QUINCE

2174 Words
Los días pasan de una manera sumamente tranquila, el pueblo se encuentra generando ingresos en abundancia y eso mantiene felices a los pueblerinos que se esmeran por enseñarle a los turistas lo mejor de ellos. El puente ha sido decorado con cintas de colores, le han colocado flores en el ingreso y salida, hay una o dos personas encargadas de mantener la limpieza, también de asegurarse que los forasteros cuiden el lugar pero lo que en ese momento es toda una sorpresa para Sova es el hecho de que su hermano no está presente en el que se supone que es su Santuario; el Dios de los Sueños observa todo con ojo clínico mientras se pasea con lentitud por el puente, entre las pocas personas que caminan por el mismo entretenidas en sus charlas, en sus pequeños correteando, nadie puede verlo a excepción del infante que carga una de las mujeres transeúntes, aquel bebé lo observa con ojos maravillados y el Dios de los Sueños no hace más que acariciar una de sus mejillas al pasar. —¿Dónde está mi hermano? —susurra para sí no logrando siquiera sentir su presencia. ¿Será que ha violado la orden de no abandonar el Santuario o el pueblo? ¿Qué hace? ¿Por qué no ha regresado a reportarse con Ambros luego de la última charla que se ha tenido en el templo de los suyos? La situación no se encuentra nada bien en el plano divino, no hay un solo Dios que tenga permitido interferir en las cuestiones humanas, no pueden pisar la Tierra a menos que tengan una orden o misión —como él en ese momento—, ni siquiera pueden regresar a sus propios templos de devoción, simplemente están atrapados en Olevón hasta que se sepa algo sobre lo que traman los humanos que asesinaron a Stjärna y ahora Nuée resulta estar jugando a su manera entre personas peligrosas. Sova llega hasta el final del puente poniendo su atención en los aparatejos dejados allí hace días por el escuadrón inmiscuido en la ciudad, frunce el ceño interesado acercándose sin miedo, arrodillándose para verlo mejor es que el joven nota que no son simples cámaras fotográficas, no para nada, son sensores, pero, ¿De qué? Él posee más conocimiento de la tecnología en la Tierra debido a los sueños, cada niño, joven o adulto que ha invocado en su mente la imagen de algo aparato electrónico le ha dado a él un sinfín de información; su mano se posa en la superficie fría, no emite sonidos, ni ondas de expansión, simplemente está censando lo que sea para lo que fue diseñado y antes de que el Dios pueda ponerse de pie dicho artefacto enciende una luz y pita muy bajo a sus oídos logrando asustarlo y que retroceda en el proceso. —Pero, ¿Qué es eso? —murmura sorprendido, antes que otra pregunta salga de su boca una mujer desconocida se acerca al sitio. Aquella fémina de aspecto nada disimulado, vestida de n***o con una libreta en mano procede a observar a su alrededor que nadie más este viendo, aprovecha la alegría de los pueblerinos, sus corazones bonachones y las fechas que transitan para pasar desapercibida y poder ir una que otra vez a recibir los reportes de los censores que no hacen más que captar energía divina equipados con, en efecto, esencia de Dioses ya fallecidos como referencia y sí, han matado a más de uno en el transcurso de los años ya que estos no sobreviven a sus experimentos o bien no desean caer en sus manos, todo porque la obsesión de encontrar la puerta a Olevón es más fuerte que cualquier convicción moral. —Bien, bien —dijo para sí la mujer anotando en su libreta los números que reflejaba el aparato y a la vez conectándolo mediante un cable USB a otro aparato en su mano donde podía ver con detalle las ondas energéticas del lugar—. Vaya, vaya, un mismo tipo de energía que se repite constantemente pero que desde hace poco ha comenzado a menguar, ¿Qué será? ¿Huye sabiendo que estamos aquí o tiene otro paradero? ¿Quién es? —No puede ser —Sova había retrocedido con rapidez en cuanto vio a la humana