Una sonrisa se expandió en los labios de Sebastián al observar a Paris salir apresurada del salón de clases, le parecía divertida la forma en la que pretendía huir de él. Sebastián terminó de guardar el material que había usado para su clase y tomó su portafolios para dirigirse al lugar donde había citado a Paris. Sebastián detuvo su auto en una de las avenidas más concurridas, aparcó su vehículo frente al club privado de nombre “Art” aunque este no se encontraba abierto para el publico esa semana, pues Cristóbal Johnson el dueño de ese sitio, había cerrado para remodelarlo. Cuando Cristóbal se enteró que Sebastián estaría en la ciudad algún tiempo, no dudó en llamarlo, pues quería un espacio que diera alusión al nombre del sitio y no había nadie mejor que Sebastián para ese trabajo. Cri