Mientras Sebastián explicaba a detalle cada aspecto de ese último proyecto a final del ciclo escolar, el pasillo que guiaba al salón de música era inundado por una grata melodía. Con el cabello castaño ligeramente desordenado y vistiendo un suéter de lana gruesa y jeans, se encontraba Jacob, uno de los compañeros de Madison. Los dedos largos y agiles de Jacob descansaban sobre las teclas y con un respiro profundo tocaba una suave melodía que emergía de una pieza clásica. Las notas resonaron con claridad y calidez contrastando aquel frio invernal. Henry observó atento desde un rincón de la enorme sala, su cuello era cubierto por una bufada oscura y su cuerpo era cubierto por un abrigo elegante. La mirada de Henry era critica, pero también se notaba un tanto irritada por aquel joven, que