Tan pronto como Ansel se había quitado su camiseta, dejando al descubierto su torso y contempló la expresión del médico, supo que no tendría buenas noticias. A lo largo de los años, el señor Foster había estado ateniendo cada una de sus heridas y enfermedades, siendo lo suficientemente inteligente de no preguntar cuando sus lesiones obviamente no eran causadas por un "accidente". Y en todos esos años que el hombre mayor le había estado ateniendo, era la primera vez, que encontraba en los ojos del beta algo parecido a la compasión. —¿Y bien? ¿Qué es lo que tiene? —cuestionó su padre, aun si estaba observando directamente como el médico seguía haciendo su examen físico. —Me gustaría saber si existe la posibilidad de que pueda llevar al joven Ansel al hospital para hacerle una radiografía