El Jet privado del señor Clare aterrizó el viernes a medio día en las Vegas, Paris y Madison esbozaron una sonrisa al admirar la zona de aterrizaje.
Paris tomó su bolso y colgó la correa sobre su hombro para descender del jet y posteriormente fueron llevadas en un taxi al hotel donde se hospedarían dos días.
La habitación donde desempacaron sus pertenencias, contaba solo con una cama, no obstante, el espacio era casi tan amplio como toda la casa que Paris habitaba con su abuela.
Ambas tomaron un baño y comenzaron a arreglarse para conocer cuanto lugar les fuese posible, mientras que el señor Clare, se alistaba en la habitación de junto para acudir a sus reuniones.
—¿Es el vestido que usaras? —preguntó Madison a Paris, esta sostuvo la tela de color marrón en sus manos y frunció su entrecejo. —¿tiene algo malo? —preguntó observando la tela delgada, no tenía estampados y contaba con un lazo que se ajustaba a su cintura. Paris tenía un buen gusto en cuanto a moda, sin embargo, los vestidos que llevaba no eran los adecuados para los sitios que visitarían. Estos eran más para una reunión familiar y no para clubes o casinos.
—Eres preciosa Paris, pero vamos a un casino, no a un bautismo —expresó Madison sacando de su maleta cuatro vestidos y se los entregó a su amiga para que eligiera uno.
Los vestidos que Madison había llevado tenían escotes sutiles y colores vibrantes.
Paris eligió un vestido dorado que acentuaba su rojizo cabello y hacía una hermosa combinación con las pecas en su rostro, el largo cubría sus muslos y se ajustaba perfectamente a su silueta.
—Lo cuidaré —dijo Paris observando la etiqueta que aun mantenía, aquel vestido era caro, muy caro. Madison sonrió y eligió un vestido n***o, la piel de Madison era blanca, aunque no tanto como la de Paris que se asemejaba a la blanca nieve de invierno.
Paris y Madison se colocaron un par de tacones altos y luego de dar un último vistazo al espejo, decidieron salir de la habitación, Paris se colocó un pequeño bolso n***o que era sostenido por una cadena metálica y guardó dentro su celular.
—Este es el plan —mencionó Madison mientras abordaban el ascensor y presionaban el botón que las llevaba al vestíbulo. —, si nos gusta un chico solo debemos decirle a la otra, quizá una tenga una noche ardiente —rio con una mirada picara, Paris frunció los labios. —No pasaré la noche con un extraño, se lo prometí a la abuela —dijo Paris con seguridad. —A menos que sea millonario — replicó Madison, pues la abuela Mariane siempre decía eso. Madison también sabía que Paris no era una experta en cuanto a temas s’exuales, pero esperaba que comenzara a disfrutar más de la vida, pues debido a la muerte de su padre, Paris tenía muchas responsabilidades y eran pocas las veces que se permitía divertirse.
Ambas soltaron una risa y abandonaron el hotel para abordar un taxi que las llevaría a uno de los casinos.
La inteligencia de Paris era grande, por lo tanto, aprovechó su estadía en el casino para multiplicar el efectivo que había llevado, mientras que Madi, se limitaba echarle porras y observar a los hombres con los que podía involucrarse.
Paris siempre sabía cuando debía parar, así que una vez que obtuvo una cantidad monetaria considerable, le dijo a Madi que era hora de retirarse, esta ultima aceptó encantada, pues ver a Paris ganar un par de veces era extraordinario, pero verla ganar todas las veces mientras ella solo miraba se tornaba aburrido.
Madison llevó a Paris a un club conocido que le recomendaron, era el mas sonado del momento, aunque ambas soltaron un suspiro al observar la larga fila.
—Genial, pasaremos toda la vida aquí formadas —expresó Madi resoplando, Paris observó a las personas frente a ellas, entonces su mirada se mantuvo fija en un grupo de hombres, todos eran muy apuestos, vestían trajes elegantes y eran tan altos que tuvo que elevar su mirada para ver sus rostros.