arrodillarse ante el censor, ella la había dejado ahí y su hermano corría riesgo. Tragó duro sintiendo el miedo apoderarse de él cuando una mano cubrió su boca desde atrás sobresaltándolo. —Soy yo —susurró su hermano, Amaro, sin quitarle los ojos de encima a la situación en el puente—. Tenemos que avisarle a Padre. —Tú has eso, yo esperaré a que Nuée regrese, tal vez ha desaparecido de aquí porque no tiene donde ir al haber sido expulsado de Olevón pero eso no quiere decir que Padre no lo dejará volver si corre peligro —murmuró. Con un asentimiento de cabeza ambos hermanos desaparecieron del puente causando que el censor se activara una vez más frente a la mujer pero no se obtuvieron resultados que hicieran un cambio a lo que ya venía estudiando, lo único que sabía ella era que allí sucedía algo importante, algo que estaba buscando desde hacía muchos años con perseverancia. Horas más tarde, Sova regresó a las inmediaciones del puente asegurándose de que no había nadie en los alrededores, el atardecer ya se había cobrado el manto celestial tintándolo de tonalidades rosadas, naranjas y rojas que contrastaban con el azul oscurecido; apenas unos últimos rayos del sol clamaban reticentes a marcharse y pronto el pueblo sería iluminado por las luces nocturnas de juerga y alegría, los bares estarían repletos de personas, los restaurantes con más trabajo del habitual y la feria dejaría paso a los últimos clientes del día. El Dios de los Sueños sonrió apoyando su espalda en el árbol más cercano deleitándose con la majestuosidad del cielo, también con la algarabía que a metros podía verse, suspiró, no estaba tan mal el mundo humano, lástima que habían pasado siglos desde la última vez que fueron bienvenidos en él; sus ojos negros vagaron con desinterés por su alrededor hasta que algo llamó su atención logrando que su alerta se encendiera, abrió los ojos a más no poder acercándose unos pasos no pudiendo creer lo que veía. Nuée regresaba al puente tomado de la mano de una joven de rubias hebras, sonriéndose mientras platicaban y la humana volteaba a todos lados asegurándose de que no fueran vistos por otros de los suyos, pronto la neblina característica del lugar emergió para darles la privacidad necesaria aunque a Sova no afectaba en absolutamente nada y podía verlos con total claridad. El pelinegro de ojos azules simplemente caminó entre el verdes césped hasta el lago, se adentró en el mismo unos cuantos pasos a pesar de que la muchacha a su lado le pedía que no lo hiciera, con gran interés Nuée observaba el interior del lago hasta que una Renies —ninfa acuática— le entregó con gran esfuerzo para su cuerpecito una piedra preciosa de lo más profundo del mismo. —Ten —Nuée colocó la piedra en la mano de Alina tras dejar un besito en la cabecita de la criatura que feliz regresó a su hogar—. Son mágicas, brillan con fuerza cuando te sientes solo o triste, puede ser tu propio faro o tu estrella personal. —¿Estás seguro de que puedo llevármela? Es parte de tu Santuario —anonadada observaba la roca de color ámbar. —Sí, te la obsequio —sonrió el Dios embobado con la chica que sonreía viendo el presente, ajena a la mirada de su acompañante. —Gracias, por todo —la rubia acunó una de las mejilla del ojiazul para besar sus labios de manera casta, siempre era así, para ellos los besos ya no podían faltar, tomarse de las manos era un clásico. Eran ellos dos, nadie más, así era perfecto—. Debo regresar ya, pero te veré aquí mañana luego de mi turno en la cafetería. —Bien, ten cuidado y aquí te espero —asintió llevando su mano a la de ella que aún yacía sobre su mejilla—. Te quiero. —También te quiero —rió bajo, guardó la roca en su bolsillo y emprendió el regreso por el puente con pocas ganas, mucha resistencia, quería quedarse más, pero las encargadas de la casa hogar seguro preguntarían por ella y hasta que no se haya independizado por completo hay ciertos horarios que respetar. Una