De pronto escuché que tocaron la puerta de mi habitación. Tres veces. —Pase. —Exclamé. Y volvieron a tocar tres veces, muy fuerte. —Dije que pase... —Ya estaba comenzando a molestarme. Y siguieron tocando. A lo que me levanté de la cama, y cuando lo mire mi sonrisa se formó tan grande y salté encima de él para abrazarle. —Pa' al fin vuelves, me ha parecido una eternidad tu estadía en otro lugar. —Lo abracé más fuerte y el soltaba risas. —Cariño, ¿cómo has estado? Creo que tenemos muchas cosas que hablar... —Si, realmente. —Miré que tenía una bolsa con cosas dentro, sosteniendola en la mano, y curiosa no dejaba de ver cómo una niña pequeña a la espera de algún regaló. —Ah si, ahora que recuerdo... Traje algo para mi niña consentida. Mis ojos se iluminaron. —Pa' eres el mejor