—¡WOW! —soltó Madison al dirigir su mirada donde su amiga mantenía la suya, entonces se centró en uno de ellos, un apuesto hombre de cabello rubio, su traje de color marino se ceñía de forma exquisita a sus torneados músculos, y su sonrisa era malditamente encantadora.
—Vaya que es guapo —dijo la pelinegra —Lo es —respondió Paris, con un ligero sonrojo, porque no importaba que tan guapo fuera, definitivamente no pertenecía a su mundo, lo supo con solo mirar su vestimenta y lo confirmó en el momento en que el grupo de hombres se saltó la fila e ingresaron sin problema, no es que Paris se sintiera menos que él, simplemente la probabilidad de volver a coincidir con alguien así era una en un millón.
Después de hacer fila por al menos veinte minutos, ambas amigas ingresaron al lugar, observaron fascinadas el ambiente y se acercaron a la barra. Madison pidió dos tragos para ambas y tomando la mano de Paris, la guio hasta la pista de baile, Paris comenzó a mover su cuerpo al ritmo de la música olvidándose por una vez de todas las cargas que siempre llevaba sobre sus hombros, estaban ahí para celebrar que la habían aceptado en la mejor universidad de arte y de verdad quería disfrutar de la noche.
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La noche siguió y las amigas mecieron sus caderas al ritmo de cada melodía, mientras sostenían un mojito diferente en cada canción. La mente de Paris comenzaba a marearse, mientras que la mirada de Madison examinaba el lugar.
—Iré al tocador, por favor vigila mi trago —pidió Madison entregándole su bebida a Paris mientras se alejaba en busca del tocador, Paris sostuvo el vaso de cristal y decidió que era mejor alejarse de la pista de baile para no derramarlo.
—¿Quieres bailar? —preguntó un joven muy apuesto, pero que Paris ya había visto intercambiar saliva con tres mujeres. —Gracias, pero no gracias —dijo ella comenzando a caminar hasta la barra. —¿Acaso vienes con alguien? —insistió el joven de cabello castaño, no tenía intenciones de irse. —Sí, vengo con alguien —declaró y apresuró su paso un poco nerviosa por su insistencia, Paris no solía visitar muchos clubes y se comenzaba a preocupar. Paris caminó apresurando su paso, en un momento retiró su mirada del frente y volteó para asegurarse de que ese sujeto no la estuviese siguiendo, fue entonces que se detuvo abruptamente al chocar con algo.
La vista de Paris se bloqueó ante el muro humano frente a ella y cerró los ojos al percatarse de que no solo se había estrellado con un hombre, también había derramado la bebida de Madison sobre su camisa.
—De verdad lo siento —se disculpó con pesar, apretando sus ojos por la tontería que acaba de hacer. Colocó las bebidas sobre una mesa vacía y elevó su mirada para contemplar al hombre al que había ensuciado con el mojito.
Paris tragó grueso al observar que era él, el mismo hombre que había observado mientras esperaba afuera del club a que les dieran acceso. De todas las personas en ese sitio, había derramado el mojito en aquel hombre guapo con sonrisa encantadora.
—Deberías tener más cuidado —mencionó él con una voz grave y molesta, su ceño estaba fruncido observando su camisa mojada, para colmo, una pareja que bailaba detrás de ella la empujó y para no caer Paris colocó ambas manos sobre los pectorales de aquel hombre, retirándose de inmediato con las mejillas enrojecidas.
Paris vio al hombre de ojos profundos ladear la boca y resoplar con fastidio, ella presionó sus labios con fuerza, su camisa estaba mojada y ella de verdad estaba apenada.
—¡Genial! —bramó él, separando la tela mojada de su cuerpo, parecía mucho más molesto, hasta que retiró su mirada de su camisa y la colocó sobre los ojos grises de ella.
Paris sintió que algo oprimió su pecho cuando aquel hombre la miró detenidamente con sus ojos azules, y volvió a tragar ante el mutismo que los cubrió por lo que parecieron horas, aunque solo fueron algunos segundos.