Colibríes para una boda

1517 Words
Pasado de Thomas. Llegué a mi casa en piloto automático, entré directo a mi habitación y me quedé dormido sobre la cama pensando en cómo sería nuestra boda y cuando sería una fecha apropiada. —Tom, levántate por.... ¿te quedaste dormido sobre la cama? ..¿ y con zapatos? La voz de mi madre irrumpiendo en mi habitación me había hecho abrir los ojos de inmediato. Respiré hondo para sentarme al borde de la cama para recibir el sermón. —Báñate y arréglate por favor, debemos salir temprano.. tu tía nos invitó— lo último era su forma de decir que me apurara. Hice lo que me pedía. Cuando terminé, fui hasta la cocina para servirme una taza de yogurth con cereal, y me preparé un pan con queso. Me tomé mi tiempo para desayunar con calma. Me dio tiempo de lavar la loza que habia ocupado y ver un poco de televisión antes de la salida de mi madre. Mi madre siempre nos apuraba, pero ella siempre era la última en estar lista. Las madres suelen decir que son las últimas en estar listas porque deben de preocuparse de todos los demas antes que de ellas; no sé si eso sea del todo cierto. Mi hermano y yo, ya eramos grandes, por tanto no debía preocuparse más que por ella. Mi madre a sido madre y padre para mi hermano y para mí, así que desde temprana edad nos las arreglabamos solos. Mi madre era profesora en una universidad y solía llegar tarde la mayor parte del tiempo a casa. Mi hermano apagó la tele y nos levantamos al escuchar un par de tacones bajando por las escaleras. Aún así nos dijo: —¿que están esperando?, suban al auto. Nos subimos al auto y mi madre condujo durante casi dos horas.. Un camino con casas de adobe, casi derrumbándose nos guió hasta un letrero en medio de una bifurcación. —¡por fin llegamos! —dijo mi madre sonriendo por el espejo retrovisor y volviendo a mirar a su lado para darle la misma sonrisa a mi hermano. —¿que hacemos aquí?,—preguntó Gustavo. —Tu tía Marisol se separó el año pasado de Ricardo— dijo mi madre como si eso bastara para que entendieramos. Pasamos por una plaza con una jaula de fierro gigante de color verde. Y después de dos o tres cuadras el auto paró su largo viaje. —Aquí es—dijo mi madre mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad. Nos bajamos del auto y una señora nos abrió el portón. —¡¡Hola Carito!!— saludó dándole un abrazo a mi madre y besándola varias veces en la mejilla.—¡pasen!, no se queden ahí...— dijo mientras caminaba frente a nosotros guiándonos hasta la casa. Mi madre entró y siguió hasta el living, en la puerta estaba la señora para recibirnos a Gustavo y a mi ahora. —este debe ser Gustavo— dijo tomando la cara de mi hermano para que se inclinará. — que guapo te has puesto Gus. Le sonrió y le dio una pequeña palmada en la mejilla antes de soltarlo y se acercó a mi, me incliné para saludarla. —Tú eres Thomacito, ¿no?.. ¿Sabes quien soy yo?— preguntó sonriéndome y tomándome por los hombros. —la...tía Marisol—respondí con un poco de duda. —Eso es porque te lo dijo tu Madre — dijo mientras reía y caminaba para sentarse en un sillón al lado del sofá donde estaba mi madre. —siéntense — nos dijo para que nos acercaramos a ellas. Después de presentaciones y recuerdos del baúl polvoriento de una niñez que no recordaba, salimos al patio con Gustavo. Tomé mi celular para hablarle a Eloisa , pero estaba totalmente muerto. —Gus..,¿andas con tu cargador?. —No, no traje nada. Con suerte la billetera y las llaves.— Dijo mientras tiraba de la punta de una rama de cedrón. —...¿por qué?... ¿No puedes vivir si tu novieciiitaaa?...