NUEVE

1565 Words
Alina despertó en plena noche, tal vez fueran las tres o cuatro de la mañana, debido al movimiento constante en sus hombros, abrió los ojos de manera pesada y casi entre gruñidos, quería seguir durmiendo pues había trabajado todo el día en el condenado café, ya no tenía energías para hacer nada más. En cuanto se encontró espabilada, o por lo menos, lo más que pudo se encontró cara a cara con Nuée que le sonreía de manera leve y le hacía señas para que no se asustara y gritara. No dudó ni un instante en extender sus brazos para tomar al joven entre estos y atraerlo hacia sí, estrechándolo con fuerza mientras apretaba sus labios, francamente creyó que no volverían a verse más luego de tanta ausencia. El joven sonrió enternecido por el acto de Alina y con suma lentitud le devolvió el gesto, sus brazos se enroscaron en el cuello contrario para que él suspirara sutilmente; cerró los ojos inhalando el aroma a jabón, shampoo y colonia que siempre portaba la rubia chica, le gustaba, era una esencia que nunca iba a olvidar bajo ninguna circunstancia. ―Al fin estás aquí, he estado tan preocupado por ti ―murmuró Alina para ambos separarse levemente y verse, las manos elegantes de la humana fueron a las mejillas del ojiazul que no pudo evitar ruborizarse un poco―. Estás bien. ―Sí ―afirmó. ―Eso me alegra tanto ―apoyó su frente contra la de Nuée. ―Tranquila, no me ha sucedido nada, estuve a salvo este tiempo que no te vi ―comentó para poder darle algo de paz a la pobre fémina frente a él. ― ¿Qué haces aquí? ―estaba realmente sorprendida, el chico jamás iba a verlo a su cuarto, sino que era al revés en cuanto a visitas. ―Debo decirte algo importante ―suspiró―. No podrás ir más al Puente de las Nubes, parece que estamos al borde de una guerra entre dimensiones y los Dioses se rehúsan a tener contacto con los humanos. ―Pero, ¿Qué ha pasado? ―susurró interesada. ―Atraparon a uno de los míos, lo asesinaron ―dijo con pesar―. Fueron humanos, buscan la manera de obtener nuestros poderes. ―Eso es terrible, no puedo creerlo ―apretó los labios. ―Es cuestión de tiempo para que mi Padre ordene un ataque, no puedo interferir de ninguna manera y no quiero que vayas al puente, es peligroso vernos, Ali. ―suspiró con gran pesar―. Notarás en el transcurso de los días que el ambiente se vuelve pesado y tenso, tal vez aparezcan cosas que no estaban allí antes y… No salgas de noche, hay… Demonios sueltos. ―Nuée, ¿Tu padre quiere matarnos a todos? ―abrió los ojos estupefacta de solo imaginar tremenda escena para la humanidad. ―Sí ―susurró―. No temas, yo te voy a proteger, soy consciente de que no todos los humanos son así de malos y desalmados. ―Si haces algo así seguramente tendrás problemas con los demás Dioses, no creo que sea buena idea que te metas en líos por mí, voy a estar bien ―explicó. ―No tienes que decir esas cosas, somos amigos, ¿No? ―frunció el ceño. ―Sí, lo somos ―chasqueó la lengua―. Pero no quiero verte herido, aprehendido o en problemas solo por mí, no valgo todo tu malestar, Nuée, soy un humano más. ―No, no ―negó con fuerza tomando las manos de la rubia―. Eres mi ser más preciado, amiga, humana… Mi humana. ―Siempre sabes qué decir para que te deje salirte con la tuya ―rió bajo. ―Es una de mis buenas cualidades ―guiñó un ojo. La conversación debió terminar allí ya que murmullos en el pasillo de la casa hogar asustaron al Dios que se desvaneció con premura por miedo a ser descubierto, claro que el hecho de que se hubiese marchado tan prontamente no cambió el semblante de Alina. Nuée le había dicho que la apreciaba, que era su amiga y su humana, de alguna forma sentía que era algo muy especial, algo de ellos dos y por primera vez en su vida se sintió importante, deseada, querida, siendo parte de alguien que quería tenerla en su vida. Volvió a arroparse calentita en el lugar, observando hacia la ventana donde la lluvia no había dejado de caer desde temprano ese día, esperaba que al siguiente el clima mejorara un poquito aunque sea. También notó que era la primera vez que se sentía cálida a la hora de dormir, ¡Ah, ese Dios! ¿¡Qué había hecho con ella!? El pasar de los días se dio tal cual Nuée lo dijo, un ambiente de pesadez se había