Las sensaciones que París experimentó no eran tan diferentes a las de Sebastián, ella también lo deseaba y poder besarlo dentro de ese salón de clases la excitaba mucho más, la sensación de estar haciendo algo prohibido, y mejor aún, con ese candente profesor que la sujetaba con tanta lujuria, que besaba su cuello apasionadamente y que hundía su lengua en el interior de su boca como si quisiera devorarla.
Sebastián se detuvo antes de ir mucho más lejos, la puerta estaba cerrada, pero no tenía seguro y no podía exponer de esa manera a París.
Sebastián relamió sus labios luego de alejarse, acomodó la entrepierna de su pantalón donde se notaba la enorme erección que luchaba por ser liberada y se alejó unos pasos para acomodar los documentos donde se notificaba el nuevo beneficio para Paris
