Sentado correctamente, con su espalda derecha, sus piernas juntas y sus manos descansando sobre su regazo, Ansel observaba a su padre, sin darle realmente una mirada directa porque sabía que eso le molestaría.
Lo cual era bueno en ese momento, porque si veía directamente aquellos fríos ojos dorados que lamentablemente compartía con su padre, con la única diferencia que su tono era más cálido, entonces este podría ver la irritación que estaba creciendo dentro de él.
Hacía más de una hora que habían llegado a la empresa de su padre, solo después de que le hiciera cambiarse de ropa unas tres veces hasta que estuvo satisfecho con su apariencia, y durante todo el viaje en auto, le había regañado por haberle hecho desperdiciar su tiempo por no saber vestirse y salir atrasados.
Las uñas de Ans