—preguntó mientras se acercaba a mi lentamente y tomaba de mi cuello en un movimiento rápido de su brazo y mientras con el otro practicaba suaves golpes en mi estómago. Solo sonreí, ¿que podía contestar a eso? —oye..que grande es este lugar— dijo mientras me llevaba abrazado aún al interior del patio. Un huerto a nuestro lado hizo ver que la tierra amarilla a nuestro alrededor no era tan mala como su color nos hacía pensar. Y un poco más allá un palto muy viejo daba sombra a casi todo el patio. Algunas paltas se veían ya listas para su cosecha. Caminamos hasta encontrarnos con un cerco de maya con una pequeña puerta que conducía a una quinta. —¡hola! La voz detrás de nosotros nos sobresalto un poco. Una chica de nuestra edad nos saludaba desde el viejo palto; llevaba un vestido rosado con mariposa celestes. Estaba descalza y bajaba del palto con una vara en la mano que en la punta tenia una especie de rosa hecha de metal. —¿que es eso?— preguntó Gustavo — es un tunero, lo uso para sacar las paltas del árbol, ¿ quieren conocer la quinta? —dijo mientras apoyaba su herramienta en la maya junto a nosotros y pasaba a nuestro lado por el lugar. Ciruelos, damascos, lucumos, higueras, naranjos, chirimoyos y limoneros. Todos ellos fueron presentados a medida que pasábamos junto a cada uno. En el centro de la quinta un césped con forma cuadrada formaba un área de descanso , una fuente en el centro del mismo y un parrón rodeaba el área . Era perfecto para tomar el sol sin quemarse. —¿que les parece?, mi favorito es aquel— dijo mientras señalaba un árbol seco. —jajaja...,¿porque puedes hacer leña?— preguntó bromeando mi hermano. Suspiró mientras se sentaba en el pasto. —ahora lo vez seco.. pero en otoño da mancaquis. Gustavo y yo hicimos un gesto de asco al mismo tiempo mientras nos mirábamos; años atrás mamá llegó con una bolsa de mancaquis para que probaramos. El sabor rasposo con un dejo amargo no era nada que quisiéramos volver a repetir. Ella sonrió— no saben comerlo— dijo intuyendo el porque de nuestras caras. En otoño el sol lo hace ver dorado por sus hojas, y sus frutos por su color atraen a los colibríes. Por eso me gusta. El fruto hay que comerlo como lo hacen esas aves. Debes esperar a que este lo mas rojo posible y gelatinoso al tacto. Sonreí brevemente al pensar en que sería el lugar perfecto para Elli. A ella le encantaba el otoño y amaría ver de cerca a los colibríes. Recordé que no tenía batería. —oye, ¿Tienes un cargador que me prestes por casualidad? — pregunté dirigiéndome a nuestra guía. —...¿ hmm..? Cuando entramos nuevamente a la casa, mi tía y mi madre preparaban la mesa juntas. —aaahh... veo que ya conocieron a mi nieta— dijo la tía Marisol sonriendo para vernos mientras acomodaba unas tazas sobre la mesa. —voy por el cargador— dijo la chica a nuestro lado y desapareciendo por un pasillo junto a la puerta. —¿les ayudo en algo?— ofreció Gustavo. — ya esta todo listo, mejor siéntense a la mesa— contestó nuestra tía. —toma, ahí al lado de ese sillón hay un enchufe —Feña, ¿por que no haces unas paltas?,de esas que andabas sacando.— dijo la tía Marisol. No hubo necesidad de preguntar los nombres. Fernanda salió al patio y volvió con una bolsa llena de paltas directo a la cocina. Tres horas después y estábamos viajando de vuelta a casa. Esta vez mi madre iba durmiendo del lado del copiloto y Gustavo iba manejando mientras cantaba a todo pulmón "Everlong" de Foo Fighters. Prendí mi celular y encontré varias llamadas perdidas de Elli. La llamaría a lo que llegara a casa. Si hablaba con Gustavo cerca no pararía de molestarnos. —¡Llegamos!..— nos despertó Gus a la vez que prendía las luces del interior del auto. Bostece y me froté la parte trasera del cuello y me baje para abrir la puerta de la casa. Prendí las luces para todos y subí directamente a mi habitación para llamar en privacidad a Eloisa. Pero al ver la hora me detuve. Seguro estaria durmiendo y estaria molesta. ¿Estaría enojada verdad?, tendría que hacer algo para que me perdonara. No le había contestado las llamadas de ayer y hoy no le había hablado en todo el día. Seguro estaría maldiciendo mi Nombre. Baje a comer. Pero encontré a mi madre y a mi hermano recostados contra la barra comiendo sin mi. —Voy a pedir algo a domicilio ,¿que quieren comer?— preguntó mi madre reincorporandose al verme. Seguro el remordimiento le llegó al ver que se habían comido las últimas rebanadas de pan y no me habían dejado
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