TRES

1271 Words
―Parece haber una especie de acumulación de energía en el famoso “Puente de las Nubes” de Eleonor ―habla un soldado mientras observa la pantalla con coloridas gráficas. ― ¿Podría decirse que hay energía del tipo místico? ―pregunta un superior. ―No estoy seguro, señor, podría pero hasta que no esté en el lugar no sabremos si realmente es una fuente natural o de índole superior ―responde el joven confundido, intenta hacer su trabajo lo mejor que puede pues desea conservar el puesto que tanto le ha costado obtener. ―Bien, preparen todo, necesito saber el tipo de fuente de esa Energía ―ordena a todos los presentes. En Carelea, el mismísimo rey ha ordenado hace ya algunos años la formación de un escuadrón especializado en sucesos extraños, los famosos paranormales, todo gracias a expertos de todo el mundo que tienen como objetivo encontrar el gran Edén, el lugar donde los Dioses habitan y al cual ningún humano que no es digno puede acercarse; se dice que el Dios Ambros lo creó hace tiempo ya para sus hijos y los Dioses que lo acompañaban siempre creyendo que eran los únicos en este vasto universo pero que, de un momento a otro, muchos otros seres de diferentes procedencias, diferentes culturas e incluso apariencias emergieron entre los humanos. Según se sabe, Ambros, el Dios del Rayo, tuvo el privilegio de conocerlos, dando por entendido que todos eran iguales, seres creados para un propósito en común el cual era mantener la paz y el equilibrio en los mundos, fue cuando, poco a poco, la humanidad comenzó a ser consciente de todos y cada uno de ellos; levantaron altares, estatuas, cánticos y ofrendas, una acción típica para seres que deseaban ser reconocidos por tales deidades, esperaban obtener salud, amor, prosperidad a cambio de oraciones, de amor incondicional y de fe ciega. Pero habían otros, unos pocos por suerte, que anhelaban con toda su existencia poder controlar a los Dioses, hallar el secreto de sus habilidades e influencias, controlar sus poderes y en lo posible, ser influyentes en tales seres que no se presentaban a ojos humanos. Fue así entonces que tras tiempo de estudio, de experimentos y de mucho trabajo arduo y de incógnito, los especialistas llegaron a la conclusión de que los Dioses que tanto alababan poseían una forma humana, una vida que podía ser arrebatada con una maquina especializada en drenarles la energía de sus cuerpos, con cada avance y con cada prueba llegaron a perfeccionar tal habilidad y pronto se convirtieron en cazadores de dioses. Viajaron por todo el mundo en busca de respuestas, de pistas, siguiendo rumores, tradiciones, leyendas urbanas y secretos a voces de pueblos alejados de las grandes ciudades mundiales, todo ello con el propósito de saber más sobre el tema. Corre el rumor entre las personas de dicho ambiente de que, si eres capaz de tener en tu poder a uno de los tantos Dioses que abundan entre todas las leyendas conocidas, serás capaz de tener el mundo a tus pies, y es que todos desean poder controlar tremendos poderes, ¿Se imaginan? ¿Cuánto serían capaces de lograr teniendo en la palma de tu mano poderes que jamás imaginaste poder ver? ¿Qué tan difícil puede ser cazar a un Dios? Bueno, respondiendo esta última pregunta, es difícil, tras años y años de investigaciones y de seguirles la pista, no han podido dar con uno ni siquiera de cerca, cada vez que parecen tener una pista sobre un posible paradero es como si se desvanecieran, como si se burlaran y jugaran con sus instrumentos electrónicos, como si esperaran que estén cerca tan solo para divertirse al desaparecer sin dejar rastro e iniciar nuevamente una cacería que se vuelve un círculo vicioso. Y lejos de toda esa base militar y su oscuro propósito, Alina caminaba tranquilamente por los caminos del pueblo, había aceptado realizar las compras de la semana mientras las encargadas de la casa hogar se disponían a preparar a los demás niños para las visitas de los posibles padres que deseaban adoptar. Cada año, en esta misma fecha, llegan matrimonios de todas partes en busca de un niño o un bebito al que puedan darle todo su amor y como cada año, ella se quedaba fuera, observaba tranquila y ayudaba a los encargados a que el día transcurriera de la mejor forma. Suspiró, estaba algo cansada, pero debía regresar, quería peinar a las niñas más pequeñas con algún peinado que las hiciera sentir más seguras y pudiera verlas sonreír, aunque eso significara sentirse entristecida luego, aun no podía comprender por qué en tantos años de vida nunca nadie quiso llevarla, nunca nadie se fijó en ella, nunca nadie… nada. ―Bueno, supongo que las cosas pasan por algo ―susurró algo decaída, observó a la distancia el puente del pueblo, tenía ganas de ir, de ver a Nuée―. Tal vez… ―Alina, ¡Date prisa! ―una de las muchachas que cocinaba en el hogar corría detrás de ella, traía en sus manos algunas bolsas con verduras y frutas y entre palabras de aliento y apremio corrieron de regreso. Desde lo más alto de las frondosas copas verdes que rodeaban el puente, el azabache observaba con una sonrisa suave pintada en su rostro a la joven humana que intentaba llevar sus tareas diarias a horario, suspiró, mentiría si dijera que no le apetecía volver a tener una plática con Ali, poder conocer un poco más de aquel mundo que los suyos cuidaban tanto pero del que carecían totalmente de información o de experiencia en el mismo; no pudo evitar sonreír al verla carcajearse con su acompañante, Alina era una humana peculiar, muy tímida a su parecer, pero de una mirada bastante cálida, amorosa y llena de una gran y profunda tristeza que picaba su curiosidad en demasía, ¡Ah, pero qué estaba diciendo! Acercarse de esa manera a un humano estaba prohibido, los Dioses no podían siquiera susurrarles algún consejo a esos seres sin tener problemas con el Rey de todo lo creado, su propio padre, estúpidas reglas… Suspiró, debía desistir de esa idea tan alocada, no sacaría nada bueno, no, no era necesario, podía buscar entretenerse con otra cosa. Él no lo buscaría, bien podía pasar por una situación que la chica soñó o imaginó ya que por lo que había notado, la rubia tenía una muy buena imaginación, era receptiva a las cosas que la rodeaban y por lo que se veía, no era una persona que fuera escéptica sino todo lo contrario, parecía maravillada con la idea de tener a aquellas pequeñas ninfas de la lluvia bailotear a su alrededor y en sus manos; no cabía duda que era una persona especial o de lo contrario las diminutas criaturas no hubieran dejado que las viera y mucho menos tocara. ―Alina, espero que puedas encontrar un buen camino para ti ―susurró con una sonrisa, como si se tratara de una mera despedida, pronto se formó a su alrededor una especie de bruma blanquecina que cubrió su rastro y desapareció de este plano para poder tomar un buen descanso. El cielo se cubrió de un suave manto grisáceo que prometía una buena llovizna, algunos relámpagos surcaron el cielo reclamando en su totalidad aquel empíreo celestial para luego dejar escuchar el retumbar de los poderosos truenos dando aviso del inminente chaparrón, tal fenómeno sucedía cada vez que el Dios de las Nubes entraba o salía de la dimensión humana, era el efecto Nuée y más pronto que tarde ello le traería problemas, serios y graves problemas.
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