vez Alina ha dejado por completo el lugar logrando que Sova se relaje este decide hacer acto de presencia ante su hermano que lo ve sorprendido pero alegre, ambos caminan hacia el otro hasta llegar a mitad del puente, sin embargo, el semblante entre serio y preocupado de el de ojos negros logra incomodar a Nuée que inmediatamente relame sus labios frunciendo el ceño, listo para hablar. —Dilo de una vez, ¿Qué ocurre? —la seriedad ocupó las facciones de Nuée que no dejaba de ver a su hermano. —La humana, eso ocurre —espetó, su contrario no se inmuto—. Te vi con ella, le entregaste una roca mágica y… —¿Y? ¿Qué? Anda, termínalo —cruzó los brazos sobre el pecho. —¿Estás enamorado? ¿Estás considerando amar a esa muchacha? Nuée, es una humana, sabes que no se puede —negó. —No es algo que yo eligiera, ¿Bien? Pero así está bien, me gusta como está todo y no he pedido tu opinión, ahora, largo —le dio la espalda. —¿Puedes ser tan tonto? ¡Su vida es perecedera! ¡Morirá y no tendrás a nadie! Lo peor de todo es que en tu terquedad, porque siempre lo eres, no vas a dejarla vivir como debe —se adelantó para tomarlo del brazo y obligarlo a voltear—. ¿Qué vas a decirle? ¿Qué se quede para siempre en este puente? ¿Qué no estudie, viaje, conozca gente de su edad? ¿Qué no tenga una mascota, ambiciones, sueños? ¿Qué harás cuando quiera vivir contigo una vida normal? Los humanos tienen hogares juntos, vidas compartidas, tienen hijos, forman familias y lazos que tú no puedes darle ni sentir… Tienen relaciones entre ellos que van más allá de esto que tú puedes ofrecerle, solo eres un espíritu y no puedes darle nada más físico que un simple beso, ¿Entiendes lo que te digo? —La quiero lo suficiente —respondió algo molesto, herido, confundido. —Pero no eres humano, Nuée, estás descuidando tu hogar y a ti, la puerta a Olevón es cada Santuario de un Dios y el que sigas aquí hace que el puente lo sea; puedes ponerlo en riesgo al muchacho por no pensar con claridad. —suspiró—. A la larga, te guste o no, tendrás que dejarla, solo la vas a herir de gravedad, no lo hagas. Termina esto antes de que ese humana derrame lágrimas por ti. —No… —negó con vehemencia, sus ojos cristalizados se desviaron del rostro de Sova no queriendo dejar que lo viera así—. No quiero separarme de ella. —Entonces, ¿La condenarías a llevar la misma vida que tú? Lejos de todo, sin poder salir de aquí, sin poder interactuar, limitándote a seguir la misma rutina todos los días a cambio de un beso todas las noches porque no puedes darle nada más que ella te pida —lo observó con tristeza—. Piénsalo, si la amas, déjalo seguir viviendo aunque a ti te duela, no debiste cruzarte en su camino. —Solo quise ayudarla, no quería que hiciera una locura la vez que le hablé —susurró bajando la cabeza. —Ahora tú no hagas una locura, ten presente la seguridad y felicidad de esa joven antes que la tuya. Eso hacemos los Dioses, primero el prójimo, luego nosotros —palmeó su hombro con pesar—. Tengo que irme, pero Padre quiere que te unas a la siguiente reunión, Amaro y yo descubrimos algo aquí que es sumamente importante que sepas. Finalmente, Sova tuvo que dejar a su hermano pues este requería tiempo a solas y en cuanto el Dios del Sueño se marchó, Nuée se dejó caer a mitad del puente sollozando bajo porque su hermano tenía razón, porque estaba haciéndole algo malo a Alina solo porque estaba enamorado de ella, porque a su lado se sentía bien, más lo que creció entre ambos no tenía futuro, nunca lo tuvo, y ahora solo duele horrendamente y frío se va a sentir él cuando no pueda volver a verla ya; chasquea la lengua observando a un par de hadas que se acercan a él atraídas por sus lágrimas brillosas. El cielo lentamente comienza a cubrirse de nubes espesas que no hacen más que comenzar a dejar caer sus heladas gotas producto de la tristeza que siente el Dios de ojos azules.
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