Jadeante, Ansel abrió sus ojos enormemente tras despertar de su pesadilla y se angustió al verse rodeado de oscuridad. Moviéndose desesperadamente, se quejó por el dolor que eso provocó en sus costillas y por el ardor que sintió en sus pantorrillas. Obligándole a sí mismo a quedarse tranquilo, el omega respiro lo más profundo que pudo y luego exhaló con lentitud, repitiendo el proceso las veces suficientes hasta que logró calmarse, recordándose a sí mismo que todo había sido solo un sueño. Una horrible pesadilla que podría volverse realidad si no tenía cuidado. Observando el único rayo de luz que hacía su camino por una pequeña abertura entre las tablas que ocultaban la única ventana del lugar, Ansel la observó fijamente en busca de consuelo, recordándose a sí mismo que aún había algo d