instalado en el medio ambiente, todos se encontraban tensos, animales histéricos y personas con problemas de salud y hasta para conciliar el sueño y Alina no fue la excepción. Acostada en su cama se revuelve entre las cobijas presa de sueños atroces, masculla por lo bajo y se despierta agitado incorporándose a duras penas, jadea, sus ojos abiertos a más no poder observan todo a su alrededor para cerciorarse de que se encuentra en su cuarto realmente. Ha tenido pesadillas de todo tipo, en ellas puede ver criaturas horripilantes hacer todo tipo de masacres, asesinatos y demás maldades, lo peor de todo es que puede sentirlo en carne propia, el sufrimiento y dolor que esas bestias provocan; pero lo que más lo altera es que en varios de esos sueños recurrentes ―al menos durante la última semana― ha visto jóvenes como ella, siendo perseguidos, atacados, observados... No los conoce, nunca ha cruzado palabras con ellos, pero aun así no dejan su mente, algo va mal y lo sabe, pero teme que sus encargadas crean que es inestable mentalmente por lo que mantiene sus problemas nocturnos en un profundo secreto. ― ¿Dónde está? ―susurra buscando entre los medicamentos de la Hermana Marianne, los calmantes. Rebuscando entre las cosas femeninas que allí se encuentran logra ver el frasco de calmantes, toma algunos cerrando su mano en un puño, pero cuando se dispone a irse y dar medio giro en su eje se encuentran cara a cara con la fémina, ella la observa algo adormilada. ―Alina, ¿Qué haces despierta a estas horas? ―la mujer la ve preocupada después de haberse espabilado. ―No podía dormir, es todo ―se encoge de hombros esperando que no haya visto lo que tomó en sus manos―. Lamento haberte despertado. ― ¿Te encuentras bien? ―pregunta nuevamente viéndola de cerca. ― ¿Tan mal me veo? ―responde volteando a verse en el reflejo que le regala el espejo del tocador, realmente luce mal, las ojeras bajo sus ojos lo hacen ver enfermo. ―No tienes buena cara, querida ―toca su brazo en un acto de cariño, pero se encuentra con una temperatura bastante elevada para lo normal― ¡Cielos, estás ardiendo! ―Tal vez tengo fiebre, nada que no se cure, hermana ―intenta pasar por su lado, necesita regresar a su habitación. ―Un momento, muchacha, estás enferma y necesitas atención medica ― camina hasta quedar frente a ella―. Algo de medicina sé, voy a ver qué tienes. ―No tienes que preocuparte, de veras, ya he tomado algunas píldoras para bajar la fiebre, no temas ―le sonrió pasando por su lado y encaminándose a su cuarto, cerrando la puerta detrás de sí y suspirando con pesar. Eso estuvo cerca. Se deja caer en su cama mientras observa el reloj sobre la mesita de noche, cinco de la mañana, en unas horas debe presentarse en el café para continuar con su rutina diaria y al paso que lleva no podrá hacerlo, necesita dormir, aunque sea un poco por lo que toma las píldoras y las traga como si fuesen dulces. Se recuesta, siente demasiado calor corporal, como si su piel estuviera quemándose. Lentamente cierra los ojos esperando que la medicina ingerida cobre efecto sobre su sistema y le brinde unas horas de descanso; tal vez está por enfermar, francamente no tiene idea de qué es lo que sucede, pero algo le dice que todo está relacionado con lo que ocurre en la dimensión deífica, si tan solo pudiera ver a su amigo, saber qué hace, cómo está… Espera que Nuée no se sienta solo en ese desolado puente. Para su mala suerte las pocas horas que quedaban hasta el amanecer pasaron demasiado rápido, la luz que entraba por su ventana daba de lleno en sus ojos lo que hizo que tuviera que despertarse obligadamente. Y un día nuevo inicia, sus obligaciones y responsabilidades son primero por lo que se dispone a dar lo mejor de sí y afrontar las siguientes horas. Toma algo ligero como desayuno, corre en busca de la pobre y desvencijada bicicleta que usa de transporte y se monta en un dos por tres para comenzar a pedalear a su destino. Al menos la fiebre bajó, pero las condiciones en las que puede ver a otros transeúntes le hace pensar que tal vez no es un simple resfrío, irá a encontrarse con Nuée al salir de su empleo, no va a esperar nada más.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD