edificio. —¿Qué tal tu noche? —pregunta el señor Richard Brown con una sonrisa. —Hasta ahora vuelvo a mi apartamento. ¿Eso te da una pista? —ensancho mi sonrisa mientras deposito las llaves en un cuenco ubicado en el mueble de la entrada y dejo mis zapatos en una esquina. —Me dice más esa sonrisa y tu aura de satisfacción —responde, luego reclina su cuerpo hacia adelante y apoya los codos sobre sus piernas mientras me mira—. No estás sorprendida por encontrarme aquí —su mirada por primera vez se posa en Roberto, luego vuelve a mí. —¿Te ofrezco algo de tomar? —pregunto mientras sirvo un vaso con agua para mí y le hago un gesto a Roberto para que entienda que la pregunta también es para él. Los dos hombres niegan con la cabeza, así que me siento de forma muy informal en la otra ala del sofá, abrazando uno de los cojines, mientras Roberto permanece impávido, recostado contra la isla de la cocina. —Sabía que su visita sería una posibilidad —digo sosteniendo la mirada de Richard Brown—, así como también supuse que me investigaría. La mirada inexpresiva del hombre en este momento dista mucho de la de la noche anterior. —Roberto, en el apartamento de la derecha encontrarás a Michael. Habla con él para cuadrar la seguridad de la señorita Lorena por lo que resta del fin de semana —ordena Richard Brown, clavando sus ojos en Roberto. La mirada de Roberto se posa en mí, y solo se mueve cuando le doy un gesto de autorización. —Tu mano derecha tiene huevos grandes, es valiente —comenta Richard Brown una vez que Roberto sale del apartamento—, al igual que tú. —Gracias —respondo, y el hombre me regala una pequeña sonrisa antes de continuar hablando. —¿Por qué la hija de un hombre tan importante como don Darío Rajoy decidió tomar este camino? —¿Por qué no? ¿Acaso no puedo? —digo altaneramente. —Responde mi pregunta y no tires tan fuerte de la cuerda porque se puede romper —su mirada se clava en la mía, haciendo que un escalofrío recorra mi columna. Por primera vez, percibo la peligrosidad y volatilidad del hombre en mi sala. Esto es malo, desde esta mañana mi antiguo yo está casi a flor de piel y está disfrutando este peligroso momento también. Así que agacho la cabeza como último recurso para tratar de esconder mi expresión. Puedo sentir como un hilo invisible empieza a halar de la comisura de mis labios, amenazando con subir para mostrar mi verdadera cara a este hombre... y se asoma, al menos de manera parcial. —Porque a lo que más temo es a la normalidad —aún con la cabeza gacha, mi mirada busca la suya y le ofrezco una sonrisa ladeada—, porque las rutinas me hacen querer morir y estoy segura que el riesgo que esto representa me hará sentir viva. Mis ojos se abren cada vez más y la mirada del hombre evoluciona de neutra a incrédula y luego a asombro—. Porque soy ambiciosa y quiero tener lo mejor de lo que me pueda ofrecer el mundo. Tras un pequeño momento en el que el hombre agacha la cabeza y cierra los ojos, decide romper el silencio, y ahora soy yo la sorprendida. De alguna extraña y retorcida forma, es como ver mi reflejo en un espejo. Cuando me vuelve a mirar, reconozco el brillo en sus ojos, la extraña forma en que sus labios se curvan para mostrar una sonrisa y el ángulo de inclinación de su cabeza. El hombre es tan peculiar como yo. —No tienes idea de cuánto nos vamos a divertir y de cuántas formas, cariño —se levanta del mueble y me mira de manera confiada—. Empezamos ahora mismo, así que alista algunas cosas para clima caliente y te espero abajo —dice desde la puerta de salida—. Es bueno relajarse antes de iniciar a trabajar. Amortiguo mi grito de júbilo hundiendo mi rostro en el cojín que tenía en el regazo, lo cual divierte al hombre y hace que su mirada me recorra una última vez antes de salir. —El sexo contigo debe ser fabuloso, es una lástima que no te hubiera conocido antes. —No sé si hubieras podido convencerme para eso —respondo adoptando su mismo juego con la mirada, lo cual hace que el hombre suelte una fuerte risotada. —Nena, no tienes idea de lo creativo y persuasivo que puedo llegar a ser si algo me interesa —y desaparece tras la puerta. El día es perfecto. Encuentro a mi hombre y logro entrar en el negocio que buscaba. Creo que debo aprovechar esta racha, así que compraré un boleto de lotería... uno nunca sabe. Puede que a ojos de todo el mundo mis acciones parezcan una locura, una especie de disparate de una niña rica iniciando un juego solo por matar el aburrimiento, pero nada puede estar más lejos de la realidad. No estoy aquí por capricho, sino por venganza, y juro que encontraré a ese hombre y le haré pagar por todo lo que me hizo y lo que le ha hecho a tanta gente. Este es solo el primer paso, aunque está resultando más excitante y entretenido de lo que creí que sería.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD