DIEZ

1781 Words
Alina terminó sus quehaceres en la cafetería luego de media jornada de trabajo en la que se encargó de limpiar pisos y mesas, llevar pedidos y trastes sucios y por qué no lavar las tazas y copas. Suspiró quitándose el delantal y la cofia, masajeó su cuello observando una pizarra donde los horarios de la semana estaban anotados, también el día de pago y eso fue lo que le dio un motivo para sonreír levemente; estaba encantada con ello, su primer dinero e iría a una cajita de ahorro que poseía, ¿Podía sentirse tan emocionada? Sí, podía, siendo una persona que vive en un orfanato y que debe marcharse pronto, que no tiene nada propio, es una de las mayores satisfacciones que puede obtener. ―Alina, ya puedes marcharte, tu horario terminó ―avisó una de sus compañeras. ―Gracias, ahora me voy ―asintió mientras tomaba sus pertenencias. Con gran premura salió de la cafetería mientras saludaba a sus pares y a su jefa, colocó el bolso que llevaba en el canastito de la bicicleta finalmente montándola para comenzar a pedalear hacia el puente del pueblo. Si bien sabía que Nuée le había pedido que no se acercara por su propio bien ella no podía dejar de verlo así sin más, debía admitir que extrañaba al Dios de las nubes, quería volver a tener sus charlas entretenidas, que le enseñara más sobre su mundo y sobre todo, quería tenerlo cerca, era su amigo, era una persona especial para Alina. Sin dudas, Nuée era muy importante en su vida y ahora no podía verse sin él. En contra parte a cómo se sentía con respecto al misterioso ser, a veces se preguntaba de qué manera seguirían en contacto, ¿Serían amigos siempre? ¿Se quedaría en el pueblo solo por Nuée? Esta última pregunta siempre lo dejaba en blanco pues hasta hace poco había pensado en marcharse a la ciudad, hacer una vida mejor, estudiar, tener un empleo más fructífero, todo un cambio de vida que ha dado un giro de ciento ochenta grados desde que visitó el puente e intercambiaron las primeras pablaras… Regresó del mundo de sus pensamientos para prestar la atención debida, observó a su alrededor las personas seguían teniendo un aspecto deplorable a causa de la falta de las criaturas de Sova para favorecer los buenos sueños por las noches ―el Dios había desaparecido y sus bolitas de colores no han vuelto a ser vistas por la muchachita―, el clima no era el mejor, la tensión en el aire se hacía notar demasiado y Ali se preguntaba qué era lo que los humanos tenían en la cabeza para a****r a un Dios generando las demás consecuencias, ¿Qué podían obtener de esas criaturas superiores? ¿Acaso no podían dejar de ser tan codiciosos? No había forma en la que él pudiera encontrar una razón válida y no estúpida por la que desearan matar a uno de esos seres, la irracionalidad de algunas personas llegaba a niveles que asombraban. ― ¿Qué estás haciendo aquí? ―una voz la sobresaltó al detenerse en la entrada del puente, observó al frente viendo a Nuée de pie en la misma, tranquilo, en medio de muchas personas que caminaban por allí en su día a día o disfrutando un poco del lugar a pesar de las condiciones que se vivía a nivel espiritual―. No pueden verme, no te preocupes. ―Oh ―asintió bajando de la bicicleta, la dejó a un lado con su candado y comenzó a caminar por el sitio, muchos niños jugaban viendo el estanque y lanzando comida para los patos que allí nadaban―. ¿Cómo estás? ¿Cómo está la situación con los dioses? ―susurró luciendo bastante disimulada para que la gente no pensara que le hablaba a la nada. ―Todo sigue igual, mi padre molesto y con demasiadas reglas ―chasqueó la lengua―. Creí haberte dicho que no tenías que venir hasta aquí. ―Creí haberte dicho que somos amigos y que no me voy a alejar de ti ―lo observó seria―. Estaré contigo, pase lo que pase. ― ¿Pase lo que pase? ¿Y si tu vida peligrara? ¿Sí estuvieras en riesgo de muerte? ―elevó una ceja. ―Es mi vida, no tuya ―negó―. Estaré contigo. ―Bueno, veo que la terquedad sí es algo propio de los tuyos ―rodó los ojos―. Como no puedo hacer nada para persuadirte, deberás ser más cuidadosa. ―Lo seré ―sonrió―. Tú puedes venir a verme a mi cuarto cuando quieras, durante las noches podemos charlar. ― ¿Me invitas a tu habitación? ―sonrió deteniéndose, viéndola con diversión. ―Um, sí ―frunció el ceño siguiendo el andar, pero se detuvo abriendo los ojos a más no poder para voltear a verlo―. ¡No, no en ese sentido! No es que te esté diciendo que vengas para… para… ― ¿Para? ―ladeó la cabeza luciendo tan inocente―. ¿Cuál sentido? ¿De qué hablas? ―B-Bueno es… Verás… Cuando… ―jugó con sus dedos sumamente nerviosa, Nuée rió con ganas dándole una caricia en el cabello. ―Tranquila, lo entendí a la perfección ―sonrió en grande cuando la rubia lo observó sorprendido―. Sé que tu invitación es sumamente inocente, no eres ese tipo de persona. Solo me dio algo de gracia, ¿Sabes? Hace mucho, en otras épocas, invitar a un caballero o una dama a tu alcoba era una insinuación bastante atrevida, pero ahora parece ser de lo más normal. ―Yo no te lo dije por eso, te lo juro ―murmuró. ―Lo sé ―asintió, ambos siguieron caminando. ― ¿Cómo eran esas épocas? Parece que has vivido muchas, de esas que veo en libros o películas ―susurró viendo a las personas desaparecer del puente, dejándolos solos. ―Eran encantadoras, solía ver parejas en todos lados, con cortejos, chaperones, cartas escritas a mano, canciones entonadas, ramos de flores por doquier, pedir la mano de la joven que era deseada o presentar al caballero que robaba los suspiros de la flor familiar ―sonrió recordando―. Aunque los matrimonios arreglados eran un tema que no me agradaba, tomar el compromiso de unirte a otra persona sin sentirlo realmente era algo duro, me parecía muy triste, pero al fin y al cabo eran las reglas de las sociedades. Ustedes las personas siempre son interesantes y maravillosas, pero se complican demasiado a mi parecer. ―Oh, es tal cual he leído en mis historias de romance ―sonrió. ―Sí, así es ―rió bajo observando a los patitos nadar―. Pude presenciar muchas épocas que han marcado a la humanidad, han dado paso a grandes descubrimiento y grandes tristezas también, las primeras guerras, las primeras ruedas, la tecnología, nuevos cultos, ha sido una transición interesante a mi parecer. ―Woah… Has sido parte de nuestra historia ―embobada con cada palabra que le era relatada, así se sentía la joven. ―Puede decirse que sí ―concordó―. Demasiado tiempo en la Tierra, pero ha valido la pena, sé más de ustedes que mis hermanos. ―Cuéntame más ―ladeó la cabeza adorando al de hebras azabaches sin que este se diera cuenta. ―También había mucho más culto para mí y mis pares, solían traerme ofrendas y oraciones, era agradable sentirse querido o necesitado por alguien más… Pero eso se acabó hace años ya… ―se encogió de hombros. ―Supongo que las nuevas religiones dejaron atrás muchas otras creencias, ¿No? ―lo observó con semblante triste, Nuée parecía extrañar mucho los años dorados donde las personas conocían su nombre―. Fuiste un gran Dios, estoy seguro de eso. ―Gracias ―sonrió―. Ahora ha quedado en el pasado y yo atado a este puente olvidado, creo que en algún momento deberé regresar a dónde pertenezco, cuando mi padre decida que ya no tengo que seguir exiliado. ― ¿Atado? ¿No puedes ir a ningún otro lado? ―interrogó. ―Puedo ir venir por el pueblo, generalmente es mejor si es cercano al puente, pero no puedo viajar por la Tierra como antes ―explicó. ―No puedo creer que te exiliara, ¿Quién hace algo así? ―frunció el ceño. ―Quien necesita enseñar una lección ―sonrió―. Aunque no lo parezca, en el momento en que me envió aquí yo era muy rebelde, un poco desinteresado en cuanto a mis verdaderos deberes y mis hermanos, yo solo quería seguir divirtiéndome con mis asuntos, jugar, conocer, nada de responsabilidades. ―No te creo ―negó asombrada―. Eres todo lo contrario. ―Sí, pero porque he madurado, he aprendido, he logrado entender mucho de mi vida y de la vida de todos los demás, he estado solo tanto tiempo que logré saber todo ello ―acomodó su cabello con resignación―. Pero no me arrepiento, te he conocido a ti. ― ¿Soy algo importante para ti? ―la rubia se acercó hasta recargar su cabeza en el hombro del Dios. ―Sí, lo eres ―asintió tanteando con sus dedos la mano ajena, sutilmente entrelazaron sus dígitos y ella observó a su alrededor notando que la niebla había regresado a rodear el puente―. Ali… ― ¿Sí? ―volteó a verlo. ―Soy feliz por haberte conocido, eres una chica encantador ―sonrió―. Gracias por ser mi amiga. ―Oye… ―sonrió avergonzada, Nuée la veía seriamente pero con una mirada cálida, no era alguien que desviara la mirada o que dijera lo que siente por lo bajo. Simplemente habla con la verdad y viéndote a los ojos. Alina relamió sus belfos sintiendo el corazón salírsele por la emoción que la embargaba, tomó valor posó sus labios sobre la piel pálida de la mejilla del ojiazul que boqueó sorprendido. En menos de lo que esperó la humana había salido corriendo con vergüenza por su actuar dejando al Dios de pie en medio de aquel puente tocando suavemente con sus dedos la zona besada por el rubio. Y un grupo de personas que habían llegado al pueblo de Eleonor hacía tan solo un par de días, interesadas en demasía en aquel lugar tan famoso en el mundo por sus constantes nieblas, observaron a la chica bajar los últimos peldaños en la entrada del lugar, montar en la bicicleta y partir con una sonrisa en el rostro. Ese fue el inicio de todo.
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