Con los brazos cruzados, Paris escudriñó a Sebastián con la mirada, su corazón latía tan rápido que ella sintió que se saldría de su pecho; una mezcla entre nerviosismo y ansiedad se apoderaron de su cuerpo.
La mirada intensa de él se fijó en la grisácea de ella, observó divertido la exigencia de Paris y con toda la calma que mantenía, bebió el licor que quedaba en su copa y después la colocó ya vacía sobre la mesa.
—Siéntate —invitó levantándose de su silla y retirando la de junto para que Paris tomara asiento. Paris pasó saliva, la serenidad de Sebastián la estaba exasperando.
Ambos observaron en silencio a los empleados comenzar a retirarse del lugar pues habían estado ahí desde temprano. Poco a poco todos se marcharon quedando ellos solos dentro del club.
—¿Qué es lo que quieres? —
