Gabriel Bonachera Garza 2

1305 Words
Un año y medio después, recibí un mensaje de Gabriel, aún no sé cómo fue que obtuvo mi número, pero me emocionaba volverlo a ver y pensar que había olvidado lo que le había hecho. Me invitó a salir y acepté, Santo Dios, como había cambiado; su camisa iba pegado a su cuerpo y mostraba sus muslos desarrollados, su rostro y peinado eran una combinación perfecta, su mirada y sus labios eran bellísimos, y además había crecido un poco más. Paseamos por el parque cercano a mi casa, y por como hablaba noté que había cambiado. Ya no era el Gabriel cálido y tierno de ese entonces, pero su encanto no había desaparecido. - ¿Aún te gusto?- preguntó, sacándome de mis pensamientos. - No, ya no - dije algo tímida, con el temor de volver a hacerle daño. Gabriel sólo sonrió e inmediatamente cambió de tema. - Por la noche hay una fiesta, ¿Me acompañas? - dijo él. Nunca había ido a una fiesta y mamá no me dejaría ir. Al parecer él leyó mi mente y me agregó: - He notado que hay un poste de alumbrado público cerca a tu ventana, quizá y nadie se deba de enterar que vamos a ir -, sonrió de forma juguetona y yo accedí. ... Estaba en casa esperando a las nueve de la noche, que sería nuestra hora de encuentro, y mi consciencia no me dejaba en paz, aún no me explicaba como pude actuar como si nada después de lo que le hice y como rompería una regla que había respetado hasta ahora. Ya era hora y me dirigí asia la ventana y rodé por el poste. Me dirigí a la esquina más cercana y lo ví llegar en una hermosa moto blanca, "Un escape de película" me dije a mí misma. Gabriel se detuvo en el siguiente paradero, no muy lejano de dónde me había recogido. - Necesitas abrazarte a mí para poder seguir con el viaje - hizo una pausa- el local está un poco alejado y voy a acelerar...sólo para evitar alguna situación desagradable, no te emociones- dijo esto último con una sonrisa de lado. Yo lo miré con unos ojos abiertos como platos, pero hice lo que me dijo. No quería que pensara que me intimidaba. Él había cambiado, pero yo no me había quedado atrás y mi orgullo...mi orgullo era lo que más había desarrollado. Podría estar muriendo por alguien, pero no le daba señales de que podría afectarme. ... Llegamos a la fiesta y todos parecían conocerlo. Lo saludaban y él me presentó como una amiga suya. Me limité a saludar y sonreír. Aproveché la primera oportunidad para poder escapar de ellos y me escabullí para ver el resto del establecimiento. Pasé desapercibida y eso era una ventaja, porque podía entrar dónde quisiera. No me había dado cuenta del tiempo que pasó, hasta que noté que una mano me detuvo y al girar me lo encontré a él. - Te he estado buscando...Ya son más de la doce y creí que te habías ido o te había pasado algo. Ven conmigo- ordenó. "No, hoy no, yo no me escapé de casa para tener a mi madre versión masculina queriéndome controlar", pensé e inmediatamente me solté de su agarre y le dije: - Yo deseo estar aquí haciendo lo que estoy haciendo, no te molesto y tú sigue con lo tuyo- traté de modular mi voz para que no lo tomará mal y sin darle tiempo a responder me gire y desaparecí de su vista. ... Me dí cuenta de que ya iban a ser las dos de la madrugada, así que lo busqué para poder ver si me podía devolver a mi casa o debía de tomar un taxi. Lo busqué y lo busqué, jooooooder, él sí sabía esconderse, y eso que ya no había tanta gente como al inicio. Cansada de ello, entré a la cocina a ver si encontraba algo de beber y lo encontré. Sentí que se me rompía el corazón al verlo besar a otra. La besaba con pasión y denotaba deseo. Si oyeron algo...fue mi corazón, que parecía romperse. Me aleje de ese lugar y fingí estar bien hasta llegar al baño, donde amargas lágrimas rodaron por mis mejillas. "Este es el empujón del que tanto hablan", pensé. Había negado que todavía me gustaba, que lo amaba y hoy pareciera que este sentimiento surgía de la nada. No me gusta mostrar debilidad, así que me limpio las cara y borro cualquier indicio de haber llorado con maquillaje. Llamo un taxi y me dispongo a esperarlo en la puerta del edificio. - ¡Prometí que te llevaría de vuelta! - Oigo decir, mientras una moto blanca se estaciona frente a mí. - Supuse que estabas ocupado - digo tratando de ocultar mi enfado, pero no funciona. - Sonó a reclamo - dice mientras muestra una sonrisa de lado. - ¿Reclamarte yo?- hago una pausa - con lo poco que me importan tus enredos amorosos- - ¿Celos? - Me dice, formando una sonrisa más visible. - Por Dios, sabes que no es así - exclamo. - Aquellas vez me rechazaste y hoy en la mañana me dijiste que no te gustaba, ¿Y ahora haces un berrinche de celos?, ¡Súbete ya! - Me ordena - Déjame en paz, no necesito que me lleves - mascullo. El taxista empieza a sonar el claxon indicándome que me suba. Empiezo a caminar en dirección al taxi cuando siento una mano que me impide seguir avanzando. - ¡Puede irse, ella ya tiene quien la lleve a casa!- Lo dice alzando la voz para que lo pueda oír. - ¡Estás loco, no deseo subir a tu moto!- le grito enfadada - Lo harás - me dice dirigiendo su mirada al taxi y es cuando me doy cuenta de que se estaba alejando. - No esperes que me suba a tu moto luego de lo que acabas de hacer -. Me giro y hago que me suelte la mano. Volví a llamar a la línea de taxis y me indican que ya enviaron un auto a la dirección que indicaba y que lo habían rechazado; por lo tanto no me podían enviar otro porque estaban ocupados. Noto como sonríe victorioso al oír la respuesta del otro lado del teléfono y empieza a mover uno de los cascos en mi dirección. - Ya súbete, berrinchuda - articula. Me giro para ver si tengo otra opción y veo que no la tengo, así que tomo la opción que me brinda. El camino transcurre en completo silencio, excepto por el sonido que produce la moto y algunos automóviles con los que nos cruzamos. Desciendo de la moto, doy las gracias a secas y me dispongo a alejarme. - ¡Espera! - grita - te estás llevando mi casco - lo dice señalando mi cabeza. Me desabrochó el casco con furia porque por alguna razón creí que me diría algo lindo o que me tranquilizara, pero no fue así. Le extiendo el casco y el estira su brazo hasta tomarme de la muñeca. De un tirón me coloca frente a él, rodea mi cintura con su brazo y me besa de una forma lenta y dulce; abriéndose paso en mi boca. Lo quiero detener, pero una gran parte de mí no responde y se deja llevar por lo que dura aquel beso. Se detiene y dice: - Sabes que sólo te amo a ti y aquella mujer sólo me despertó la esperanza que tú me habías arrebatado hoy en la mañana - Continúa besándome y sonríe sin despegar sus labios de los míos. ... Ese fue nuestro primer beso, beso que no me dejó dormir y parecía que mi mente solo quería repetir esa escena una y otra vez.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD